Empeñados en no perder lo que somos y no dejarnos llevar por la indignación, decepción, ira y tristeza ante la última acometida del régimen el pasado 15 de octubre, así como por la ausencia de una dirigencia política dispuesta a enfrentarla –salvo las honrosas excepciones de María Corina Machado y Antonio Ledezma– pero sí convivir con ella muy cómoda, seguimos resistiendo de distintas formas. Esta vez con el primer juego Caracas versus Magallanes de la temporada 2017-2018 de la LVBP en el Estadio Universitario en Caracas.
Ciertamente, con la depresión económica, el estadio no se llena como en otros años; sin embargo, pudiera considerarse que este juego fue la excepción, aunque incluso para ser un partido entre los eternos rivales no se vio la concurrencia acostumbrada.
¿Cuál es la diferencia este año, si incluso podría decirse que ha sido el año más difícil de sobrellevar esta dictadura? A nuestro modo de ver, una vez más se notó un enorme esfuerzo por parte de la empresa privada. La plaza de los estadios, que es la antesala al Universitario, lucía locales organizados y limpios, los espacios estaban iluminados, los locales de comida tenían variedad de oferta y precios. Quien no podía pagar las entradas para ver el partido, lo podía hacer en la plaza con las pantallas que fueron dispuestas para tal fin.
Si bien en regímenes socialistas, que inevitablemente terminan en totalitarismos, se estrangulan en primer momento los derechos y libertades económicas, el mercado, que somos todos nosotros tomando decisiones para alcanzar nuestros fines y propósitos, subsiste.
En este sentido, en Diálogo de conversos, Roberto Ampuero y Mauricio Rojas son categóricos al afirmar: “El socialismo puede echar al mercado por la puerta, pero le entra de vuelta por la ventana del mercado negro. Creen que pueden controlar los precios, así como creen controlar las conciencias, pero esto último puede resultar más fácil que lo primero (…) No, no hay forma de doblarle la mano invisible al mercado, y eso lo demuestran especialmente los países socialistas”.
Por una parte, “la mano invisible” del mercado se manifestó a través de esa empresa que se niega a morir. La mano invisible es la que coordina la acción de los integrantes de una empresa sobre los distintos medios de producción, quienes acumulan experiencia y conocimiento en procura de mejorar la empresa, lo que se plasmará en creatividad e innovación y en beneficios para los terceros que se relacionan con esa empresa.
Por otra parte, “la mano invisible” se manifestó en cada fanático dispuesto a apoyar a su equipo, o el que solo disfruta de un juego de beisbol, o incluso el que quiso satisfacer una curiosidad y presenciar un juego emblemático; en suma, “la mano invisible” se manifestó en todo aquel que decidió que en una dictadura como la actual no se cederán los espacios que nutren el alma y permiten mantenernos en pie.
Omitiendo la presencia de la policía, lo que vimos ese día fue ejemplo de iniciativa privada a través de la función empresarial y del talante ciudadano del público. Los que nos quedamos en el país apostamos y trabajamos porque algún día esto se multiplique y sea permanente.