COLUMNISTA

El crimen organizado versus la institucionalidad

por Alberto Jiménez Ure Alberto Jiménez Ure

“No debemos asumir la guerra a muerte que nos han declarado los terroristas en Venezuela como si se tratase de una académica e institucional discusión filosófica. En una contienda letal, no todos tenemos miedo de morir del modo como lo hacen quienes evitan asumirla”

Desde hace muchos años, en Venezuela no tenemos un sistema de gobierno: ni socialista, centro izquierdista-derechista o democrático puro. Solo un Regimiento Mercenario-Asesino de Ocupación que emplea (tras apropiarse del “Parque de Armas” y la “Tesorería Nacional”) símbolos comunistas para alinearse con China, Rusia, Cuba, el Vaticano y Corea del Norte, entre otros Estados totalitarios, con el propósito de mantenerse erguido. Le teme a Norteamérica y la Comunidad Europeaque saben de sus indiscutibles nexos con terroristas: colombianos, fundamentalmente, pero también del Medio Oriente.

El año 2015, pudimos deslastrarnos de esa organización forajida: pero, la Miseria de la Justicia Mercenaria abortó el impacto electoral de quienes nos oponemos al Imperio de la Barbarie. El magistrado que tuvo la misión de obstruir la voluntad popular está, absurdamente, refugiado en Estados Unidos. Es testigo protegido: es decir, nada. Un desperdicio, porque la Central de Inteligencia americana no lo necesita para fijar una estrategia exitosa contra los terroristas venezolanos.

No es difícil entender que la misantropía sostiene a los totalitaristas. Lo que hace que un pensamiento adquiera complejidad no se debe a la ignorancia de su receptor, sino al rechazo de ciertos individuos por adherir a quienes fomentamos la preponderancia de la racionalidad. Hay una pugna incesante entre apertrechados con armas de guerra y quienes todavía procuramos derrotarlos mediante la inteligencia.

La Institucionalidad Doctrinal es incompatible con el concepto de Crimen Organizado: por ello Montesquieu impulsó la tesis de separación de poderes públicos. Perfecto, los adherentes del genocidio lo entienden. La demuelen o golpean con severidad, para imponer una categoría filosófica-política definible Dominación Hegemónica. Desde la antigüedad, fue práctica de emperadores y faraones.

Hay un revolucionario auténtico que transforma intelectualtecnológica y científicamente nuestra especie a favor de su bienestar o progreso. Otro que difunde serlo para destruir. No vence por desenfundar más rápido: infiltra y tima, muta como virus, pero, solo si concedemos proseguirá.