Impresiona la coherencia de nuestra Conferencia Episcopal, que nos orienta con su valiente reflexión ética y religiosa en la creciente tragedia nacional. No es fácil que medio centenar de obispos año tras año se ponga de acuerdo en un documento claro, preciso y valiente que no se queda en principios cristianos generales. Este mes de julio acogen el dramático Informe del Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos y el clamor del país que exige cambio para evitar que el barco se hunda.
Más allá de los deseos no hay muchas alternativas con reales posibilidades de salida y de reconstrucción. Creo que es posible la que los demócratas están defendiendo en las negociaciones de Barbados con facilitación de Noruega. En ella van confluyendo los países democráticos del mundo: la Unión Europea, Estados Unidos y el Grupo de Lima, la OEA y la ONU. Hasta China y Rusia empiezan a ver que las elecciones presidenciales limpias (con todo lo necesario para hacerlas) es la única salida.
La dictadura se resiste, pero hay que hacerle sentir que ni tiene razón ni la fuerza suficiente para perpetuar su tiranía sembradora de miseria y violadora de derechos humanos. Es imprescindible que dentro del país ese 85% de venezolanos que quiere una república con vida, dignidad y democracia se concentre en esta sola ruta, sin necesidad de uniformarnos. Tomo del documento de los obispos esas líneas maestras que necesitamos en la mesa de Barbados y más allá en cada país democrático y más acá en cada demócrata venezolano:
“La tarea de reconstruir Venezuela: decisiones urgentes”
“12- Como afirmamos el pasado mes de enero, ante la realidad de un gobierno ilegítimo y fallido, Venezuela clama a gritos un cambio de rumbo, una vuelta a la Constitución. Ese cambio exige la salida de quien ejerce el poder de forma ilegítima y la elección en el menor tiempo posible de un nuevo presidente de la República. Para que sea realmente libre y responda a la voluntad del pueblo soberano, dicha elección postula algunas condiciones indispensables tales como: un nuevo Consejo Nacional Electoral imparcial, la actualización del registro electoral, el voto de los venezolanos en el exterior y una supervisión de organismos internacionales como la Organización de las Naciones Unidas (ONU), la Organización de Estados Americanos (OEA) y la Unión Europea, entre otras; igualmente el cese de la Asamblea Nacional Constituyente”.
“13- Ante la ‘emergencia humanitaria’ en la que el sistema económico y político vigente ha sumido a toda la población, es urgente que se permita la entrada masiva y distribución de la ayuda de alimentos y medicinas, con participación y supervisión internacional, y deslastrada de las diatribas partidistas y del flagelo de la corrupción. La Iglesia Católica, a través de sus instituciones, y particularmente las Caritas parroquiales, diocesanas y nacional, renueva su compromiso de participar, junto a otras organizaciones, en la recepción y distribución de esta ayuda humanitaria”.
“14- Los miembros de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, los órganos policiales y el Ministerio Público, en el cumplimiento de sus deberes constitucionales, deben obrar conforme a la justicia y la verdad, y no al servicio de una parcialidad política. Así erradicarán de su seno las prácticas de persecución y tortura, y resguardarán, defenderán y harán respetar los derechos de todos, por encima de cualquier interés personal o partidista”.
Esos son los cambios exigentes y complejos en su concreción, para lo cual es fundamental la movilización de todos los sectores nacionales. La Iglesia afirma su aporte: “Para contribuir a esa renovación nacional, reiteramos nuestro compromiso como Iglesia de seguir fortaleciendo la fe en Jesucristo que sana y libera, y llevando esperanza a nuestro pueblo, a través del desarrollo de programas de formación y organización que permitan la defensa de los derechos humanos, la recuperación de la institucionalidad democrática y la reconstrucción del país de una forma pacífica. Desde nuestras instituciones educativas, seguiremos brindando una educación de calidad que eleve los valores espirituales y ciudadanos de nuestro pueblo”.
El camino está claro. La negociación de Barbados resultará si hay presión fuerte de las naciones contra la tiranía y una movilización en todas las instancias sociales, económicas, políticas, culturales, religiosas… nacionales, como nos repite cada día el presidente encargado Juan Guaidó.
Los obispos terminan animando y convocando a todos los católicos a sembrar esperanza y multiplicar el trabajo concreto para la salida y la reconstrucción: “Agradecemos y felicitamos a los sacerdotes, diáconos, religiosas y laicos, el esfuerzo que realizan cada día para mantener viva la esperanza y profundizar la evangelización del pueblo venezolano y, en particular, por las iniciativas para la atención de las personas más vulnerables”.
“Queremos convocarlos una vez más a no ceder en el buen propósito de orar con humildad y trabajar con confianza por el bienestar de nuestro país”.