La enfermedad no respeta ninguna condición social; nadie está exento de sufrir una afección, aguda o crónica, que pueda causar a quien la padezca un riesgo extremo que lo lleve incluso a perder la vida. El riesgo de mortalidad aumenta si no se cuenta ni siquiera con un mínimo de condiciones para la atención con relación al acceso de medicamentos e insumos médicos quirúrgicos y con la infraestructura y el equipamiento adecuados en los establecimientos de salud, los cuales cada día son más deplorables. Esto lamentablemente ocurre en Venezuela.
El conflicto de salud era de esperarse. La crisis humanitaria no se detiene; en otras palabras, el “gobierno” cada día hace caso omiso de esta grave situación, la cual se ha hecho insostenible, a lo que se suma su negativa de aceptarla o reconocerla; por lo que nunca se obtendrán respuestas o soluciones por parte de las autoridades competentes que no dan muestras de cambiar su nefasta actitud.
Desde el pasado 25 de junio se inició el conflicto de salud por parte del gremio de enfermería, que de manera aguerrida y valiente salió a manifestar públicamente en el Distrito Capital la decisión de un paro indefinido respetando la atención del paciente crítico o de emergencia; los motivos fundamentales: el grave desabastecimiento de insumos en los centros hospitalarios y la dramática caída del poder adquisitivo causado por el pírrico salario integral que reciben, el cual no alcanza para poder mantener su núcleo familiar.
Estos dos aspectos se extienden a escala nacional, por lo que desde el inicio de dicha protesta se fueron sumando, progresivamente, personal de enfermería de un gran número de hospitales en la mayoría de los estados del país; esto constituyó el detonante para que el resto de los gremios de la salud salieran a expresar el apoyo al sector de enfermería, además de que también se han sumado de manera progresiva a esta lucha que ya se transformó oficialmente en un paro indefinido de todo el sector salud, reiterando que no se negará la atención al paciente que se encuentra hospitalizado en las áreas críticas o de emergencia.
Está demostrado que el “gobierno” ha violado de manera sistemática los artículos 83 y 84 de la Constitución, en los cuales se debe garantizar el derecho a la salud por el Estado venezolano y la conformación de un sistema público nacional de salud de carácter universal, intersectorial, con principios de equidad y de gratuidad entre otros. Estos dos derechos son inexistentes para el “gobierno”, así como lo es también el artículo 91, el cual expresa que todo trabajador tiene el derecho a un salario que le permita vivir con dignidad y así poder cubrir las necesidades básicas para sí mismo y su núcleo familiar.
Desde el año 2013, la crisis de salud se ha profundizado de manera progresiva, y desde esa fecha todos los pronósticos que expresaron prestigiosas instituciones como la Academia Nacional de Medicina, también la Red de Sociedades Científicas y la Red Defendamos la Epidemiología Nacional, entre otras, y los gremios de la salud, lamentablemente se cumplieron. Advirtieron desde esa oportunidad que se iba a llegar al colapso de la salud en todos sus aspectos si no se tomaban las medidas pertinentes para impedir esta grave e insostenible situación, y es lo que está sucediendo en los actuales momentos, prácticamente se ha convertido en una tragedia nacional, la vida de la mayoría de los venezolanos no está garantizada en Venezuela en lo que se refiere al derecho a la salud.
El conflicto actual debe ser mantenido con la firmeza, valentía y unión de todo el sector salud, sin flaquear o caer en ofertas engañosas del “gobierno”, como ha sucedido en anteriores oportunidades en las nefastas mesas de diálogo, las cuales culminan sin respuesta o soluciones definitivas. No obstante, lo más relevante es que se tiene que consolidar también el apoyo y la solidaridad a este conflicto de toda la sociedad civil que está sufriendo los embates de esta dramática crisis. Esto es una lucha de todos, porque lo que está en juego es la salud y la vida; además, es justo reclamar las condiciones laborales dignas, que no debe ser solo de los trabajadores de la salud, también de todos los sectores.
La hiperinflación que no quieren detener nos llevará a no poder adquirir ni alimentos ni medicinas; de hecho, ya está sucediendo, y son los dos aspectos fundamentales para la supervivencia de los seres humanos. No permitamos que esta debacle nos domine, hay que salir de la desesperanza y la resignación que embarga a la mayoría de los venezolanos.
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