La presencia constante de la crisis venezolana en la prensa de Colombia, además de la percepción generalizada, a través del boca a boca ciudadano, del problema que representa para los vecinos el flujo continuo de eyectados de nuestro país que intentan insertarse desordenadamente en la dinámica colombiana, ha conseguido fortalecer la imagen de Iván Duque hasta niveles insospechados.
Antes de la crisis venezolana, el apego de los neogranadinos por su presidente había sufrido el usual descalabro que experimenta todo mandatario que se inicia en la magistratura. Duque no se había escapado de ello. Pero haber asumido una posición firme y agresiva frente al criminal gobierno venezolano y en torno al ELN –vinculado también con la realidad venezolana de hoy– le ha ganado el respeto de su propio electorado.
Al inicio de su magistratura Duque conservaba una opinión favorable de la mitad de su electorado, lo que era una posición consistente con su triunfo electoral que apenas alcanzó con algo más de 50% de los votantes en la segunda vuelta. Pero para septiembre, cerca de 3 meses después de las votaciones, la opinión favorable de los colombianos se había descolgado hasta casi la mitad. (27,2%). A raíz de la crisis migratoria venezolana y del atentado del ELN y la definición de una posición fuerte del Palacio de Nariño en torno a ambos temas, la popularidad de Iván Duque se ha recuperado hasta gozar hoy de 42,7% del favor de los suyos.
De la misma forma, los temas inherentes a Venezuela, que hasta hace pocas semanas mantenían indiferentes al colectivo vecino fuera de las áreas de fronteras, a fuerza de ser aireados de cara a la población, están comenzando a generar un posicionamiento de opinión. Lo interesante es observar cómo se ha iniciado una lenta pero consistente migración de criterios hacia el fortalecimiento de la presencia venezolana en suelo colombiano y cómo se ha ido disipando el rechazo o la xenofobia que al inicio del éxodo estaba presente entre los encuestados frente a la invasión generada por quienes escapan de la crisis del otro lado de la frontera.
El caso es que la crisis venezolana está hoy presente en la mente de los vecinos en la misma proporción que las actuaciones del ELN dentro del suelo vecino. Y el presidente goza de la aprobación de sus administrados en el manejo de ambas crisis.
Toda esta situación de intranquilidad en Venezuela ha provocado un fortalecimiento de la binacionalidad, un asunto que los venezolanos siempre hemos dado por descontado pero que no es visto con los mismos ojos desde allá hacia acá. Si algo ha conseguido Duque de constructivo en menos de un año de gestión es haber manejado en positivo la crisis venezolana, haber concitado la colaboración de sus nacionales, hacerles ver los aspectos favorables de la inmigración, poner de relieve la relación de la tiranía vecina con las fuerzas del mal y haber conseguido de los suyos la venia necesaria para la intervención humanitaria de Estados Unidos desde el territorio colombiano. No es de extrañar, pues, que más de la mitad de los colombianos se animen a permitir que su gobierno facilite un eventual tránsito de tropas con miras a una posible intervención en suelo venezolano.
Más diciente que todo lo anterior es que si las elecciones se celebraran mañana en Colombia el lado de Juan Guaidó contaría con un buen soporte de la población colombiana. La reputada encuesta de Invamer, que en esta ocasión fue requerida por la revista Semana, Caracol Televisión y Blu Radio revela que 4 de cada 5 colombianos sabe con claridad meridiana quién es Juan Guaidó, y que más de 2 de cada 3 tienen de él una imagen favorable. Por el contrario, por encima de 9 de cada 10 colombianos tienen hoy, según esta medición de opinión, una imagen negativa de Nicolás Maduro.