“El objetivo más noble que puede ocupar el hombre. Es ilustrar a sus semejantes”. Bolívar
«…Leonardo Ruiz Pineda estudiaba en Caracas, llegué mandado por mis compañeros de Rubio a una pensión. Él me envía al Concejo Municipal donde trabajaba Guillermo Salazar Meneses, jefe del PDN…» Así describió Carlos Andrés su llegada a la capital y el comienzo de su camino al liderazgo político nacional.
Carlos Andrés inició su actividad política a los 15 años, alistándose en las filas del PDN, organización clandestina previa a Acción Democrática. Cuando viajó a la capital, cursó bachillerato en el Liceo Andrés Bello y estudió derecho en la Universidad Central de Venezuela. Entre 1945-1947 fue el hombre de confianza de los líderes de Acción Democrática, lo suficiente para ejercer como secretario del presidente Rómulo Betancourt y del Consejo de Ministros en la Junta de Gobierno, el llamado trienio adeco. Electo diputado en 1948, fue detenido y expulsado luego del derrocamiento del presidente Gallegos. En el exilio se reunió en La Habana con Rómulo Betancourt y de allí pasó a Costa Rica. Betancourt fundó el PCV en Costa Rica.
El presidente Pérez jamás terminó de estudiar derecho. Sus actividades políticas lo absorbieron hasta el punto de que luego de ser derrocado Marcos Pérez Jiménez regresó al país para ser electo diputado en los períodos 1959 y 1964. Cuando Rómulo Betancourt es electo, es nombrado director general del Ministerio de Relaciones Interiores en 1960, dos años más tarde fue nombrado titular del mismo. Fue jefe de la fracción parlamentaria de Acción Democrática (1964-1968) y miembro de su Comité Ejecutivo Nacional (CEN) a partir de 1968.
Carlos Andrés fue designado un 18 de febrero de 1963, como presidente interino del país, mientras Rómulo Betancourt realizaba una gira por Estados Unidos. Al Gocho se le recuerda con la dura imagen que irradió al frente del ministerio de Relaciones Interiores en esos tiempos de enfrentamiento en contra de las luchas antiguerrilleras.
Carlos Andrés fue electo en 1973 gracias a que logró cambiar su imagen -algunas empresas extranjeras, fueron contratadas para ese maquillaje- . Rómulo ya no estaba a su lado. Se retiró de la vida partidista en Venezuela. No hizo comentario público alguno para referirse a quien siempre lo acompañó en el ejercicio del poder. Guardó silencio.
Rómulo no se planteaba el “yo” líder. Él tenía la visión de la construcción de un liderazgo en masa, del pueblo. Era, según su visión, el liderazgo que generaría los verdaderos cambios y las transformaciones sociales que definirían a una nación. Carlos Andrés fue diferente. Tal vez Betancourt imaginaba las consecuencias de un liderazgo grandioso, pero sin humildad. Quizás el padre de la democracia, tuvo la visión de las consecuencias de, al no ser ejemplarizante con la ética, los valores familiares, la asertividad. Desencadenarían, esas vanidades personales, en la fractura de la democracia.
No conocí a Rómulo Betancourt. Mi compadre Ángel García me dio la satisfacción de conversar con Carlos Andrés al menos una vez.
Carlos Andrés siempre estuvo al lado de Betancourt. Al parecer, no siempre.