El tiempo siempre ha sido el sabio y justo juez, con las elecciones regionales no será la excepción. En efecto. En una suerte de desviar la atención del origen del problema: Nicolás Maduro a contrapelo de la Constitución impuso una asamblea nacional constituyente comunal, la cual desconocimos el 16J más de siete millones y medio de venezolanos, y hoy no la reconocen más de cincuenta países.
La imposición de esa constituyente representó la materialización inequívoca de otro capítulo de los golpes de Estados continuados que vienen ocurriendo en Venezuela. La asamblea nacional constituyente comunal se erigió como el superpoder al cual deben subordinarse los demás, incluido el Consejo Nacional Electoral. Si el mundo entero no lo duda, mal podríamos dudarlo nosotros ¡aquí hay dictadura! Ante este incómodo panorama no sé por qué se ha originado la disyuntiva entre participar o no, en un proceso electoral convocado, organizado y supervisado por un ente desconocido por quienes acudimos al plebiscito del 16 de julio.
Se ha generado demasiada polémica. Nos han dicho incluso que estamos en comparsa con el régimen. Ya que al decir de quienes nos atacan por nuestra coherente posición de no participar en ese chantaje regional, es dejarle el camino abierto a los rojos para que obtengan todas las gobernaciones sin necesidad de cometer fraude. Amigos míos, cuán equivocados están. Es precisamente lo contrario. El solo hecho de inscribirse es convalidar el fraude. Elecciones con esas condiciones son una verdadera burla. Me explico. No son regionales porque no habrá elección de los consejos legislativos regionales, pero lo más absurdo es que habiendo desconocido a la asamblea nacional constituyente comunal, ahora nos presentemos con candidatos bajo las normas que ella indique, que incluirá hasta la expedición por parte de ese ente espurio de cartas de buena conducta para cada uno de los aspirantes.
Nos han llevado al extremo de discutir la conveniencia o no, de participar en las elecciones cuando eso ni siquiera lo deberíamos estar discutiendo, porque muy claramente desde abril exigíamos la conformación de un gobierno de unidad y la renovación de todos los poderes, para luego realizar elecciones generales.
La agenda política de ¿la oposición?
Hoy en día la agenda política de la “oposición-MUD” son las mal llamadas elecciones regionales, y es un inmenso error que la política del sector democrático sea definida o impuesta por el régimen. No podemos perder el foco de nuestras luchas. Maduro está desesperado por lavarse la cara de dictador y qué mejor oportunidad para hacerlo que con las regionales, donde todos sabemos que aun “ganando” todas las gobernaciones no podremos hacer absolutamente nada a favor de quienes queremos salir del régimen. Al contrario, daríamos un gran salto hacia atrás por las siguientes razones: Poco a poco iríamos perdiendo el apoyo internacional porque a lo interno reconoceríamos lo que ellos han desconocido (la ANC) y perderíamos apoyo popular, que lo tenemos, en el peor de los casos, con un porcentaje cercano a 85%.
Cuando digo que, de ganar la mayoría de las gobernaciones, igual no se puede solucionar nada, los “electos” no tendrán la capacidad de resolver los problemas de las regiones que se supone son de las competencias de los gobernadores. Es decir, elegiremos cargos pero no gobernantes que puedan ejercer el poder, pues le desmontarán el presupuesto y las atribuciones. ¿O es que no han escuchado hacia dónde van los tiros de la espuria asamblea nacional constituyente? Para ella, la implementación del plan de la patria es prioridad, esto es, la consagración del Estado comunal, donde las gobernaciones quedarán como un jarrón chino, si es que las dejan.
Quizá a ciertas organizaciones políticas las regionales las utilizarán para engordar su cartera clientelar a través de una nómina pública, pero nunca para satisfacer las aspiraciones de los electores que desesperadamente apuestan por un cambio de gobierno. Esto incluye a Nicolás Maduro y todo lo que él puede representar.
La propuesta.
