Parecería que el progresismo continental ha resuelto dejar descansar un poco al alicaído Foro de Sao Paulo y crear un nuevo sello: el Grupo Progresista Latinoamericano –progresivamente–. El viejo foro ya estaba muy contaminado –mucho representante guerrillero y narcoguerrillero y otros grupos algo desacreditados– y además le ha menguado el apoyo financiero del Brasil que le venía tan bien.
Como es de orden todo fue coronado con la Declaración de Puebla, en la que se anuncia el nacimiento de este “grupo de reflexión” (ni hablar de otra cosa) que ve la necesidad de “adueñarse” del mañana (¿otra vez?).
Se reunieron, precisamente, en Puebla bajo la bendición de AMLO (más PRI que nunca) y allí fijaron dos objetivos prioritarios y muy claros: la liberación de Lula (el Muro de Berlín del progresismo populista hemisférico) y el apoyo a Cristina Kirchner como candidata a la Vicepresidencia y a su compañero de fórmula, por ser una de los pocos chances de recuperar un baluarte importante para la causa. Por supuesto que también se apoyó a Evo Morales y a Daniel Martínez, candidato presidencial del Frente Amplio. Estos, junto con Ortega, acompañan y son los que van quedando pero no alcanza.
La lucha ahora es contra la “guerra jurídica”, “los jueces e investigadores” y “la manipulación de los recursos legales”. Todo, como se ve, con nombre y apellido: Lula y Kirchner. Además, habrán de enfrentar “una de las más serias amenazas a la institucionalidad democrática” liderada por “gobiernos neoliberales” que promueven élites que se enriquecen “a costillas del desarrollo de nuestros pueblos”.
Los “neoprogres”, para abreviar, en los tres días que se reunieron en Puebla (del 12 al 14 de julio) no se acordaron de que los gobiernos neoliberales a los que se refieren fueron democráticamente electos ni tuvieron tiempo para el tema Venezuela ni la corrupción ni el deterioro del Estado de Derecho en ese país. Lateralmente, hubo una declaración en apoyo al diálogo. Parece una burla. En cuanto a manipulación de las leyes, normas y recursos legales y la “burda” intervención de los jueces, obviaron analizar el caso de la cuarta candidatura de Evo Morales –violatoria de toda norma habida y por haber– y lo que pasa en Nicaragua. Tampoco, en lo que hace al enriquecimiento de las “élites” neoliberales, le echaron una mirada al caso de los Kirchner: el más audaz de los neoliberales es un niño de pecho al lado de Cristina. Ignoraron a Ortega y compañía, a Rafael Correa, a las decenas de dirigentes presos del PT brasileño desde Lula para abajo, a Maduro y familia y a los militares chavistas, y a la hija de Chávez, considerada la persona más rica de Venezuela y con asiento en la ONU.
Hay que ver todas las cosas que se le pasaron por alto, además del informe de la ex presidente Michelle Bachelet sobre las violaciones de los derechos humanos en Venezuela. Ni lo hojearon. Eso sí, se ocuparon de ensuciar y echarle un poco de tierra a Colombia: todo debidamente calculado.
Es que hay que recuperar el terreno perdido y no hay tiempo para detalles, por lo que es preciso recurrir a la política de la “cínica desfachatez”, al decir de un viejo y sabio periodista de izquierda, e insistir, insistir, insistir. Nunca faltará quien les crea ni prensa y enviados que los divulguen, no obstante que, por supuesto, los neoprogres luchan contra los “poderes mediáticos y sus campañas a favor de la derecha” (?).
Entre las treinta personalidades que firmaron declaraciones, que la escasez de espacio me impide incluir, hay algunos nombres que llaman la atención pero que no deberían sorprender: se trata de Ernesto Samper y Jose Miguel Insulza, quienes desde el SELA y la OEA tantos favores le hicieron a Chávez, y tanta responsabilidad les cabe por lo que hoy sucede en Venezuela. Es que se meten en todos lados y con caritas de inocentes.
En fin, los reunidos en Puebla además crearon un Comité Latinoamericano por la Defensa de la Justicia y la Democracia. Dados sus antecedentes y lo que han respetado las normas democráticas y las instituciones jurídicas, en sus trayectorias y en los gobiernos y organismos a que han servido, más el respaldo del Foro de Sao Paulo, debemos concluir que estamos salvados. Habrá quienes piensen que son unos descarados, empero.