En estos días he escuchado algunas opiniones en el sentido de que se exagera la influencia de Cuba en los asuntos internos de Venezuela. La verdad es que no entiendo qué significa eso. Me parece obvio que las decisiones decisivas sobre el poder en Venezuela, no se toman en Caracas sino en La Habana. Y esa obviedad se fundamenta, entre otras razones, en que Maduro se lo pasa viajando para allá a reunirse con Raúl Castro.
Los viajes que se publicitan son innumerables, a los que deben sumarse los que no se publicitan. ¿Por qué viaja tanto Maduro a Cuba? No es para hacer turismo o para descansar, lo que desde luego podría formar parte de su agenda. Es para recibir la línea que Castro y sus camaradas consideran conveniente para nuestro país. Sobre todo en el dominio político. ¿O acaso esto es una exageración? No lo creo.
De hecho, forma parte del “legado” del predecesor, con el agravante de que el sucesor llegó a Miraflores por una decisión “conjunta”, por decirlo de alguna manera, de los hermanos Castro y Chávez. Ahora bien, es posible, aunque no necesariamente probable, que los recursos de la “cooperación” hacia Cuba hayan disminuido. Pero eso es una cosa, y otra que la subordinación de Maduro también haya disminuido.
¿Por qué, entonces, el interés es minusvalorar la “influencia” castrista en Venezuela? Puede ser por ignorancia disfrazada de sapiencia, puede ser por intereses impresentables, puede ser por meras ilusiones. Pero no, la “influencia” de Raúl Castro y su procónsul, Ramiro Valdez, en las cuestiones internas de Venezuela se mantiene y acaso se acrecienta.
La razón es sencilla: Cuba depende más que nunca de la llamada hegemonía roja que impera en Venezuela. Y eso no parece que vaya a cambiar. Al contrario. Con los cambios en la orientación ideológica de distintos gobiernos de países de la región, que antes eran amigos o aliados de los Castro y que ya no lo son, la dependencia de los recursos venezolanos se acentúa.
Esto puede explicar por qué arrecia la represión, la violación masiva de los derechos humanos, la persecución de los opositores políticos, tanto civiles como militares. Los hermanos Castro siempre pusieron en práctica aquello de que “no hay enemigo pequeño”. Y la crueldad que se está experimentando en Venezuela, por parte de la acción represiva de la hegemonía, debe derivarse de eso.
Maduro no puede, ni sabe, ni mucho menos quiere distanciarse de Castro. Si no entendemos esto, me parece que no entendemos nada.
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