COLUMNISTA

Asalto a la universidad

por SJ. Luis Ugalde SJ. Luis Ugalde

Me impresiona cada día más el terco empeño del dictador en borrar la trágica realidad nacional con mentiras, invento de guerras e invasiones, atentados, drones asesinos, milagros económicos, próximas cosechas ubérrimas y supuestos entusiasmos revolucionarios de gente acarreada. ¿No hay sensatez ni capacidad para reconocer la muy dolorosa verdad y abrir puertas para rehacer el país? Aunque no puedan encabezar la reconstrucción democrática, al menos permitirla y no dejar la cárcel cerrada botando la llave.

Entre los últimos golpes desesperados han utilizado la Sala Constitucional del TSJ para decretar unas ilegítimas elecciones en las universidades autónomas (sentencia del 27-8-19 en plenas vacaciones del Poder Judicial). Refuerzan el ridículo –no sabemos si por error o por rabia– incluyendo en la sentencia a la UCAB, con otro modo legítimo y aprobado de elegir y de nombrar autoridades.

Nadie en su sano juicio puede pensar que de la nueva ilegal fórmula electoral venga la solución de los gravísimos problemas que vive la universidad, arrastrada por el cerco sectario y por la ruina del desastre nacional. Si la dictadura creyera en la fórmula electoral que quiere imponer para las autónomas, hace años que la hubieran aplicado en Cuba, suplantando el dedo castrista que impone rectores; también la hubieran implantado en las “universidades experimentales” en Venezuela, donde sin elecciones el Ejecutivo pone rectores a dedo para formar a “revolucionarios” serviles.

Las reacciones no se han hecho esperar con razones jurídicas contundentes. Mencionaré solo el excepcional comunicado de las ocho academias nacionales unidas que denuncian la anticonstitucional suspensión de tres artículos de la Ley de Universidades, “en franca violación de la autonomía universitaria y pretensión de establecer un inconstitucional régimen”. Todo ello “usurpando las funciones de la legítima Asamblea Nacional”, para imponer un absurdo e inviable sistema electoral cambiando los integrantes de la comunidad universitaria reconocidos en la Constitución.

No es la primera vez en nuestra república que los dictadores quieren asaltar la universidad arrancando de raíz su autonomía, es decir, el derecho y el deber de desarrollar el libre pensamiento y la responsabilidad intelectual en una universidad clave para el desarrollo democrático del país.

Logros de la universidad democrática (1958-1998). Cuando moría el dictador Gómez no llegaba a 1.000 el número de estudiantes universitarios; al amanecer del 23 de enero de 1958 eran menos de 8.000, incluidas las 2 privadas y el Pedagógico. Con la democracia, la educación superior se extendió por todo el país con una gran variedad de instituciones, y en 1998 el número de estudiantes era ampliamente superior al 1.000.000. Esa universidad en democracia fue una maravillosa oportunidad de ascenso social; se formaron universitarios en centenares de miles de familias que salían de la Venezuela rural y analfabeta para responder a la rápida urbanización e “industrialización sustitutiva” que demandaba millones de profesionales. La autonomía se respetó, incluso en los años sesenta, cuando varias universidades eran el epicentro de la lucha armada; muchos de los que querían imponer el modelo cubano fueron autoridades y gozaron de generosas becas, en el extranjero, pagadas por los gobiernos que ellos querían derrocar. Con tensiones y problemas… pero la autonomía no pereció.

Cuando el régimen actual vio que electoralmente no podía ganar las universidades libres y autónomas, intentó rendirlas por hambre y por imposición de autoridades. Los presupuestos en términos reales fueron reduciéndose, en reparto con las improvisadas y numéricamente infladas universidades bolivarianas y militares, semilleros de “revolucionarios” clientelares. El asedio a las universidades autónomas fue apretando con un empobrecimiento presupuestario alarmante. Hasta que hace un año –más por incapacidad que por intención programada– les estalló la hiperinflación que quitó todo estímulo al trabajo y a la producción nacional, y vació la universidad de profesores, investigadores, empleados, estudiantes, trabajadores… Simplemente no se puede vivir con 2, 10 o 20 dólares al mes, y los jóvenes no ven futuro en el país para sus estudios. A pesar del asedio, no pudieron tomarla ni rendirla por hambre. Ahora con esta decisión esperpéntica y anticonstitucional anuncian el asalto final, pero lo que queda de universidad resistirá sabiendo que el futuro de la universidad libre y autónoma (como deben ser todas) necesita la liberación del régimen usurpador para que el país y la universidad vuelvan a ser viables. Es imprescindible la salida del dictador y el cambio de régimen.

El régimen sabe que esta sentencia no va a ser acatada por las universidades y en ella anuncian la verdadera intención: en ese caso el Poder Ejecutivo “designará a las autoridades que les parezca, sin participación alguna de la comunidad universitaria”. Total fraude para tomar por asalto las universidades autónomas, luego de haberlas vaciado con un presupuesto que no llega al 10% de las necesidades. Pero no van a poder.