Siempre estuve insistiendo junto con otros entendidos en la materia, como el ex secretario José Padilla, el ex secretario José Luis Parada Rivero y el ex ministro Carlos Miranda Pacheco, que el tema de hidrocarburos en el país debe ser tratado integralmente, debe haber primero una política de Estado de largo plazo y luego una nueva ley de hidrocarburos. Recordemos que la actual está vigente desde 2005 y está totalmente desfasada a la realidad de la globalización del mercado energético.
En el contexto general: la ausencia de inversión privada de escala en exploración y producción obviamente es parte del problema, además de que también se debe modernizar e invertir en refinación y transporte por ductos, sin descartar la búsqueda de nuevos mercados, pero teniendo nuevos reservorios comerciales previamente certificados. Todo ello configura un escenario en el que se deben tomar medidas de inmediato para evitar la parálisis del sector hidrocarburo como ocurre en Venezuela, que pese a ser una de las cinco potencias mundiales en producción de petróleo no supo aprovechar su riqueza en establecer una estatal que tenga el mismo modelo de desarrollo de negocios que tienen compañías privadas y corporaciones del sector.
Ahora está el contrato boliviano de venta de gas natural a Argentina. Vemos un poco Argentina: tiene producción propia (de gas convencional y ahora empezando a activar grandes inversiones en shale), están trayendo gas vía LNG (un poco más costoso que el gas boliviano) desde ultramar y están mejorando sus modelos de comportamiento de uso (mucha política de eficiencia energética, lo que es excelente), así y todo necesitan aún gas boliviano para su invierno y sus industrias (casi 25% de su consumo es suplido por gas boliviano). Necesitan más gas para cubrir su demanda interna de calefacción y electricidad, pero pedirían eventualmente se les envíe menos gas durante el verano, obviamente para ello se debe modificar el contrato (particularmente la cláusula de “take or pay” (tomar o pagar), que obliga a la Argentina a comprar un mínimo de 21 millones de metros cúbicos diarios (MMm3/día) de gas durante el invierno y 17 MMm3/día durante el verano hasta 2026.
Por lo menos esa era la línea de reestructuración y renegociación del contrato que se llevó a efecto mientras era ministro el señor Aranguren en la Argentina.
El precio del gas boliviano vendido a la Argentina se calcula cada tres meses con base en la variación de precios de una canasta de fuels (derivados del petróleo) aproximadamente 5,80 dólares por millón de BTU.
Para Bolivia la cosa también se pone difícil: Argentina está invirtiendo y caminando a paso firme en producción de gas en su reservorio no convencional de Vaca Muerta y Brasil, con su propia producción requirió menos volúmenes de Bolivia en meses pasados.
Eventualmente, quizá, en verano Argentina requiera menos volúmenes de gas boliviano echando mano a su producción de campos no convencionales vía fracking de la provincia Neuquén.
El contrato Bol/Arg de 2017, para el período de verano, establece que la estatal boliviana YPFB debe garantizar a la compañía argentina Enarsa un máximo de 20,3 MMm3/d, mientras que para invierno YPFB debía garantizar un volumen de 23,3 MMm3/d, pero habrá que ver si además Argentina está cumpliendo a cabalidad los pagos que tiene pactados con Bolivia.
Con toda razón los principales compradores de gas boliviano (Brasil, con 31 millones de metros cúbicos diarios y la Argentina con 2 contratos) desean saber cuál la capacidad del suministro: saber cómo van las reservas de gas boliviana, situación que desde 2013 no se sabe dado que no se cumplió la ley interna que obliga al Poder Ejecutivo boliviano a certificar volúmenes de reservas de gas en reservorios comerciales de gas, esa ley se incumplió por muchos años. En semanas pasadas la prensa informó que la canadiense a cargo de la certificación Sproule habría ya certificado las reservas, pero ese estudio, entiendo, aún no fue presentado públicamente por el Poder Ejecutivo.
Esos datos son de vital importancia dado que son útiles para conocer cuánto de gas hay en los reservorios bolivianos y si los mismos van a ser suficientes para abastecer el mercado interno, el contrato con Brasil, el contrato con la Argentina y los nuevos proyectos altamente demandantes de gas como la planta de urea y las termoeléctricas de ciclo combinado, de manera que es importante conocer ese informe y adicionalmente, para concluir, seguir insistiendo en lograr inversión privada en exploración, porque son muchos años que Bolivia no pasa de los 66 millones de metros cúbicos día de producción de gas.
Ambas partes deben, en un espíritu de integración y complementariedad energética, velar porque el contrato sea justo y equitativo para las partes, de todas maneras Argentina –siempre lo dije– va a necesitar gas boliviano por un buen tiempo más.