La pregunta ante este planteamiento siempre es, entonces, ¿cuál es la propuesta?, pues, seguir por el camino planteado antes del 30J, desconocimiento del régimen dictatorial, que incluye la asamblea nacional constituyente comunal, insistir en la solicitud de la aplicación de la Carta Democrática Interamericana, volver a las calles de manera pacífica sin confrontar a los esbirros del régimen. Pedirle a la Asamblea Nacional que cumpla con el mandato del 16J, que terminen de nombrar los poderes, tal cual se le exigió en el plebiscito; para luego convocar las elecciones generales. No estas, que oxigenan al tirano.
Debemos ratificarle a la Fuerza Armada Nacional que deben cumplir con sus obligaciones constitucionales, para ello es necesario hablarles con sinceridad, esto pasa por presentarles un plan de reinstitucionalización para los cuatro componentes. Garantizarles estabilidad dentro de la institución a todos aquellos efectivos que asuman el compromiso para con el país y se desmarquen de posiciones ideológicas partidistas. Ya tenemos adelantado un instrumento que debe aprobar la Asamblea Nacional que consagre una especie de amnistía para aquellas faltas en las que se hayan visto involucrados los oficiales. Siempre tenemos que tener presente que sin acercamiento a la institución militar difícilmente saldríamos de los bandidos atornillados en el poder. Necesitamos de ese brazo que en nombre de la república poseen las armas, para poder ejecutar las decisiones del soberano, en caso de que los que hoy detentan el poder se nieguen a acatarlas.
La sagrada institución del voto.
Los demócratas creemos en la institución del voto cuando se ejerce de manera legítima y para procurar cambios verdaderos. Lo que no podemos es utilizarlo para burlas o fraudes constitucionales.
Al invitar a votar en estas elecciones regionales la institución del voto se debilitará. Esto lo digo por lo siguiente: los ciudadanos que acudan a votar, lo harán con la esperanza de lograr un cambio y, al darse cuenta de que ese cándido sueño no se hará realidad porque la persona que eligieron no podrá hacer absolutamente nada, llegará la desilusión y la frustración. Hasta cuándo lo debemos repetir: el gran problema está centralizado y asegurado por los factores que en este momento ejercen el poder, no es asunto de cambiar un gobernador o un alcalde, la putrefacción es de todo este andamiaje populista y, peor aún, comunista que nos ha desangrado y empobrecido.
Ya verán en aquellas gobernaciones que logren los candidatos opositores aglomeraciones de gente reclamando respuestas concretas a la grave crisis. No se extrañen cuando vean protestas con los enfermos en camillas, ciudadanos pidiendo comida y medicamentos. Sin contar las cotidianas exigencias a los gobernantes, tales como: alumbrado, seguridad, cloacas, dotación para las escuelas, discusión de contrataciones colectivas y pare usted de contar.
Elegir a personeros de la oposición para que no resuelvan nada, insisto, es un retroceso de nuestras luchas. Se acentuarán las diferencias dentro del bando opositor. No lo duden. Porque comenzarán las exigencias al gobernante y, en las protestas contra ellos se confundirán oficialistas y opositores. Claro, no faltará alguien por allí que lo defienda con el siguiente argumento: “No protesten contra el gobernador, lo que pasa es que no le bajan los recursos”.
Termino diciéndoles que la credibilidad se gana con la coherencia entre lo que se dice y lo que se hace. Presentarse en las elecciones regionales es una incoherencia garrafal. Aquellos que resulten “vencedores”, en muy poco tiempo serán rechazados por quienes los eligieron. Si les quedó alguna duda del por qué no debemos votar, solamente les recordaré como comencé: el tiempo se encargará de sentenciar.
El periodismo independiente necesita del apoyo de sus lectores para continuar y garantizar que las noticias incómodas que no quieren que leas, sigan estando a tu alcance. ¡Hoy, con tu apoyo, seguiremos trabajando arduamente por un periodismo libre de censuras!
Apoya a El Nacional