Resulta que para la administración boliviana hoy sí es bueno ser parte de proyectos de exportación de gas natural tipo GNL (o LNG liquid natural gas) a mercados externos, cuando hace una década era poco menos que un anatema. En el mundo hay 19 países exportadores de GNL: Qatar, Australia, Malasia, Estados Unidos, ente otros, con un promedio diario de comercialización de entre 800-900 (millón de metro cúbico diario) mmm3d.
La capacidad de licuefacción va a crecer, al 2022, entre 1.800-2.000 mmm3. Es un mundo complejo y competitivo, y es a ese mundo donde Bolivia –dicen– quiere asomarse asociado a otro país. El Ministerio de Hidrocarburos de Bolivia informó: “YPFB podrá participar en proyectos de exportación de GNL en Argentina, esto ratifica la integración de la región, Argentina gran productor de gas, en los próximos años, Bolivia gran productor de gas, tenemos la infraestructura, tenemos los ductos, plantas, lo que necesitamos es unir reservas de Argentina y Bolivia, unir las producciones y establecer acuerdos e inversiones en puertos argentinos para que YPFB participe en plantas de licuefacción y exportar gas”.
Ante eso se debe saber primero: cuánto dinero del sector privado se invertirá en exploración, en producción, en certificación de nuevos volúmenes, en consolidar el mercado interno y buscar nuevos mercados. En el mundo hay circulando mucho GNL. Vale decir que el gas boliviano, asociado con otro que pudiera ser Perú o Argentina, debe competir en ese escenario. No olvidar que Estados Unidos (el principal exportador de GNL en 2018) está a la vanguardia en producción de oil & gas vía fracking, lo que coloca más producto en el mercado.
Otro tema para no perder de vista: ¿hay la capacidad financiera para enfrentar estos proyectos? Solo por dar ejemplos del inmenso volumen de dinero que se necesita en estos proyectos es el Arctic LNG 2 de 27 millardos de dólares (Novatek en Rusia), o los proyectos estadounidenses Golden Pass (de Qatar Petroleum con Exxon Mobil Corp y ConocoPhillips), el proyecto Ventas Global LNG Calcasieu Pass y el tren Sabine Pass 6 de Cheniere Energy. O el proyecto canadiense Woodfibre LNG (de Pacific Oil and Gas), por mencionar algunos, sin olvidar las inversiones y proyectos chinos en el área.
Los costos de proyectos LNG están razonables, pero para economías y capitales privados y de escala, no para Estados con pocos fondos como Bolivia. Qatar es otro key figure en el negocio, imparable y de pensamiento moderno en los negocios cuyos metaneros son parte de la dominación del mercado GNL.
La buena noticia es que el mundo necesita gas –que ya sabemos tiene visto bueno del G20 como energético de transición entre fósiles y renovables– y China va a volver a demandar energía (gas) para mudar en algo su consumo de carbón a gas (vía GNL).
La mayor parte del nuevo suministro de GNL en 2019 será estadounidense, nadie lo dude (un tren es aproximadamente 14 millones de metros cúbicos/día y hay varios “trenes” en Cameron LNG, Corpus Christi LNG, Elba Island LNG y Freeport LNG).
Siempre dije: hace más de 10 años que la posibilidad de insertar a Bolivia al exclusivo “club” de países y corporaciones con negocios LNG está en mesa. No es una opción que haya sido desechada, sino más bien apenas retrasada, pero el retraso reconfiguró el mercado que ahora está dominado, casi, por el capital privado. Reitero mis palabras de 2015: problemas políticos, de percepción, enfoque y volúmenes/reservas y contratos/financiamientos han postergado esta opción de negocios que claramente, en breve, no solo volverá a la discusión sino que eventualmente pondrá a Bolivia como socio de ese escenario de grandes corporaciones.
El escenario latinoamericano del LNG es dinámico. Brasil, Argentina, Perú, Colombia, Chile están inmersos en el negocio LNG como consumidores u suministradores de LNG. Siempre insistí en que se debe reformular la visión estratégica boliviana en hidrocarburos, a través de una Nueva Política Energética, con instrumentos legislativos, regulatorios y normativos atractivos para capitales en exploración, explotación de gas y petróleo, y adicionalmente para sentar bases de proyectos de industrialización y de exportación de LNG.
