En Venezuela no hay dudas de muchas cosas: la primera es que el actual gobierno lamentablemente nunca podrá solucionar la enorme crisis económica que sufre el país; otra, que el chavismo y también el madurismo destruyeron la industria petrolera venezolana; una tercera, que la hiperinflación que padecemos es culpa completamente del gobierno actual (ha sido así en 100% de los casos hiperinflacionarios en el mundo); y una cuarta, que sin atacar el problema fiscal será imposible estabilizar la economía y reducir la inflación. Pero los acontecimientos de la última semana nos llevan a pensar que también debemos sumar que cada minuto gana mayores enteros la probabilidad que a Citgo le quedan pocas horas como activo venezolano.
No tenemos dudas de que el gobierno va a dejar que se pierda Citgo. No importa si su valor pueda estar en 5.000-6.000 millones de dólares, o su importancia para la operatividad de Pdvsa y para la comercialización de los crudos venezolanos, los montos adeudados (ya muchos en default) y por los cuales seguirán lloviendo demandas contra esos activos (ya el tribunal de Delaware sentó un precedente muy peligroso para el gobierno venezolano al levantar el velo corporativo) harán que el gobierno deje que entre esos acreedores se repartan ese botín (el que tenga alguna cuenta por cobrar contra Venezuela o Pdvsa y llegue de último a la “repartición” no le tocará nada). Para la revolución siempre fue un sueño vender Citgo. Sus asesores petroleros, 99,99% marxistas y con muy poco conocimiento del mercado petrolero y del futuro energético, han tenido décadas de trabajo con los dos últimos presidentes alimentando la necesidad de vender esos activos. Dejar perder Citgo también les da incentivos para hacer default del bono Pdv20 (aquel del swap que está garantizado con 50,1% de sus acciones), lo cual sería un ahorro adicional interesante en medio de los enormes problemas externos que atraviesan.
Es importante tener en cuenta que, sin resolver el problema externo y el colapso petrolero, es prácticamente imposible estabilizar la economía venezolana. Ese comentario lo hacemos a propósito del nuevo plan de recuperación anunciado por Maduro (por cierto, es muy raro que un plan para recuperar la economía de un país inicie con día no laborable). Este nuevo programa pareciera una combinación del Plan Real de Brasil de mediados de los noventa con la persecución al sector privado del camarada Robert Mugabe en Zimbabue.
No está nada mal copiar planes exóticos que tuvieron éxito en otro país para bajar la inflación y volver a sendas de crecimiento, el grave problema es copiarlo mal, lo que seguro hará el gobierno venezolano. El Plan Real tuvo un inicio fundamental: corregir desequilibrios fiscales, disminución del gasto público buscando generar superávit fiscal, renegociar la deuda externa buscando reabrir el acceso a financiamiento externo y con esto aumentar las reservas internacionales (buscando soporte para el nuevo sistema cambiario) y las importaciones (bienes finales y materia prima). Una vez que se logró iniciar con buen pie los cambios en materia fiscal, se procedió a una reforma monetaria, que consistió en la creación de un patrón de valor (la URV), cuyo valor en cruzeiros reales era fijado diariamente por el Banco Central, de manera de mantenerlo anclado con la cotización del dólar. En la práctica los precios se fijaban en las dos monedas, pero la URV se mantenía estable, lo que ayudó a que la población volviera a confiar en la moneda. Con el tiempo la URV se convirtió en el real y el cruzeiro real desapareció.
¿Puede Maduro ir directamente a la fase dos del plan sin llevar a cabo el vital paso de resolver el desastre fiscal? ¿Puede tener éxito el plan en medio de un default, sanciones, violaciones de los derechos humanos y colapso petrolero?
Un punto final: en Brasil, el Plan Real lo llevó a cabo Fernando Henrique Cardoso, quien se reunió con los mejores economistas del país, ganándose la credibilidad de todo el país y la comunidad internacional. El Plan Petro lo hizo directamente Nicolás Maduro. Ojalá y por el bien de todos tenga éxito.