La crisis enluta, opaca y oscurece el nuevo aniversario del cine nacional, que se celebrará el próximo domingo 28 de enero, todavía en Tiempos de Dictadura.
El gremio quiere vivir en democracia, superar los escollos del medio, motorizar proyectos en libertad y sin censura.
Pero el entorno no favorece el desarrollo de la industria al atarla a un modelo económico inviable, el del fracasado socialismo del siglo XXI.
El ministro de Cultura, Ernesto Villegas, subyuga a los entes correspondientes, imponiéndoles el corsé moral y financiero de unas doctrinas atrasadas.
El otrora propagandista de VTV dibuja la sonrisa hipócrita del poder, mientras ordena la ejecución de potes de humo disolventes, para tapar las protestas y buscar lavar el cerebro con estrategias pasadas de moda.
Usted debe volver a los estudios o renunciar al cargo, si le queda algo de dignidad. No será el caso, porque se siente convencido de “estar del lado correcto de la historia”.
Permítame recordarle lo contrario. Encabeza usted una gestión repudiada por la mayoría de realizadores honestos del país, quienes exigen cuentas claras y la reactivación operativa del CNAC, un organismo hoy maniatado, paralizado y forzado por la burocracia roja a ser un tímido reproductor de las políticas demagógicas del madurismo.
Note el fracaso de taquilla de los largometrajes mandados a hacer por encargo, durante las últimas dos décadas. Vimos cómo fueron gestados en condiciones viles. Recuerde el caso de Maisanta, cargado de denuncias por despidos injustificados y cacerías de brujas.
Pensaron ingenuamente en competir así con Hollywood y el imperio de Mickey Mouse. Después de una fila de bancarrotas anunciadas, lograron generar el efecto contrario. Un backlash.
El público no es tonto y castiga con indiferencia las groseras manipulaciones históricas de la Villa del Cine. ¿Quién responde por semejantes desfalcos a la nación? ¿Y el dinero regalado a Danny Glover? ¿Por qué Noticine dejó de apoyar los lanzamientos “hechos en casa”?
Lo repetimos una y mil veces. Al espectador se le debe respetar su inteligencia, ofreciéndole realidades y verdaderas en ficción. Sin embargo, optaron por crear mentiras, sofismas y encubrimientos, provocando la estampida de la audiencia.
Reconozcan en Miraflores el absoluto fiasco de El hombre de las dificultades, Zamora, Comando X, Días de poder y cuanto esperpento fabricaron para complacer al galáctico.
Menos mal, los independientes y autores comprometidos trabajaron a contracorriente de la ola del arrastre, para ganar premios y laurales con cintas condenadas por la inquisición del PSUV, como Pelo malo, Desde allá, Hermano, El silencio de las moscas y Piedra, papel o tijera, auténticas piezas de resistencia y reafirmación personal ante la amenaza de convertir a los realizadores en peones del tablero militar.
No en balde, Román Chalbaud ejemplifica el estereotipo del perfecto director al servicio de la conspiración comunista. Formado en la cuarta república, ahora reniega de su pasado y dice encarnar la utopía de un futuro posible, lleno de próceres, hombres fuertes y pelucones uniformados. Le encanta fantasear con imágenes de bigotudos enfundados en pantalocitos calientes, charreteras y botas de cuero. Toda una estética de lo cursi, saldada con recaudaciones paupérrimas y críticas lapidarias. Es el cine qualité del izquierdismo caviar. Un trabajo onanista y sectario, desligado de los intereses y gustos de las generaciones de relevo.
Frente a ello, los jóvenes responden con las imágenes de protesta de Selfiementary, La Soledad y El Inca (prohibida y perseguida por el régimen). Por ahí merece pasar la redención del sistema audiovisual deprimido y reprimido. Denunciemos la falta de tino de ejecutar una trilogía sobre Hugo Rafael, en una época urgida de medicinas en lugar de derroches innecesarios. Aboguemos por un cine cónsono con los reclamos del momento.