«Querido amigo, embajador John Bolton, gracias por toda la ayuda que ha prestado a esta justa causa. Gracias por la opción, la evaluaremos y probablemente la Asamblea Nacional la tenga en cuenta para resolver esta crisis. En caso de ser necesaria, tal vez la aprobemos». Con estas palabras el presidente Juan Guaidó dio otro paso al frente: de ser necesaria una intervención militar para sacar definitivamente a Nicolás Maduro y su grupito de Miraflores, lo hará.
De hecho, la Asamblea Nacional comienza a abonar el terreno en caso de que el uso de la fuerza sea necesario. El tema se discutió ayer martes en el seno del Parlamento, único poder legítimamente constituido y aceptado por la comunidad internacional. Lejos de los alaridos de algunos políticos que piden a gritos la intervención militar basados en el artículo 187 numeral 11, los diputados, liderados por el presidente encargado, Juan Guaidó, evaluaron y aprobaron la reincorporación de Venezuela al Tratado Interamericano de la Asistencia Recíproca (TIAR), convenio internacional cuya esencia es la cooperación militar entre los países de América.
Aunque para muchos «la cosa se esté enfriando», los acontecimientos se precipitan cada día más. Por el hecho de que usted no los vea, no quiere decir que no estén pasando. Todas las negociaciones o movimientos se hacen tras bastidores. Si bien ha habido errores, cada paso que hasta ahora ha dado Guaidó, codo a codo con los diputados, ha sido firme, calculado, pensado y avalado por más de 50 países del mundo que rechazan la usurpación en el poder por parte de Maduro, desde el pasado 10 de enero. El uso de la fuerza siempre será el último recurso dado su alto costo humano, militar y político para todas las partes involucradas.
Pero, ¿qué es el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca? ¿Qué lo hace diferente del tan cacareado artículo 187 de la Constitución? Se trata de un pacto de defensa mutua, esencialmente de cooperación militar, que en su artículo 8 prevé el uso de la fuerza. Se firmó en Río de Janeiro el 2 de septiembre de 1947. Lo conforman 17 países de América, entre los que destacan Estados Unidos, Colombia y Brasil. Venezuela se autoexcluyó en el año 2012. En la votación para aprobar cualquier medida a aplicar por este organismo solo pueden tomar parte los países signatarios y debe estar avalada por las 2/3 partes. Su aplicación no depende de la aprobación de ninguna otra organización, lo que excluiría de entrada la opinión de Rusia o China, como sucede con el Consejo de Seguridad de la ONU.
Andrés Mezgravis, abogado especialista en resolución de conflictos, explicó en su cuenta de Twitter que el referido convenio de cooperación militar se activa cuando algún país del continente americano sufre algún tipo de agresión o experimenta cualquier situación capaz de poner en peligro la seguridad y la paz del continente. «Hay que asegurar la paz por todos los medios posibles… y esa paz se fundamenta en la justicia y en el orden moral, y por tanto, en el reconocimiento y la protección internacionales de los derechos y libertades de la persona humana, en el bienestar indispensable de los pueblos y en la efectividad de la democracia para la realización internacional de la justicia y de la seguridad», así resume su esencia el mismo convenio.
En definitiva, todas las baterías internacionales están dispuestas para restaurar la democracia en Venezuela, especialmente las de Estados Unidos. Sacar a Maduro y a su grupito de Miraflores es una decisión tomada. Se trata de un tema de seguridad de Estado para los gringos. Quizás es una misión que debió adelantarse durante la gestión de Obama pero que ahora le tocó asumir a Donald Trump. Todas las cartas siguen sobre la mesa con el atenuante de que la partida ya está llegando a su fin.
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