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Atacar donde más duele

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Antes de publicar y poner a rodar su White Paper, el primer documento oficial sobre la guerra comercial que ocupa a China con Estados Unidos, Xi Jinping le mostró los dientes al presidente Donald Trump.

El abrebocas de este round de box actual entre las dos más grandes economías del planeta no tuvo lugar en sus aduanas. El gobierno chino escogió el sitio donde le pudiera hacer más daño al líder norteamericano e hizo insertar en la edición dominical de Des Moines Register, un influyente periódico de Iowa, una publicación de 4 páginas en las que se explicaba cómo las nuevas sanciones comerciales impuestas a China por Washington traerían como consecuencia que ese país volteara su mirada hacia los proveedores latinoamericanos de granos de soya para protegerse de la agresión comercial de su presidente.

El mercado chino es uno que los agricultores de ese Estado no pueden permitirse el lujo de perder y, al mismo tiempo, Donald Trump tampoco puede prescindir de los electores que esa localidad le aportaría en las elecciones de “mid term” pues, como es sabido, estas pudieran ser decisivas para el futuro del líder al frente del gobierno de su país.

El publirreportaje en el Des Moines es una fina e inteligente pieza de propaganda en la que no solo es el gobierno de Pekín el que califica negativamente a Trump. La agencia de China Daily, el ente de gobierno que asume la responsabilidad por el inserto, consiguió recabar opiniones y citas de empresarios norteamericanos y de altos personeros de los sindicatos de productores de soya en las que se manifiestan abiertamente en contra de la penalización a sus clientes de Asia y de la retaliación consiguiente.   

Estos líderes gremiales de la soya fueron quienes aportaron las cifras que dimensionan los efectos que la retaliación comercial de China está teniendo para los productores agrícolas de Iowa. El total de las exportaciones de ese Estado amenazadas por la guerra comercial sobrepasan los 1.000 millones de dólares y el número de empleos que dependen de los intercambios alcanzan al medio millón de personas. 

Con este dardo comunicacional dirigido de manera inequívoca al bolsillo de los votantes, China preparó el terreno para la entrada en vigor de la nueva andanada de medidas que afectarán 200.000 millones de dólares de exportaciones chinas a Norteamérica. No bien dictados los nuevos aranceles, China dio a conocer su otra pieza de ataque, que tomó de la forma del primer White Paper contentivo de la posición del gobierno sobre la confrontación comercial.        

Pero nada nuevo aporta este documento al trajinado tema del perjuicio al comercio bilateral y mundial de la guerra iniciada desde la Casa Blanca. Lo novedoso es que no le ahorra epítetos descalificativos al presidente de la primera potencia mundial, torpedea duramente su política de “América primero” y lo acusa de ser un “matón comercial “.

Lo que viene quedando claro de este nuevo episodio de enfrentamiento de los dos titanes es que Pekín estima haber aportado ya todos los elementos de juicio para demostrar la inconveniencia de las sanciones dentro del marco del diálogo que han estado sosteniendo con las autoridades comerciales norteamericanas. Estas tratativas ya no contarán con la participación china por existir la convicción de que no es posible avanzar hasta que las elecciones que están a la vuelta de la esquina hayan aportado su veredicto sobre el futuro del gobierno de Trump.

Mientras tanto la política china seguirá siendo la de seguir enviando torpedos para herir al coloso americano donde más le duele. En los votos.

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