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El castillo de arena

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Cuando me preguntan sobre la estabilidad del régimen de Nicolás Maduro, tengo una respuesta que es, cada día, más elaborada y más contundente. No se trata del descubrimiento del agua tibia. Afirmo que un gobierno que ha conducido a Venezuela a la crisis descomunal que vivimos, producto de la ineptitud, la mediocridad, la corrupción, los trasnochos ideológicos y sin el menor propósito de enmienda, no puede durar mucho. La pregunta no es cuándo ni cómo va a caer, sino cómo puede sostenerse. También suelo comentar que en el momento en que los historiadores, dentro de 50 años, estudien la situación venezolana de 2018, dirán: “Pasó lo que tenía que pasar, ese desastre tenía que acabarse”.

Mis argumentos son muy poderosos, pero encierran una gran debilidad: Maduro sigue allí. Más de una vez, después de dar mi impecable demostración, recibo este implacable comentario: “Oye, Gustavo, todo eso está muy bien, pero me dijiste lo mismo el año pasado…”.

Recientemente, mi amigo Luis Raúl Matos Azócar me dio una explicación que ayuda a entender lo que ocurre.

Matos es un político veterano, en un tiempo fue una de las grandes promesas de Acción Democrática. Ministro en varias oportunidades. Desde hace más de 20 años se dedicó a la vida académica. Actualmente es director del Programa de Gobernabilidad de la Escuela de Gerencia Política de la George Washington University. Tengo un gran respeto por la inteligencia, la bonhomía y el sentido del humor de Luis Raúl y siempre lamento que no tuviera mejor suerte en la política venezolana.

¿Cuál es la explicación? Luis Raúl ha hecho investigaciones sobre la inestabilidad y me cita un libro del físico norteamericano Mark Buchanan, intitulado Ubiquidad: ¿Por qué ocurren las catástrofes? Su explicación tiene que ver con la teoría del caos, la teoría de la complejidad y con los Estados inestables.

A ver, todos, en alguna oportunidad, estando en la playa hemos tratado de hacer una torre de arena. Lo hacemos vertiendo arena en una pila que se hace cada vez más grande hasta que, por algún lado, comienza a desmoronarse.

Imagínense, dice Buchanan, dejando caer un grano de arena tras otro sobre una superficie plana. Pronto se hace una montaña de arena y finalmente, con un solo grano adicional, comienza el derrumbe.

Destacados científicos han estudiado el problema (no porque les interesen los castillos de arena, sino para tratar de comprender lo que llamaron “sistemas sin equilibrio”). Después de una gran cantidad de pruebas con millones de granos de arena en laboratorios y con computadoras, encontraron que no hay un número típico. Algunos involucraron 1 solo grano; otros, 10, 100 o 1.000. Otros fueron cataclismos que derribaron casi toda la montaña. En cierto momento, literalmente, con cualquier cosa, podría estar a punto de ocurrir el derrumbe.

Las torres de arena devienen algo completamente caótico, en su imprevisibilidad. Lo que resulta realmente interesante, de acuerdo con Buchanan comentado por Matos, es que se desarrolla una imagen mental que nos ayuda a comprender la organización de los mercados financieros y la economía mundial. Luis Raúl agrega: los sistemas políticos.

Un solo grano de arena puede desencadenar una reacción en cadena cataclísmica.

En un sistema político como el venezolano, signado por una inestabilidad total, los granos de arena caen irregularmente sobre la torre. A veces es uno solo, otras veces son muchos. Los granos de arena son la muerte en la carretera de dos grandes peloteros o la venta de perniles podridos o la hiperinflación de cada día, o las estupideces de Maduro o unas elecciones municipales amañadas o la detención de un líder sindical o un reloj de oro del Tuerto Andrade, o un artículo de Thaís Peñalver o de Leonardo Padrón, o una carta de Laureano Márquez o una declaración de Rafael Cadenas o la muerte de un niño en el Hospital J. M. de los Ríos por falta de medicamentos o la caída diaria de la producción de petróleo. Uno o varios granos de arena precipitarán la caída.

Cada día seguirán cayendo, inexorablemente, granos de arena y por lo tanto la inestabilidad permanecerá. ¿Cuándo se derrumbará el castillo? No se puede dar una fecha exacta, pero de que se cae, se cae.

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