No exagero cuando afirmo que en el medio de la barbarie humana que estamos atravesando como pueblo, el caso de la señora Elizabeth Salazar, que padece un terrible cáncer de seno, haya sido el más visible y palpable de la ineficiencia, la ineficacia, la insensibilidad y la destrucción del sistema de la seguridad social en Venezuela, y, sobre todo, del abandono y de la violación del derecho a la salud y la vida en que se encuentra toda una población, por entera y única responsabilidad de un gobierno cuyas prácticas maduristas pudiéramos definir como el genocidio del siglo XXI.
Hablamos de ineficiencia, porque si este gobierno realmente tuviera interés en solucionar los problemas de los pacientes en el mal llamado sector “público” de salud, haría lo imposible por asegurar el suministro de medicamentos, así como la aplicación de los tratamientos respectivos para quienes acudieran a los hospitales y ambulatorios con cualquier tipo de patología.
¿Y qué hace el gobierno? Justificarse en una abstracta e inexistente “guerra económica”, lo cual deja en evidencia su léxico lleno de mentiras, porque si eso fuese así, entonces: ¿dónde quedan sus amigotes de Cuba, Irán, Argelia, Rusia, Bielorrusia, Turquía, Egipto, India o China? ¿O acaso también es mentira que nos han dicho a los venezolanos en múltiples oportunidades que han firmado con los representantes de esas naciones “sendos convenios” para importar sus medicamentos? ¿O será que en tales países también bloquearon el envío de medicamentos por órdenes del “imperio” y la “guerra económica”? ¿O estaré equivocado cuando me atrevo a afirmar que en esos países también se maneja el criterio de business are business, lo que equivale a decir que, como negocios son negocios, sin pago en dólares, pues, no hay mercancía? ¿Y por qué no intentan pagar en “petros” a esos países? ¿Será que no se los reciben? ¡Hipócritas!
Existe ineficacia, porque si el gobierno no tiene las herramientas e insumos para resolver los problemas de salud, tiene que establecer prioridades en las necesidades del pueblo. Por ejemplo, Maduro se jacta de decir que durante este lustro ha pagado en intereses de deuda externa más de 74.000 millones de dólares¹. Si eso es así, ¿cómo es que un gobierno que se hace llamar “socialista” sea eficaz y puntual para pagar la deuda a los dueños del capital en el mundo, pero ni siquiera pueda garantizar un tratamiento de quimioterapia para una humilde venezolana?
Lamentablemente, semejante ineficacia no solo es una burla contra el pueblo, sino demuestra el más completo desprecio por la salud de los niños, hombre y mujeres, quienes tienen en su mayoría que recurrir a la protesta para ser escuchados y que la opinión pública nacional e internacional conozca de sus tragedias, y en muchos casos las protestas ni siquiera son suficientes para evitar el terrible desenlace de la muerte.
Lo más dramático que se le suma a la ineficiencia e ineficacia, sin duda, es la insensibilidad. Y es que cuando alguien es insensible, pues, no le importan el dolor, ni las necesidades ni el sufrimiento de las demás personas o seres vivos. Que un burócrata de oficina, como el propio Maduro, Tareck el Aissami o Diosdado Cabello, acostumbrados al lenguaje de la guerra y la tortura, sean insensibles no debe extrañarnos, porque esa es su naturaleza, el ser violentos y despreciables. Pero cuando escuchamos a Blanca Eekhout como ministra de la mujer, decir ante el estrado de la Organización de Naciones Unidas (ONU) que “Venezuela va a la vanguardia de un mundo de iguales y sin imperios” y agregando que el 100% de nuestras niñas y mujeres en el país tienen “cobertura nacional” en atención médica de “manera exitosa”², o al ministro de relaciones exteriores, Jorge Arreaza, quien antecedió a la primera ante similar audiencia, afirmar al igual que la mentirosa ministra, que el 100% de los venezolanos cuentan con atención asistencial con “cobertura gratuita y de calidad”³, es el signo inequívoco para asegurar que quienes son parte del madurismo no tienen el mínimo pudor por el dolor humano.
En otras palabras, los representantes del gobierno ante los escenarios internacionales, en este caso un hombre y una mujer, son la más contundente prueba de que el madurismo emplea las palabras del derecho a la salud y la vida establecidos en la Constitución como papel higiénico, porque al decir que el 100% de la población recibe asistencia gratuita y de calidad en cualquier espacio hospitalario del país, todo eso quedó desmentido cuando una venezolana como Elizabeth Salazar mostró su seno afectado e infectado ante el mundo por un expansivo cáncer en esa parte de su cuerpo.
¿Qué nos pueden decir ante tan irrefutable verdad Blanca Eekhout o Jorge Arreaza? ¿Serán capaces de mentir nuevamente diciendo, por ejemplo, que esa señora fue capaz de “maquillarse” su seno para perjudicar al madurismo como parte de un “complot desestabilizador” que busca “linchar mediáticamente” al gobierno? ¿Dónde están tanto el ministro de la salud, como el inefable y siempre sonriente ministro de comunicación e información?
Aun así, no podemos obviar que la peor insensibilidad del gobierno se refleja cuando designa a individuos ajenos al campo de salud o en su defecto mediocres de ese campo, para que dirijan el Instituto Venezolano de los Seguros Sociales y los mencionados ministerios, y estos a su vez designen a directores y representantes “comunicativos” de centros asistenciales que ni siquiera son capaces de dar la cara a los venezolanos exigiendo el cumplimiento constitucional del derecho a la salud. ¡Todos esos burócratas son bazofias humanas!
Incluso, es tal la negligencia e insensibilidad del madurismo, que según la Organización Panamericana de la Salud y la Organización Mundial de la Salud, Venezuela ha entrado en la selecta lista del número inferior de los 10 países del mundo con casos de poliomielitis, con la aparición de semejante patología infantil en Delta Amacuro, sin que “autoridad” alguna haya explicado la aparición de la terrible enfermedad4, y la única declaración realizada por el “flamante ministro” fue para desmentir que unos niños en ese estado sean víctimas de esa patología. Como cualquier régimen totalitario, el madurismo debe estar buscando a quién culpar de esta debacle en materia humana. Verbigracia, la aparición de esta enfermedad le está dando la “bienvenida a los niños al mundo” con una condena total de limitaciones físicas, biológicas y neurológicas de por vida, o en su defecto con la muerte.
La respuesta de Maduro ante el cáncer de seno de Elizabeth Salazar es la misma que recibimos los venezolanos con cualquier tipo de problema de salud o que padecemos alguna enfermedad crónica (en lo personal, no encuentro anticonvulsivos para mis crisis de epilepsia), sea cual sea su gravedad o intensidad biológica. Es la afasia. Es la negación del derecho a la salud y la vida. El madurismo nos condena a la muerte.
¡Fuerza, Elizabeth! Tu valentía se ha convertido en la voz de todos aquellos compatriotas que son humillados y despreciados por las huestes de un gobierno que solo muestra la ignominia por el dolor, el sufrimiento y las lágrimas de los venezolanos.
El madurismo es, sin duda, el genocidio del siglo XXI. Algún día tendrán que pagar por sus crímenes contra el pueblo de Venezuela.
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³http://www.notiworld.com.ve/jorge-arreaza-100-de-los-venezolanos-tienen-acceso-a-la-salud-publica
4http://efectococuyo.com/salud/ops-confirma-poliovirus-delta-amacuro-pide-vigilancia/