COLUMNISTA

El colectivismo burocrático y nuestros niños

por Héctor Silva Michelena Héctor Silva Michelena

De acuerdo con una información de la agencia Bloomberg, del 23 de julio pasado, firmada por Andrew Rosati, sobre la contracción del PIB prevista para 2018, e inflación proyectada por el FMI, la economía venezolana caerá 18% este año, y la inflación en Venezuela alcanzará 1.000.000%. Esto es comparable con la época de las Pompas de Jabón, en Alemania, en 1923, y con Zimbabue en 2000. Para 2019, prevé una baja de 5%, una mejora notable, pues el precio del crudo WTI oscilaría alrededor de 69-70 dólares el barril. Las predicciones fueron formuladas por el economista Alejandro Werner, jefe del departamento del Hemisferio Occidental del FMI.

Estas son sus palabras: “La crisis es comparable a la de Alemania en 1923 o Zimbabue a fines de la década de 2000”. Pronosticó que la economía se contraerá 18% en 2018, el tercer año consecutivo de contracciones de dos dígitos, ya que la producción de petróleo cae significativamente.

“El colapso de la actividad económica, la hiperinflación y el creciente deterioro en la provisión de bienes públicos, así como la escasez de alimentos a precios subsidiados han dado lugar a grandes flujos migratorios, lo que llevará a efectos de contagio intensos en los países vecinos”, subrayó Werner en su blog.

Venezuela ha sufrido un dramático colapso económico desde que los precios del crudo bajaron en picada hace casi cuatro años y las autoridades se han negado a implementar ajustes económicos. Varios controles de precio e intercambio solo se agregaron a las distorsiones.

Mientras cientos de miles de venezolanos huyen del hambre y de los precios en alza, el presidente Nicolás Maduro ha sostenido que la crisis es el resultado de una “guerra económica” emprendida por sus opositores políticos dentro y fuera del país. A medida que la economía se desarrollaba, las autoridades dejaron de publicar regularmente indicadores económicos. Los economistas ahora dependen de estimaciones independientes proporcionadas por organizaciones internacionales, bancos e incluso el Congreso de Venezuela para rastrear el colapso económico del país.

El índice Café Con Leche de Bloomberg, que registra el precio de una taza de café en una panadería en el este de Caracas, calcula que la inflación superó 60.000% durante el año pasado y ahora está cobrando velocidad, registrando una tasa anual de casi 300.000% en los pasados tres meses.

Definición de genocidio, según la Real Academia Española (www.rae.es):

Del gr. γένος génos ‘estirpe’ y -cidio. m. Exterminio o eliminación sistemática de un grupo humano por motivo de raza, etnia, religión, política o nacionalidad. U. t. en sent. fig.

Pregunta inocente: si los precios suben por el ascensor y los salarios por la escalera ¿no estamos observando la perpetua carrera de Aquiles y la tortuga? La crisis humanitaria es alarmante ya que la muerte infantil por inanición es grave. Cuando el índice de desnutrición infantil llega a 5% es alarmante. En Venezuela, según Cáritas, asciende a un letal 16,2% de niños menores de 9 años. Según la ONU, en julio de 2018 Venezuela tendrá 1.005 niños de 0 a 9 años desnutridos, pues ese segmento de población suma 5.910.333 infantes. Sufrirán daños irreversibles, hasta la muerte.

Este es el resultado de la aplicación sistemática, durante al menos 5 años, de desastrosas políticas públicas llevada a cabo por una casta burocrática enquistada en el poder. ¿Es esto socialismo? Decían Marx y Engels en El Manifiesto (1848): “En vez de la sociedad burguesa (…) tendremos una asociación en la cual, el libre desarrollo de cada quien, es la condición para el libre desarrollo de todos”. ¡Cuán lejos de esto está el llamado socialismo del siglo XXI!

¿No estamos en presencia de un genocidio de lo más preciado de un país, sus niños? Ya sabemos la respuesta del gobierno y aliados: ¡es la guerra económica del imperio y la burguesía interna!, implacable y cruel, siempre cruel. Es el Deus Ex Machina, el elemento externo del gobierno para justificar la tragedia venezolana, y a ese cíclope llamado hiperinflación que devora los medios de vida del pueblo llano. Es todo.