La candidatura de Henri Falcón está en la calle y eso constituye un hecho político que profundizará el debate, entre votar y no votar en las elecciones convocadas por el régimen para el mes de mayo, de manera inconstitucional y con absoluta premeditación y alevosía. Están quienes consideran el paso dado por Falcón, como una traición, sin que dicho argumento deje de provocar preguntas tales como, ¿traición a qué, o a quienes?, sin que las mismas tengan respuestas claras y contundentes. En este grupo militan: el sector más radical del abstencionismo que desde el mes de abril del año pasado ha convertido la abstención en objetivo principal de sus luchas; los que nunca votan, así las condiciones tengan la pureza de un manantial de montaña, y aquellos otros que aun creyendo en el voto, piensan que en las condiciones actuales no estamos en presencia de unas elecciones, sino de un fraude inaceptable.
En la acera de enfrente están aquellos que piensan que, lejos de ser una traición, el ex gobernador está en su derecho porque disentir, estar en desacuerdo con una determinada tesis o posición política, o desvincularse de una alianza, es un derecho y, por esa razón, tomaron la decisión de promover su candidatura. Este grupo, de momento incuantificable, lo integran la militancia de Avanzada Progresista y lo que queda del MAS y de Copei, a los cuales hay que sumarles aquellos fanáticos del voto que han lamentado que la MUD haya abandonado el camino electoral para cuadrarse con un abstencionismo coyuntural, esgrimiendo la falta de condiciones como excusa, y aquellos que dicen que votarán por quien sea, porque nada, ni nadie, puede ser peor, en el poder, que Maduro.
Ese es el cuadro y esa es la agenda, incluso para el recientemente creado Frente Nacional, porque ese debate se está escenificando en medio del siguiente escenario nacional: delincuencia, inseguridad, falta de alimentos y medicinas, controles y malas políticas del régimen, hiperinflación, pérdida del poder adquisitivo de nuestra moneda, un costo de la vida que tiene asfixiado a todo un pueblo, una crisis política, líderes y partidos inhabilitados, violación sistemática de la Constitución, abuso de poder a toda hora, anuncios reiterados de los miembros de la cúpula cívico-militar anunciando que no entregarán aun perdiendo las elecciones y, como si fuese poco este infernal panorama, unas oposiciones cada día más radicalmente divididas. Escenario peligroso que, para leerlo y entenderlo bien, exige, más que de frenética militancia, de ponderación y equilibrio.
La de Falcón, en el mejor sentido de la palabra, fue una jugada política oportunista, con ciertos riesgos y con posibilidades de obtener resultados y beneficios a corto plazo. En primer lugar, porque de haber permanecido atado a la decisión abstencionista tomada por la MUD, su futuro político habría sido demasiado incierto y con altas probabilidades de terminar en el ostracismo. Con esta decisión, en cambio, el ex gobernador juega a convertirse en una fuerza independiente, con la posibilidad de romper con una polarización que ya va dando señales de agotamiento y esto lo puede convertir en uno de los centros de atención de todo el país, bien porque sus detractores tratarán por todos los medios de descalificarlo, bien porque sus seguidores lo defenderán, bien porque serán muchos quienes lo recordarán como jefe de la campaña de Capriles y como buen alcalde y buen gobernador, otros porque recordarán su determinación cuando Chávez le pedía que no se fuera de su lado porque, palabras casi textuales, “se iba a joder como le pasaba a todos los que le abandonaban”, bien porque hay una población que sufre y sabe que la solución no la tiene Maduro por ser el causante principal del desastre, y a todos ellos habría que sumar un previsible discurso de Falcón como candidato, diciéndole a un pueblo que sufre todo tipo de penurias lo que espera y quiere escuchar, lo cual es mucho más que posible, dado el amplio espectro de la crisis.
Sin embargo, su ascenso, descenso o estancamiento dependerán de su comportamiento en los debates que tendrá que exigirle a Maduro, de su respuesta ante las reiteradas afirmaciones de Maduro y su corte, cuando gritan que, aun perdiendo, no entregarán el poder, y de su posición frente a la espuria constituyente que, además de llevar las malas intenciones en todo lo que toca y hace, tiene las armas necesarias para liquidar sus aspiraciones, si es que su candidatura toma vuelo.
Al respecto surgen muchas preguntas. ¿Qué pudiera suceder con la candidatura de Falcón? ¿Es acaso imposible que su discurso entusiasme y logre convertirlo en ese outsider que en el momento menos pensado aparece en escenas altamente conflictivas como la nuestra? ¿No pudiera darse que buena parte de la emocional militancia abstencionista desobedezca la orden de abstención y termine dándole su voto? ¿Cree de verdad Henri Falcón que puede derrotar a Maduro sin el apoyo de los restantes partidos de la MUD, sin el concurso de Vente Venezuela? Ciertamente, no lo creo, pero hay que tener muy presente que esos personajes no son frutos de la casualidad, sino productos de circunstancias que, en un momento dado, les permite ubicarse en posiciones ventajosas, y no hay que olvidar que las circunstancias nuestras son tan trágicas que, para bien o para mal, todo es posible, como bien se ha demostrado a lo largo de nuestra historia.
Las contras que tiene la decisión del candidato Falcón, esas que lo señalan como ex chavista, aliado de Maduro, aquellas que lo comparan con Arias Cárdenas, que lo acusan de traidor y vendido, que lo señalan como principal colaboracionista del régimen dentro de la MUD, e incluso los que argumentan que sus discursos no están dotados de pensamientos trascendentes, o los que ven en el candidato un clon de Chávez y muchas otras más, ya han sido cantadas todas y producirán su efecto, solo que en paralelo van los argumentos del candidato Falcón, contra el hambre, contra el desastre, contra el sufrimiento de la gente, contra la diáspora, contra la muerte de la moneda, contra la inseguridad y todos los temas que le proporcionan a su discurso la enormidad de la crisis. En la calle está la gente escuchando a ambas partes y sacarán sus propias conclusiones para decidir si votará o no en la fraudulenta convocatoria.
Cuál será el resultado de esta jugada de Falcón, no lo sé, pero lo que sí sé es que, como dijo el sabio Yogui Berra, “esto no se acaba, hasta que se acaba”. Henri Falcón ocupará, para bien o para mal, el primer plano de los días por venir, si es que los rumores de sables molestos que producen tanto militar perseguido y preso, no le aguan la fiesta.