Uno de los sectores más impactados por la política de austeridad impuesta por el gobierno de Xi Jinping ha sido el de los juegos y las apuestas. China no es un país en donde los excesos de liquidez se destinan fácilmente a temas de azar, pero la clase media con algún genero de holgura económica siempre ha echado mano de las apuestas, las loterías y los juegos de mesa, y en general, para la población de bajos recursos, los juegos de envite representan la esperanza de multiplicar los ahorros.

Los gobiernos han estado atentos a regular una tendencia al juego que se tornó creciente con la expansión económica del gigante asiático en todos los estratos socioeconómicos. Muchas de las apuestas y de los juegos estuvieron prohibidos hasta la época de Mao, pero posteriormente fueron puestos al alcance de la población a través de la regulación estatal. No era cuestión de eliminar la práctica, sino poder disponer de un control sobre ella, toda vez que los ingresos que la misma aporta a las cifras nacionales no son deleznable.

Hoy por hoy, al igual que ocurre con otras actividades, la mayor cifra de ventas de juegos en el mundo entero es la de China. Evidentemente que la más grande tajada proviene de Macao, una región con un régimen administrativo especial similar a Hong Kong. Este es el único lugar donde los chinos pueden legalmente acudir para canalizar sus inclinaciones al juego y, de hecho, más de 20 millones de los jugadores de Macao, en el año pasado, fueron originarios de China.

Macao se ha jactado tradicionalmente de ser un centro mundial de juegos con mayor cifra de ventas que Las Vegas en Estados Unidos, lo cual, durante épocas prolongadas a fines del siglo y a inicios del presente, ha sido cierto. Ha habido años en que los casinos de Macao han logrado facturar siete veces el volumen de sus homólogos en Nevada. No solo han contado con la facilidad de ser el único lugar en la geografía china con acuerdo oficial para desempeñar esta actividad económica, sino que han conseguido convertirse en un destino preferido para los jugadores del continente asiático, en donde se concentra la mitad de la humanidad.

La actividad económica ha atraído a grandes inversionistas del planeta para construir y operar inmensos y lujosísimos templos de apuestas y juegos. Pero la actividad económica no adolece de estabilidad, una condición esencial de toda inversión inteligente. Si los usos y costumbres de los chinos favorecen el desarrollo de la actividad, las regulaciones del gobierno pueden provocar severas alteraciones. Eso ocurrió hace apenas un par de años. Los ingresos de estos centros de juegos se descolgaron 37% en el primer semestre de 2015, en comparación con el año anterior, solo como consecuencia de las políticas anticorrupción y de austeridad del presidente Xi y su deseo de diversificar la economía de Macao a través del desarrollo de otras actividades rentables.

Por fortuna, a partir de agosto del año pasado los ingresos han ido en aumento debido a una mayor permisividad en el lado de las autoridades y se espera que el récord de ingresos de 45.000 millones de dólares que se obtuvo en 2013 pueda ser recuperado sobre la base de un crecimiento sostenido que ya alcanzará este año 12% y que los empresarios piensan poder mantener en años sucesivos. Con algo de suerte el sector de juegos este año podrá mostrar ingresos ¡de 31.000 millones!


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