Cuando se habla de crímenes de odio estamos en presencia de situaciones que hacen perder la sindéresis y manifiestan en los seres humanos conductas esquizofrénicas o de acciones irracionales que solamente están motorizadas por destruir a quien consideran es su enemigo o son sus enemigos.
El madurismo es probablemente uno de los pocos regímenes en el mundo que no puede observar adversarios en sus formas de pensar, sino que todo aquel que discrepe de ellos se convierte en un enemigo de la “revolución” que debe ser exterminado.
¡Claro! El exterminio no necesariamente tiene que ser físico. En la actualidad existen muchas formas de exterminio que van desde lo social y económico hasta lo psicológico. Por ello, el madurismo ha ideado el mal llamado “carnet de la patria”, convirtiendo nuestra cédula de identidad en bazofia institucional y política para ellos.
Así tenemos que si alguien no tiene “carnet de la patria” de alguna manera se convierte en un desterrado social dentro de su propio país, con lo cual no solo se nos vulneran los derechos fundamentales –aunque igualmente se les vulneran esos derechos a quienes portan tal carnet por la incompetencia madurista–, sino que nuestros nombres, y precisamente números de cédula, son colocados en una lista de enemigos políticos a quienes el gobierno a toda costa debe eliminar políticamente, y qué mejor manera que destruirnos socialmente, al negarnos desde un eventual subsidio a la gasolina hasta la posibilidad de obtener por vías legales el pasaporte.
Es más, sobre lo anterior hemos visto casos aterradores como el de “asesinar” en vida en sus derechos civiles a venezolanos como el caso de Teodoro Petkoff¹, que incluso tal fue el escándalo internacional que como decimos en criollo les salió el tiro por la culata, que el propio demandante Diosdado Cabello se vio forzado, posteriormente, a retirar tal acción “jurídica”.
Si vamos a hablar del exterminio económico, aquí solamente basta ver las trabas y persecución que existe contra los propios trabajadores que protestan a diario por los vergonzosos salarios que reciben, al punto de que el ministro del sector en algún momento llegó a reconocer que el salario mínimo apenas alcanzaba para adquirir medio kilo de queso, situación que en la actualidad no ha variado mucho desde que se implantó la llamada “reconversión monetaria” y se habla de “soberanos”. Hoy, con un mes de “aguinaldos”, ni siquiera alcanza para comprar un pan de jamón, y a duras penas se logran obtener unas cuantas verduras y legumbres.
Es simple. Para el madurismo el exterminio económico de los venezolanos está en sus prioridades, porque de esa forma los supuestos 17 millones de connacionales que portan el susodicho “carnet” se convierten en sus esclavos políticos, y quienes no lo tienen, pues deben decidir entre sobrevivir o morir, o apelar por el auténtico destierro.
Si vamos a hablar del exterminio psicológico, aquí solamente hay que ver y escuchar el discurso que a diario tiene la cúpula madurista o sus aliados paraestatales, como las palabras que prolifera Valentín Santana, jefe del colectivo armado La Piedrita, que impone la ley del más fuerte en lo que considera su territorio, mientras la impunidad es su mejor aliada para imponer sus crímenes y amenazas de muerte contra los “enemigos de la revolución”.
Cada vez que el régimen está contra las cuerdas en el debate político habla de unos supuestos quemados vivos –más de 20 según ellos– por parte de la oposición durante las protestas de 2017, amparados en el caso público y notorio que condenamos en su momento contra Jesús Figuera².
A partir de ese hecho tales “quemados” se multiplicaron por arte de magia, y aunque señalan tal cantidad –hasta diagramada por estados³– no aparecen las identidades de esas supuestas víctimas, y menos testimonios de sus familiares como afectados por lo que obviamente serían barbaries humanas. O sea, no solo el madurismo miente, sino que aquellos que se hacen eco de tales señalamientos demuestran su nulo pensamiento, y con tal repetición discursiva demuestran un fanatismo político, cuya cúpula si mañana les dice que Maduro, Cabello, El Aissami o Padrino nada sabían de la denunciada tumba de Harrington por parte del liberado político Lorent Saleh4 es porque ese sitio de tortura psicológica es parte del realismo mágico de García Márquez.
Y todavía, si asumiéramos como cierta la cifra de “quemados” maduristas por parte de asesinos opositores, nos preguntamos: ¿En qué difiere que haya asesinados de esta forma brutal con aquellos que perdieron la vida por las balas de cuerpos de seguridad y militares, que existen denuncias que hubo víctimas con bombas lacrimógenas, granadas y hasta por lanzagranadas como el caso de la masacre que hubo contra Oscar Pérez y su grupo rebelde, luego de su rendición que se hizo pública a través de redes?
Los supuestos más de 20 maduristas que fueron “quemados vivos” son otra manera del régimen neonazista de tratar de endilgar a la oposición política la naturaleza de sus actos contra quienes ellos consideran son sus enemigos. Que nadie sea engañado. Aquí todos los días mueren niños, niñas, mujeres y hombres con el dolor de no encontrar unas medicinas o acceder a sus tratamientos médicos, porque el hambre consumió sus energías, o la criminalidad decidió que llegó el día de nuestra muerte, aunque esta sea disfrazada de “suicidio”.
Reto a los maduristas a que hagan pública la lista de los supuestos quemados vivos, mientras tanto pueden ir revisando en la morgue o en cada espacio donde viven cuántos venezolanos mueren por la negligencia del madurismo como gobierno insensible e inhumano. Esos son los crímenes de odio.
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¹ https://www.aporrea.org/ddhh/n315166.html
4https://www.elmundo.es/internacional/2018/10/28/5bd493da268e3eac7f8b45e2.html