De la cultura del Yo o lo que se conoce en psicoanálisis como el sistema de percepción de un conjunto de ideas inconscientes sobre la realidad que se vive, desarrollado por Sigmund Freud en su carrera científica y conocido en el común como el “yoismo” es de lo que yo hoy quiero escribir.
Una de las características de esta cultura es el narcicismo, el cual ha estado reflejado en la sociedad desde siempre; en todos los estratos de la vida cotidiana el Yo conjugado como verbo presente denota la importancia que responde a una necesidad digamos física y mental del narcisista.
Los ejemplos abundan en la actualidad social de un país como Venezuela sometido ya por 20 años a la bota no solo militar sino del culto a la personalidad en primera persona. Quien se atreva a cuestionar al “mesías” de turno será señalado sin contemplación y sin piedad con cualquier calificativo por quienes alimentan con su fe ciega al narciso.
Se conoce en cuerpo presente o a través de la historia desde los tiempos quizás de la independencia hasta la actualidad más reciente.
Desde esa cultura del “yoismo” se le dio poder absoluto a quien se debe considerar el padre de la mal llamada revolución bolivariana luego bautizada como del siglo XXI a pesar de habernos sumergido en la oscuridad absoluta de manera gráfica con más de 72 horas sin energía eléctrica pero con 20 años y poco más de oscuridad mental al alimentar el culto a la personalidad, limitando el criterio a disentir o interpelar a quien se erige como el salvador de la patria y quien ahora sí va a rescatar el país.
Desde esa práctica filosófica y propagandística se maneja que quienes se atrevan a opinar, dudar o solicitar una medida diferente a la que está propuesta debe callar.
El “yoismo” no está definido en el Diccionario de la Real Academia Española, sin embargo, en el argot popular que es ese diccionario de sabiduría ciudadana se puede definir como aquel personaje que siente que todo gira en torno a él y a su modo de pensar, generalmente se encuentra divorciado de la realidad ciudadana aunque está allí inmerso en esa cotidianidad pero en el fondo solo oye pero nunca escucha porque se encuentra más preocupado en su YO que en su entorno.
También se puede definir como egocentrismo el cual sí es claramente reseñado como una exagerada exaltación de la propia personalidad hasta que llegue a ser considerada como centro de atención.
En la realidad venezolana abundan los ejemplos del “yoismo”, desde siempre con aquellas frases creadas por los jefes de propaganda de los líderes de turno incluso cuando no existían las redes sociales ya había equipos preparados para crear matrices de opinión que solo permitieran y aceptaran las opiniones del líder.
Actualmente no estamos muy alejados de esta realidad, por supuesto han cambiado las formas, pero en el fondo se sigue trabajando en crear todo alrededor de un único líder; esa fórmula sigue intacta desde Chávez hasta Guaidó.
Ya lo decía Platón: “La honestidad de un sistema político depende del nivel de exigencia de sus ciudadanos”.
Todos tienen equipos de trabajo que se esmeran en resaltar la opinión del ungido y de condenar y señalar a quien se atreva a contradecir lo que ha dicho.
Estos personajes que se atreven a opinar con un criterio diferente son señalados inmediatamente con calificativos como divisionista, guerrero del teclado o en el peor de los casos como infiltrados.
Así es como del YO supremo se pasa al desengaño inmediato.
Lo hacen ellos, lo hacemos nosotros, lo hago yo.
Twitter: @andresvzla1975