En su ensayo La historia en Venezuela: usos, abusos y desusos, el recordado Simón Alberto Consalvi desarrollaba la tesis de que los gobernantes disponen de la historia a su conveniencia. Stalin se hacía incluir en sucesos en los que no había participado y alrededor de la guerra de la Independencia se ultimó una manipulación de modo de concebir una edad de oro indiscutible para forjar un dogma de fe republicano. Consalvi citaba al dictador portugués Salazar para quien “los pueblos felices carecen de historia”. Peor es cuando a los pueblos se les impone una historia retorcida para justificar un presente igualmente retorcido. En eso consiste nuestra suprema infelicidad ontológica: el presente ha viajado al pasado para impugnarlo. La historia se convierte en un patrón con el cual se confeccionan los engaños de hoy. Enumerar las mentiras construidas en los últimos 20 años es un ejercicio fatigoso y perverso que ya encararán los historiadores del futuro en su rol de humoristas. Ejemplos sobran como que Bolívar fue socialista (hoy sería un “neoliberal”, concepto inventado igualmente), que Cipriano Castro defendió el petróleo de los compañías extranjeras, que los americanos impusieron a Juan Vicente Gómez en el poder o que la misión militar estadounidense daba las pautas a los locales. Otra de las grandes mojigangas fue que el predecesor del actual presidente nacionalizó el petróleo, una impostura cómica e ilusa.
Continuando con los desusos de la historia y a propósito del reciente fallecimiento de José Antonio Abreu, los abundantes homenajes en su honor coinciden en olvidar que el sistema de orquestas fue creado por el presidente Carlos Andrés Pérez en 1975, siendo su ministerio de adscripción el de la Juventud, cuyo titular para ese entonces era Alfredo Baldó Casanova. Para mayor abundamiento, la creación de Fesnojiv el 12 de febrero de 1979 se realizó bajo la presidencia de CAP I. Parece que hay un empeño en borrar la historia y no recordar que Abreu fue ministro-presidente del Conac bajo la segunda presidencia del presidente Pérez. El celebrado sistema de orquestas infantiles y juveniles fue una creación de la democracia venezolana, y en particular del decidido apoyo de Pérez. ¿O es que de dónde se sacaron los dozavos? No sé si tampoco se recuerde que CAP fundó la Biblioteca Ayacucho, el Consejo Nacional de la Cultura, comenzó el teatro Teresa Carreño, creó el plan de becas Gran Mariscal de Ayacucho y la Galería de Arte Nacional. Su primer gobierno, aun bajo el influjo de un estatismo desorbitado, se empeñó en erigir un Estado protector de las artes. Aquella época sin duda luminosa no es la bochornosa sombra de nuestros días. Porque ¿cómo puede existir protección al hecho cultural entre negadores de la civilización?
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