COLUMNISTA

Comportamiento ciudadano

por Arminda García Arminda García

La ciudadanía es un estatus jurídico-político a través del cual los miembros de una nación adquieren derechos y deberes como integrantes de la sociedad, tanto en lo político, como en lo civil y en lo social. Son, además, responsabilidades propias de la interacción entre el colectivo para favorecer el desarrollo común y la convivencia. Estos preceptos tienen como fin la inclusión, la igualdad y el respeto de los derechos propios y  de los demás, lo cual, sin duda, va a estar delimitado por la ética, la moral ciudadana y por los valores arraigados que, a su vez, se traducen en el comportamiento adecuado de sus miembros.

Existen parámetros dictados por las leyes que la sociedad dispone para que, a través de la justicia, todos sean tratados por igual. Y esto también implica la conducta inapropiada que los ciudadanos demuestran, la cual, más allá del apego que exigen las normas, debería considerarse como un atropello a los demás, representando una violación al compromiso ético, moral y del buen ciudadano. Se pueden analizar algunos ejemplos de acciones públicas erróneas, como pasar un semáforo en rojo, rebasar a un conductor  indebidamente, demostrar una actitud amenazadora al manejar o aquellas más cotidianas, como no acatar una cola ordenadamente, no respetar el turno correspondiente, botar desperdicios en espacios públicos, entre otros.

En este sentido, la ética  busca que exista un entendimiento razonado en función de establecer una armonía en pro de todos los individuos, que les permita sobrevivir en  equilibrio con los demás y con el entorno. La moral busca, con base en los valores y el derecho a la libertad de actuación, consolidar una buena convivencia, caracterizada por comportamientos adecuados. De esta manera, los individuos pueden decidir a conciencia cuáles son las prácticas favorables, diferenciando el bien del mal, lo correcto de lo incorrecto y demostrando una respuesta, según lo que está permitido o lo adecuado, de acuerdo con la colectividad.

Finalmente, es importante recalcar que el comportamiento de los miembros de la sociedad está influido por la moral y la ética, las cuales estipulan la cultura de valores establecida, determinando sus características y costumbres, en cuanto  a  las acciones humanas  adecuadas según las normas y pautas morales instituidas. También constituyen la diferencia entre la bondad y la maldad, con la que se actúa en la vida cotidiana, en la que muchas veces se tratan de justificar conductas erróneas demostradas que van  en perjuicio de todos, tomando en cuenta que en algunos casos la percepción personal puede estar equivocada.