El mildiu de la vid es una grave enfermedad causada por el hongo Plasmopara vitícola (Berk & Curt.) Bert. & de Toni, a nivel mundial; siendo la patología más dañina en el trópico, donde las ocurren lluvias continuas y temperaturas alrededor de los 25 °C, muy favorables para este patógeno.
El control preventivo es el más exitoso, programando la poda de manera que el período de brotación, floración y cuajado del fruto, ocurran en los días sin lluvias o de rocíos matutinos, fases donde la planta es más susceptible al ataque. Inevitablemente hay que recurrir al control químico utilizando tres tipos de fungicidas:
1. Fungicidas de contacto, que actúan en la superficie de los órganos, impidiendo la entrada del patógeno a la planta; son excelentes como preventivos y su acción dura unos 7 a 10 días. Existen orgánicos de síntesis (folpel, mancozeb, maneb y metiram), órgano-cúpricos (cobre- folpel, cobre-mancozeb y cobre-maneb) y cúpricos (sulfato de cobre, hidróxido de cobre y óxido de cobre), que pueden producir cierta toxicidad y detención del crecimiento apical. En caso de la aparición de la infección, se deben aplicar fungicidas penetrantes y sistémicos, que logran erradicar el parásito de la planta.
2. Fungicidas penetrantes, que se introducen en la planta, aumentando la eficacia de los de contacto combinados con ellos; el más conocido es el cymoxanil, el cual tiene efecto curativo al principio de la infección. Existen otros penetrantes a base de bentiavalicarb, dimetomorf, improvalicarbe y mandipropamida; son eficaces pero su aplicación continua puede generar la aparición de cepas resistentes del patógeno; se recomienda aplicarlos combinados con fungicidas de contacto y limitar a no más de dos aplicaciones consecutivas por ciclo vegetativo.
3. Fungicidas sistémicos, que penetran en la planta; tienen efecto curativo y la vegetación formada después del tratamiento queda protegida. Existe el fosetil aluminio (fosetil al), y las fenilamidas (benalaxil, metalaxil, afurace y oxadixil); son muy eficaces pero pueden generar la aparición de cepas resistentes al patógeno. Se recomienda aplicarlos combinados con fungicidas de contacto, y limitar su aplicación a dos o tres tratamientos por ciclo vegetativo.
No obstante, cuando las condiciones climáticas son muy favorables al desarrollo del patógeno, en las fases críticas señaladas, no hay un control efectivo para esta enfermedad.
guillermo.vargasg@gmail.com