COLUMNISTA

Deflación política

por Jesús Rangel Rachadell Jesús Rangel Rachadell

Después de las elecciones de alcaldes sabemos que la oposición tendrá que reinventarse, que la política perdió valor como medio para solucionar nuestros problemas de país. Hoy no hay demanda de políticos, lo que genera un círculo vicioso: no se requieren políticos, no hay soluciones políticas, nada se puede resolver, menos necesitamos políticos.

Esto que puede parecer un trabalenguas es el resultado de sospechar que los dirigentes lo están haciendo mal, de pensar que puede haber una solución distinta al voto para salir del gobierno y que hemos agotado todas las opciones existentes, como si fuera una lista en la que hayamos verificado todas las alternativas posibles. He escuchado el argumento de que ya marchamos, protestamos, votamos, sacrificamos jóvenes y hasta unos militares intentaron un golpe de fuerza. Está bien, hicimos todo eso, pero lo único que ha dado resultado, por lo menos como desaprobación de lo que hace el gobierno, ha sido votar.

Perdimos muchas alcaldías que, sumadas a las que mantienen los seguidores del gobierno, nos deja en desventaja para las elecciones que se deben efectuar el año que viene. En estrategia estamos raspados, ya que para ganar una elección se requiere: a) un buen candidato, b) control electoral y c) suerte.

Tenemos aspirantes a candidato presidencial, aunque ningún acuerdo. Si la oposición se une o si aparece una opción fuera de los partidos conocidos que enamore a los electores, puede que tengamos un buen candidato.

El proceso electoral no lo hace solo el Consejo Nacional Electoral, también participan los testigos de los candidatos. En la mesa de votación está la mayoría de las trampas que se hacen en el proceso electoral, de no estar presente los testigos de la oposición los ratones hacen fiesta y votan por los ausentes (muy a menudo en las prórrogas del horario de votación). Se supone que los partidos políticos, con eso que llaman la maquinaria, están en capacidad de colocar testigos en todas las mesas y de hacer la movilización o contacto con los electores, pues se saben las direcciones de habitación de muchos de ellos y los pueden llamar por teléfono (Carlos Ocariz, en la elección de gobernador de Miranda, no tuvo testigos en todas las mesas de ese estado). Esta maquinaria trabaja en las alcaldías y en las gobernaciones, por eso menos alcaldías o gobernaciones significa menos control electoral; por ejemplo, la Gobernación de Miranda tiene alrededor de 3.000 cargos y la Gobernación del Zulia un poco más; al haber perdido esas gobernaciones tendremos menos personas haciendo trabajo político a favor de la oposición. Es verdad, estábamos peleando por unos carguitos, que a su vez permiten implementar políticas distintas a las del gobierno, en la medida de sus competencias y posibilidades, lo cual van a comprobar los electores que no votaron.

La última curiosidad en materia de trampas es el denominado carrusel de los puntos rojos (conocido como tiovivo), el cual quedó en evidencia por el video del fulano este de apellido Motta en el estado Nueva Esparta, en el que se puede observar que no depositó el comprobante en la urna electoral. Se sospecha que el mecanismo es el siguiente: el primer votante no deposita el comprobante de la máquina de votación en la urna, sale del centro electoral y se dirige al punto rojo, muestra que votó por el candidato de su preferencia, entrega su comprobante, recibe su bono y se retira. El siguiente elector continúa con la cadena de circulación de los comprobantes electorales, ingresa con ese comprobante, deposita en la urna el comprobante del anterior votante, se guarda el suyo y se dirige al punto rojo. Los electores interesados deben pasar por el punto rojo, verificando una y otra vez las manifestaciones de voluntad; así hasta que el último votante deposita los dos últimos comprobantes. A todas estas tienen que tener el carnet que prueba que es parte del proceso, el cual es intransferible.

La suerte siempre es necesaria, como le oía decir a mi madre: Dios te dé suerte que el saber de nada te vale, que es una variante del “nada vale nada si Dios no quiere”. Así que rece y trabaje por salir de este gobierno.

En la oposición está haciendo falta un nuevo Pacto de Puntofijo. Debemos ponernos de acuerdo para definir lo que queremos y lo que podemos hacer en política. Mientras no tengamos una agenda común será difícil recuperar el favor de los electores. Así como me enseñaron en la Facultad de Derecho: pacta sunt servanda (los acuerdos se hacen para ser cumplidos). Sin ofrecer expectativas grandilocuentes que no se puedan cumplir, que en buena medida es lo que le ha hecho daño a la oposición.

El presente es muy doloroso, la pérdida de las alcaldías es muy lamentable; pero qué le vamos a hacer, hay que pasar este duelo y trabajar por el futuro que queremos, se lo debemos a nuestros hijos, a los que se van del país por no haber podido cambiar las circunstancias y a los que nos quedamos a sufrir el socialismo del siglo XXI.

@rangelrachadell