El discurso opositor prevaleciente en relación con los chavistas consiste en abrirles las puertas, darles la bienvenida y asegurarles que tienen un espacio en la democracia por venir. Son expresiones animadas de buenas intenciones y amplitud; pero, incurren en errores fundamentales.
No es una aproximación correcta asumir que bajo nuestro techo caben otros, como si donde estamos o nos guarecemos fuese un lugar estable que abre sus puertas a los descarriados. Más bien, lo que está ocurriendo es una confluencia de “ellos” y “nosotros”, donde “ellos” no se transforman en “nosotros” sino que se crea un nuevo cuerpo social en el que todos cambiamos. No es la situación de superioridad en la que recibimos con palmaditas condescendientes en la espalda a los extraviados, sino que es la construcción de una nueva fuerza social que supera –aunque no disuelve completamente– la dicotomía entre chavistas y antichavistas y se transforma en una nueva: “los de abajo” en contra de los “de arriba”.
Ese hecho político y social genera cambios formidables y la dirección del movimiento se hace, por la nueva realidad creada, más compleja. La MUD es parte fundamental de esa dirección, pero no es la única. No por la disputa interna que ha habido entre partidos opositores sino porque la confluencia de 2 poderosas vertientes abre campo para múltiples vectores de dirección que, en estos más de 50 días de lucha, se han encontrado en la calle sublevada. Hay convergencia, hay coincidencia, pero –todavía y quién sabe si ocurrirá– no hay un mando único.
Si así acontece en la calle, un fenómeno análogo tiene lugar en las alturas. Los cambios de algunas figuras que han sido importantes en el chavismo son reveladores de un cataclismo político dentro del núcleo que controla el poder. Es un deslave que tiene lugar por diferentes causas: desde los que tienen fundados motivos para no querer estar en las listas de Estados Unidos hasta los que no desean seguir chapoteando en esa inmensa laguna de sangre producto de la represión. Sin dejar de lado a los militares que no aspiran a aparecer en la foto del lado de los que promueven la acción de francotiradores en contra de la población civil desarmada.
Es una convergencia en medio del caos. Y, lo que es más importante, es que Maduro solo puede aguantarse si intensifica exponencialmente la represión, agrietando más su frente interno. Las fuerzas por el cambio, al contrario, muestran capacidad de mantenerse mucho tiempo en las calles. En este pulso, Maduro tiene alta probabilidad de perder, y ya no tiene anzuelos eficaces. Creo.
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