El pasado jueves 7 de marzo de 2019, alrededor de las 5 de la tarde, se produjo una falla eléctrica, que dejó sin servicio a 23 estados del país. Un apagón que se prolongó por más de 3 días en algunos estados y en este momento, hay regiones de Venezuela que aún tienen problemas en el suministro eléctrico, debido a lo intermitente en la prestación de servicio, que demuestra que el problema está lejos de solucionarse.
Esa situación produjo un vacío informativo de gran magnitud, ya que la telefonía celular y el internet se vieron afectados por la falla eléctrica. Todos estábamos a la expectativa, como ciudadanos, para ser informados de la realidad que nos tocaba vivir en esos momentos que nos embargó la más profunda oscurana. Pero, la explicación que optaron dar los diferentes voceros del gobierno, giraban alrededor de teorías conspirativas, sobre la orquestación de una guerra eléctrica imperial, encabezada por el senador estadounidense Marcos Rubio, que logró armar un ataque cibernético contra el Sistema de Control Automatizado. Otros, un poco más audaces, con un descaro supremo, hablaron de impulsos electromagnéticos, drones y la intervención de la Capitana Marvel, con sus superpoderes lograron interrumpir las líneas de transmisión. Nada pudo hacer el teniente John McClane.
Voceros supuestamente expertos en el tema eléctrico, dieron declaraciones en pleno apagón, donde nadie pudo verlos por razones obvias, con la desfachatez más profunda, manifestaron que el sistema se había restablecido en tiempo record, es decir, si más de 72 horas de zozobra es una nueva marca para superar su propia incapacidad, el mundo está al revés. No debemos olvidar, que la doctrina de todo comunista, es culpar a otros de su ineficiencia, jamás asumir la responsabilidad de sus actos, porque ellos son impolutos e inmaculados.
Este apagón es el reflejo que ha sufrido Venezuela desde 1998, porque la luz se fue en este país, antes que tuviéramos problemas eléctricos, cuando llegó al poder un movimiento político encabezado por un resentido, que se dedicó en inocular el odio y la discriminación política entre los venezolanos, enarbolando la bandera de la igualdad y la justicia, para supuestamente darle voz y presencia a los excluidos, pero que a la larga no era más que un fútil engaño, para controlar de forma indefinida el poder, vendiendo un supuesto socialismo que no era más una excusa para instaurar un régimen oprobioso, que enriqueció a unos cuantos y a otros, los condujo inexorablemente a la pobreza más extrema.
Se permitió que la corrupción y la impunidad formarán parte del cuerpo normativo para integrar el movimiento revolucionario. Los honrados serían descartados, por miedo de infectar a otros con el virus de la moralidad, la ética y la integridad. En la selección de los integrantes del proceso bolivariano, quedaba abolida la meritocracia, se premiarían a los más arrastrados, a los más ineptos y a los fáciles de manipular, a aquellos que no tuvieran capacidad de pensar por sí mismos y mientras más incompetente e inútil, mejor. Y nació así la chavi-burguesía, donde sin pudor alguno, mostraban su súbita riqueza, producto de su esfuerzo de llevar una franela roja, gritar consignas y en caso extremos, usar la violencia para implantar su ideología.
La falla eléctrica es la demostración más fehaciente de la deshonestidad en el manejo del dinero público, que pone en evidencia el abandono y el deterioro de la estructura energética del país. Lo que, si se puede destacar, es la falta de transparencia y ética de aquellos que están encargados del sistema eléctrico venezolano, porque se esfuerzan en todo momento, en ocultar la verdad sobre la realidad. Hay que tener cuidado con estos revolucionarios, porque a pesar que la única luz que tiene segura el venezolano, es la luz del sol, pueden en cualquier momento tratar de racionarla.
No les importó que ríos de gente deambularan por las calles de Caracas, porque no había sistema de transporte alternativo, ya que nunca se diseñó un plan de contingencia ante una situación similar; no expresaron su preocupación por los hospitales, donde la electricidad es primordial para mantener vivos a muchos pacientes; ni una sola palabra sobre las pérdidas millonarias por el cese de toda actividad empresarial y comercial. Solo se limitaron a decir una, otra y otra vez más, que todo es culpa del saboteo imperial. De verdad hay que ser bien ingenuo para creer esas mentiras, que quieren convertir en verdad a través de la desvergüenza y la falsedad.
Ya se acabaron las iguanas, los chigüires y los mapurites, los causantes anteriores de las fallas eléctricas, ahora optaron por subir el listón y culpar de su ineptitud a los Estados Unidos, porque el señor Donald Trump está pensando todo el tiempo en como joder a Venezuela. Engaños que satisface la platea revolucionaria, que consideran que existe una sola y única verdad, que viene expresada a través del sistema nacional de medios públicos.
Lamentablemente las fallas en el sistema eléctrico se repetirán, porque en 20 años no se preocuparon en repotenciar la red de distribución ni realizar nuevas inversiones, por parte del Estado, para la creación de nuevas plantas, tanto termoeléctricas como hidroeléctricas. No se interesaron en desarrollar planes de mantenimiento adecuados. Todo el dinero destinado a ello, simplemente desapareció.
Por ende, como ciudadanos, basados en los principios democráticos, debemos luchar para desmontar la mentira que se ha instaurado en el pueblo de forma constitucional, provocando que nos movamos en la falsedad y el engaño con naturalidad. De allí surge el primer paso, que es combatir el embuste y la mendacidad oficial, para lograr que sea la verdad, la efectividad y la franqueza, lo que debe prevalecer en la nación.
No una persona, que se pasa horas hablando en cadena nacional de radio y televisión, escuchándose a sí mismo, su diatriba poco reveladora y con un conocimiento de un dedo de profundidad, hurgando en su escaso saber y sabiduría, las palabras necesarias para mantener un discurso coherente.
Ahora tenemos la oportunidad, en paz, respetando el pluralismo y rescatando la libertad, para cambiar esta realidad, con el cese de la usurpación, con la instauración de un gobierno de transición y realizando elecciones libres. Así y solo así, estaremos encaminados para estar bien, muy bien.
PD: El pensamiento no delinque, por eso mi total y absoluta solidaridad con mi colega Luis Carlos Díaz.
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