COLUMNISTA

Colombia no será una perita en dulce

por Beatriz De Majo Beatriz De Majo

Ante la anticipación del triunfo electoral cercano de Iván Duque en los próximos comicios neogranadinos es bueno poner de relieve las características del país que le pondrán en las manos a un hombre que no es un primíparo de la política, pero que deberá hacer frente a un entorno desvencijado en dos terrenos, el de la paz y el económico.

Luis Alfonso García Carmona, catedrático y experto en planificación, se ha adelantado a este estudio y lo que vaticina no es bueno, al menos en lo económico. Este profesional paisa considera que Colombia será una “olla raspada” para cuando toque hacer el relevo presidencial y así titula un reciente artículo con su rúbrica, publicado en La Linterna Azul.

La primera y lapidaria realidad es que si el país colombiano creció 7% en el año 2007 y solo creció 1,8 el año pasado, la situación es de franca recesión aunque la expansión no sea negativa. La deuda pública del hoy supera 50% del PIB, lo que no es poca cosa y el déficit fiscal es superior a 4% a pesar de que se han tomado medidas heroicas para incrementar los ingresos públicos castigando a los actores económicos con un IVA de 19%.

Dice García Carmona que “a pesar de todas las advertencias recibidas para reducir el tamaño del Estado y racionalizar el gasto, Santos siguió adelante en su carrera por convertir el presupuesto en un botín para sus áulicos. En 2011, por ejemplo, creó 6 altas consejerías presidenciales, 3 ministerios y 6 nuevas unidades administrativas. A los miembros de las juntas directivas en las empresas del Estado les reajustó los honorarios en 111% entre los años 2010 y 2015. Y solo en 2015 creó 18.273 nuevos cargos”.

Así que Duque arrancará con un pesado fardo sobre sus hombros, complementado ello con la necesidad de instrumentar un acuerdo de pacificación en contra del cual se ha pronunciado en múltiples ocasiones como candidato, por considerar que se hicieron “concesiones que ponen la criminalidad por encima del Estado de Derecho, pues los máximos responsables de crímenes de lesa humanidad no van a pagar un día de cárcel y van a tener el camino en tapete rojo para participar en política».

Por fortuna, a pesar de sus cortos 41 años, no son pocos los años en los que este líder puede exhibir cercanía a los centros de Poder Ejecutivo y Legislativo, además de haber trabajado muy próximo a dos de los dirigentes más fuertes que el país ha tenido en la última década, Juan Manuel Santos y Álvaro Uribe.

Pero en el período gubernamental que le tocará harán crisis elementos de la dinámica colombiana que lo someterán a duras pruebas. Tiene a su favor no tener ningún tachón en su hoja de vida ni haber sido objetivo nunca de un proceso judicial en su contra. Pero le sobrarán aquel género de enemigos que no le harán leve su tránsito por la Presidencia: los defensores a ultranza del proceso de paz de Santos y los agresivos detractores del uribismo.