COLUMNISTA

Un atajo desconocido

por Sabino Armenise Sabino Armenise

Sin duda una de las cuestiones más interesantes desde que volvimos la mirada al cielo ha sido si estamos solos o no, si somos los únicos seres vivos e inteligentes en el cosmos. Supongamos que, para este post, no somos los únicos, y que efectivamente hemos descubierto que existen otros como nosotros –esperemos que mejores, eso sí–. Imagina que esa nueva vida se encuentre en la nebulosa de Andrómeda –la más cercana a la Tierra-. Andrómeda se encuentra a unos 2,5 millones de años luz de la Tierra, lo que equivale a la distancia recorrida al viajar por 2,5 millones de años a la velocidad de la luz –casi unos 300.000 Km/s–, dicho en otras palabras, unos 2.36×1019 Km de distancia, es decir, muy muy lejos.

Si quisiéramos viajar para ir a conocer a nuestros nuevos vecinos, en la actualidad sería imposible ya que no existe ninguna nave capaz de llevarnos en un tiempo razonable, incluso si esta viajara a casi la velocidad de luz, pues nos tomaría unos 2,5 millones de años –digo casi porque es imposible alcanzar dicha velocidad–.

Para poder realizar dicha proeza y poder llegar a conocer a nuestros vecinos y por qué no tomarnos un té, sería necesario algo más ingenioso, algo con lo que pudiéramos recortar nuestro tiempo de viaje. La solución existe aunque solamente en la teoría, si es que se quiere aplicar en el espacio. Digo espacio, porque a lo que concierne a la Tierra su uso es más que conocido y empleado por todos durante nuestros viajes en vehículo.

Ya sé, te estarás preguntando de qué va tanta locura. Seguramente en muchos momentos de tu vida has tenido que conducir o viajar de una ciudad a otra y en el ínterin has tenido que atravesar túneles para llegar de un lugar “A” hasta un lugar “B”. En muchas ocasiones estos túneles sirven para atravesar montañas o algún otro capricho de la madre naturaleza y así poder hacer el viaje considerablemente más corto. Qué tal si te digo que la respuesta teórica de cómo poder llegar a lugares distantes en nuestro Universo está justamente en un túnel.

Eso sí, no se trata de cualquier tipo de túnel, es uno que en lugar de montañas debe atravesar los mismísimos filamentos del espacio-tiempo. Un túnel generado por algún tipo de fuerza capaz de plegar –doblar– el espacio-tiempo como si fuera hecho de una hoja papel, acortando la distancia entre cualquier punto del universo y nosotros.

Ilustración de un agujero de gusano/ Creditos: edobric | Shutterstock

Apuesto que lo has visto antes, en muchas de las series y películas de ciencia ficción, este es uno de los recursos favoritos para mover las naves espaciales durante toda la película de un lugar a otro. La más reciente Interestelar, toda una joya para los amantes de la física, pues en ella todo y cada una de las cosas presentadas no contradice ninguna teoría conocida hasta entonces.

Pero volvamos a lo nuestro, un túnel capaz de doblar el espacio-tiempo no es algo sacado de Hollywood, sino más bien por una de las mentes más increíbles que haya existido, sí, ya saben quién es, Albert Einstein. Este “atajo” en el tejido del Universo fue derivado de las soluciones de la teoría de la relatividad general de Einstein y también se les conoce como puentes de Einstein-Rosen. El simpático nombre de agujero de gusano deriva de la forma en que un gusano atravesaría una manzana, llegando de un extremo al otro, recorriendo una menor distancia que si lo hiciera por la superficie.

Una forma alternativa de visualizar el resultado de estos genios es imaginar dos puntos en un folio de papel, uno en cada extremo. Si doblaras el folio e hicieras coincidir los dos puntos, la distancia que separaría uno del otro sería solo el de un par de micras (el grosor del papel). 

Estos atajos galácticos fueron resultado de los estudios de Einstein sobre los agujeros negros –material que dedicaré para otro post–. Los cálculos muestran que el tiempo que estas dos regiones del cosmos pudieran estar unidas es extremadamente corto, producto de la alta inestabilidad de este fenómeno, por lo cual se necesitaría de una fuerza o energía que mantuviera las paredes del túnel separadas lo suficiente como para atravesar de un punto a otro en el Universo.

Estos agujeros funcionarían “teóricamente” como un metro, donde entras en un agujero –estación– y sales a kilómetros de distancia por otro, atravesando toda una ciudad de punta a punta, pero con la diferencia que podrías atravesar el cosmos entero y por qué no otros universos de haberlos.

Aunque hasta la fecha no tengamos evidencias reales que existan y solamente son cálculos teóricos que predicen su existencia, es importante recordar que, al igual que estos, en su momento los agujeros negros o las ondas gravitacionales eran solo parte de la teoría, pero hoy en día sabemos que existen. En tal sentido, el descubrimiento hipotético de estos atajos cambiaría sin lugar a duda la forma de explorar el Universo y quizás de conquistarlo también…

¿Te atreverías a entrar en uno?