Ahora el Estado boliviano tiene la misión de relanzar la imagen y potencialidad boliviana en negocios de escala de gas natural reenfocando prioridades y permitir la promoción de Bolivia como un país atractivo de capitales privados para nuevos negocios y proyectos compartidos. En la perspectiva política, insisto en la absoluta posibilidad de “convivencia” tipo “condominio” entre el modelo estatista del modelo de “nacionalización” con otros nuevos modelos de negocios compartidos joint ventures, y participación de multinacionales en contratos LNG o de industrialización de gas natural a escala en otras áreas exploradas, otras áreas certificadas y otras áreas a ser explotadas y posteriormente industrializadas. Ese podría ser un exitoso modelo de convivencia entre dos visiones de Estado. Pero eso tomará tiempo y ciclos de dinero muy largos. No se necesitan porciones de reserva muy “grandes” para procesos de industrialización. Se puede “combinar” exportación de LNG con suplir mercado interno, contratos con Brasil y Argentina, y con nuevas plantas de generación de valor agregado. Pero insisto y subrayo: se debe invertir en exploración; de lo contrario, no habrá gas para el proyecto. No olvidar que el avance de la tecnología posibilitó probadamente reducir costes de exploración/explotación de otros reservorios tipo shale de gas y petróleo lo que incrementará nuestra posibilidad de oferta de derivados del gas. De todas formas como todo proyecto: debe ser en el marco de una nueva visión en energía, una NPE: consensuada con participación del Estado y de la sociedad proactivamente diseñando y planificando a largo plazo temas tales ¿cómo y quién financia proyectos?, ¿cómo se consiguen y garantizan fondos? ¿cómo incorporar de “socio” al Estado en todos los proyectos?
Argentina tiene la idea de exportar, vía LNG, 5% de la producción actual lo que posicionará a esa nación en un grupo de pocos países comercializadores de ese producto, por lo menos así lo anunciaron, en su momento, el ex presidente de YPF, Miguel Gutiérrez, y otros personeros.
Este proyecto –de los varios que debe haber en Argentina– permitirá a la empresa privada exportar hasta 5% de su producción actual, calculada entre 40 y 45 mmm3d. “Con este proyecto podemos agregar valor al recurso extraído de Vaca Muerta, y aprovechar al máximo la compatibilidad estacional con los mercados del hemisferio norte”, dijo Gutiérrez al precisar que el enfoque a los distintos mercados incluye Asia, Europa y mercados regionales. No olvidemos que tanto Argentina –como Bolivia– deben primero aprender ese mercado, dada su inexperiencia en el tema. Pensar en terminal de GNL a escala mundial requiere no menos de 20 mmm3d.
¿Sería ese gas del reservorio Vaca Muerta y de otros de países vecinos? Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB) tendrá la posibilidad de explorar pozos petroleros en suelos argentinos para abastecerse y exportar Gas Natural Licuado por los puertos del vecino país, según el acuerdo firmado el jueves lo que le da a la petrolera estatal YPFB va a poder participar en proyectos de GNL en Argentina.
Se vuelve al tema: se deben conocer montos de inversión, proyectos y mercados spot, en los cuales acomodar ese producto. Ahora las compañías privadas dominan el mercado petrolero y gasífero, no así las estatales, competir contra dinero privado es muy complicado. Las operaciones de compañías privadas son mucho más expeditas porque tienen financiamiento más fácilmente que las estatales.
El mercado de gas cambió sustancialmente en los últimos años, con la introducción de tecnología, y por las nuevas normativas y el sector privado tomó mayor protagonismo, y ahora Bolivia está sujeta a la demanda y precios del mercado del gas. Es decir el precio del gas deberá competir con la oferta de LNG, producción local así como con el fracking. Una muestra fue lo que se acordó con Argentina, mayores volúmenes tendrán como referencia el gas importado por mar.
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