La costumbre de evaluar el inicio de un gobierno en sus primeros días viene de la época de Roosevelt, quien con su “New Deal” inició un frenético proceso de reformas. A partir de allí la prensa norteamericana se aventuró primero y luego se volvió moda mundial evaluar el inicio de los gobiernos en toda la orbe. Obviamente, es algo arriesgado, pues en ese período de tiempo solamente se alcanza a arrancar la pesada maquinaria gubernamental, sin embargo, es algo positivo, en el sentido de que ese período inicial marcaría la tónica general del período gubernamental, por lo menos en cuanto a talante y orientación general; algo así, como lo que dice el refrán “como el desayuno se sabe el almuerzo”. Por ello nos atrevemos a aventurarnos a evaluar estos primeros 100 días del presidente Duque con la consabida regla de lo bueno, lo malo y lo feo.
Como preámbulo se debe significar que el 7 de agosto fue una fecha trascendental en la historia de Colombia, pues se evitó que el país cayera en las garras del castrocomunismo, ese solo hecho vale para reivindicar al presidente Duque, como un adalid de la democracia, el orden y el progreso nacional. Otra advertencia es que encontró Duque un país descuadernado, con innumerables chicharrones, lo que dificulta enormemente evaluar su gestión inicial, pues esta se halla signada por el pesado fardo de una herencia maldita de la dictadura del farcsantismo. Dicho esto, como lineamiento general, se anticipará la conclusión de que en términos generales tal gestión ha sido muy positiva, como se desprenderá del siguiente breve análisis.
Lo bueno
- Legalidad y seriedad. El presidente Duque es un estadista, con una capacidad intelectual y académica sobrada. Además, es un hombre serio y muy apegado a la ley. Esto ha hecho que el factor distintivo frente al guasón de Juan Manuel Santos, es que Duque le ha imprimido una atmósfera de legalidad y seriedad a su gestión, que con solamente ese factor, en términos comparativos con el anterior gobierno, hace que le demos una nota sobresaliente a estos primeros 100 días de Duque.
- Competencia. Desde el primer día con su designación de un gabinete de tecnócratas, Duque sobresale frente al resto de presidentes, atados a equipos partidistas. Este gabinete asegura una competencia técnica, profesional y administrativa, la cual ha sido una característica distintiva de este inicio de su período.
- La revolución de la antimermelada. Si Duque logra gobernar exitosamente sin la atadura de la extorsión de las maquinarias partidistas, que tradicionalmente han cambiado mermelada por apoyo, habrá instaurado una muy beneficiosa revolución política, la cual sería definitivamente el sello característico de su gestión.
- Estilo. Su bonhomía, contacto directo con el pueblo, capacidad de diálogo y búsquedas de consensos, sin caer en el clientelismo ni la abdicación de sus deberes constitucionales, significan un diametral cambio con respecto a la nefasta gestión de Santos.
- Política exterior. Con la designación del veterano canciller Holmes y la reorientación radical de la política exterior, en el sentido de una vigorosa defensa de la democracia, esta área ha sido quizás la más destacada de su gestión en estos 100 días.
- Economía naranja. Es su leitmotiv y ciertamente representará un sello distintivo de su período presidencial. Ojalá logre su cometido de una transformación radical de la economía nacional, a través de esta innovadora idea.
- Seguridad. Duque ha imprimido una tenaz firmeza a su gestión en esta área, en la cual ha logrado resultados significativos en todos los órdenes, los cuales seguramente habrían sido más contundentes de haber cambiado la cúpula de la fuerza pública, la cual fue cómplice de la política de abandono de la seguridad de JMS.
Lo malo
- La paz. Duque prometió que no haría ni trizas ni risas del acuerdo de entrega del país a las FARC, firmado por Santos-Timochenko, pero fue enfático en que haría los cambios necesarios para quitarle la impunidad a las FARC y estableciendo a las víctimas como el centro del acuerdo. Si bien ha cumplido el aspecto de ni trizas ni risas, ha dejado un sinsabor en la abrumadora mayoría que votamos por él, convencidos de que rectificaría el acuerdo. La tónica general, que ojalá cambie, es de ni trizas ni risas, pero sí sonrisas con el narcoterrorismo. Alcahuetear a la tenebrosa Justicia especial para asegurarle la impunidad a las FARC (JEP), darles aún mayor dinero de lo estrambóticamente presupuestado, no haber endurecido su posición ante lo evidente de la estrategia de combinación de las formas de lucha de los narcoterroristas y esperar indefinidamente a que el ELN de gestos de paz, cuando diariamente reafirman lo contrario, es una blandura que considero el único lunar de este inicio de gestión. Se argumentará que no tiene la mayoría para imponer rectificaciones en el Congreso, pero hay mecanismos para llamar al pueblo, que en más de 85% repudia la entrega del país a los narcoterroristas de las FARC y el ELN. Duque debe rectificar esta falta de firmeza frente al narcoterrorismo, o llevará a Colombia hacia el castrocomunismo o hacia una reacción populista de extrema derecha.
Lo feo
- Lentitud y descoordinación. El gobierno prácticamente no ha arrancado en muchos aspectos, como el cambio de la alta cúpula de la administración y no ha habido una efectiva coordinación entre el gobierno y el partido de gobierno, el CD. Es difícil cambiar de una postura de oposición a una de gobierno y esto requiere un aprendizaje. Paulatinamente seguro se evidenciará una mayor coordinación, que evitará tanto ruido entre el gobierno y los líderes de su principal partido de la coalición de gobierno.
Conclusión
Tenemos un gran presidente que ha demostrado muchos aspectos positivos y que al rectificar el lunar de la falta de firmeza con el narcoterrorismo y superar los baches propios de un inicio de un gobierno por parte de un equipo no acostumbrado a ser gobierno sino oposición, con toda seguridad terminará haciendo un gobierno histórico en términos de legalidad, equidad e innovación.