1. Vista nocturna del Coliseo. Carl Gustav Carus, c. 1830 (f. Museo del Hermitage, San Petersburgo).
“No estamos desoladas –nosotras las pálidas piedras–;
No todo nuestro poder se ha ido; no toda nuestra Fama…”.
Edgar Allan Poe. (1)
1. A-frame
Desolados por los graves acontecimientos ocurridos el 15 de enero pasado en El Junquito, donde se llevó a cabo la masacre de siete jóvenes patriotas, las imágenes de esa comarca caraqueña y del chalet de montaña donde ocurrieron los hechos no dejan de rondarnos.
Para nosotros los arquitectos, las imágenes son quizás más importantes que para el resto de los mortales (Pinterest fue creado por un arquitecto), y esa foto en particular de la casa donde Oscar Pérez y su grupo perdieron la vida, como aparecía en la grafica de Caraota Digital, idílicamente colgada al borde de la ladera con el magnífico paisaje campestre de El Junquito detrás, pero bombardeada con saña por los misiles y las balas hasta reducirla a mortal trampa jaula, la vemos no solo como la imagen misma de la maldad, sino como la metáfora perfecta de nuestra ciudad después de todos estos oscuros años.
2. El Junquito (f. Caraota Digital, 2018)
3. A-Frame
Quiso el destino que Oscar Pérez, como consecuencia del marcado talante cinematográfico que lo caracterizó en vida, escogiese, quizás sin saberlo, como refugio una atractiva curiosidad arquitectónica: una A-frame house o casa en A (2), una tipología de origen estadounidense muy popular en las zonas montañosas venezolanas como Mérida, la Colonia Tovar y El Junquito, a mediados del siglo XX. Un set muy singular que le serviría de escondite, de refugio y, sin saberlo, de última morada.
Su muerte y la de todo su equipo ahí, para nosotros, es así aun mayormente infausta, si es que esto es posible. Porque hay resabios en esa arquitectura y en esos parajes de la manera cómo se vivía –y no de cómo se moría– de la Caracas cosmopolita de mediados del siglo pasado. No olvidemos que en las cercanías del lugar está el moderno Junko Country Club, con sus bosques de pinos, sus hoyos de golf y su placentero parque arquitectónico constituido fundamentalmente por follies y second homes como esta.
De ahora en adelante la bucólica comarca montañosa, cual nueva Twin Peaks, agrega tristemente a su memoria urbana una abominable tragedia que ennegrece para siempre sus dulces colinas. Pero, pensándolo bien, en verdad, ¿qué sitio de nuestra ciudad se ha logrado salvar de este continuado proceso de muerte, re-escritura fatídica y destrucción? Ninguno.
2. Tras las corrosivas horas…
Pocos días después, el 19 de enero, el mundo celebraba un nuevo aniversario del nacimiento de Edgar Allan Poe. En una de tantas páginas web que se unieron a la fiesta global, tuvimos la suerte de encontrarnos con un poema suyo que le devolvió en gran medida sosiego a nuestro corazón.
Se titula “El coliseo”, y fue dedicado por Poe a una meditación sobre la ruina en 1833. En el delicioso sitio italiano Milestone Rome lo publicaron ilustrándolo atinadamente con una vista nocturna realizada casi al mismo tiempo por un pintor romántico alemán, Carl Gustav Carus (Vista nocturna del Coliseo, 1832). (3)
Contemplando el perfil derruido del gran circo romano a la luz de la luna, nos imaginábamos a Poe deambulando entre las ruinas por la noche como si estuviera caminando por las calles de nuestra ciudad: recorriendo “cada muro que se desmorona; cada vacilante arcada; cada enmohecido plinto; cada triste y ennegrecido vano; cada indeciso entablamento; cada friso roto y cada golpeada cornisa”. (4) Oyéndolo, pensábamos en la casa en ruinas de El Junquito y en las ruinas de Caracas. Porque todo aquel paraje de la muerte empezaba a ser para él en la oscuridad, también como un naufragio. Así, «humilde y alterado», Poe se arrodilla entre sus sombras y se hace esta pregunta:
“Son estas piedras, ay! –estas piedras grises–
son ellas todo;
Lo que lo grande y lo colosal nos dejaron
Tras las corrosivas horas al Destino y a mí?”. (5)
Y es aquí donde ocurre algo maravilloso. Porque la arquitectura le responde, diciendo magníficamente así:
«No todo; no todo:
Sonidos proféticos, y fuertes, se elevan por siempre,
desde aquí, y desde toda ruina, hacia los sabios (…)
No estamos desoladas –las pálidas piedras–;
No todo nuestro poder se ha ido; no toda nuestra Fama;
No toda la magia de nuestro alto reconocimiento;
No toda la maravilla que nos rodea;
No todos los misterios que en nosotras yacen;
No todas las memorias que persisten,
Y que nos envuelven ahora y siempre,
Y que nos visten de un ropaje mayor que la gloria».
Honor a los caídos en la lucha por la libertad.
NOTAS:
1. «We are not desolate –we pallid stones;/ Not all our power is gone; not all our Fame;/ Not all the magic of our high renown;/ Not all the wonder that encircles us;/ Not all the mysteries that in us lie;/ Not all the memories that hang upon,/ And cling around about us now and ever,/ And clothe us in a robe of more than glory». Edgar Allan Poe. The Coliseum.
2. Wikipedia: «A-frame house»: Estilo arquitectónico de casas que emplea lados profundamente angulares (línea del techo) que usualmente comienzan en la base y se encuentran en el tope haciendo la forma de la letra A: https://en.m.wikipedia.,org/wiki/A-frame_houseš/media/File%3AExterieur_OVERZICHT_ PLAGGENHUT_BIJ_HET_KANAAL_-_Erica_-_20309407_-_RCE.jpg
3. «A poem on the Colosseum by Edgar Allan Poe», Literary Rome, Milestone Rome, Roma, 1 de agosto, 2016: http://www.milestonerome.com/2016/08/a-poem-on-the-colosseum-by-edgar-allan-poe/
4. «These crumbling walls; these tottering/ arcades;/ These mouldering plinths; these sad, and/ blacken’d shafts;/ These vague entablatures; this broken frieze;/ These shattered cornices». E.A. Poe. The Coliseum. Op. Cit.
5. «These stones, alas! –these grey stones–/ are they all;/ All the great and the colossal left/ By the corrosive hours to Fate and me?». E.A. Poe. Ibid.