La poesía es un arma cargada de futuro.
Gabriel Celaya
一¡Uh¡ ¿Cómo fue eso, mijo? ¿Cómo fue eso, risueña clave del aire?
Dicen que la comparsa había decidido un diálogo de pájaros, un volar de pájaros, una coreografía de pájaros coloridos volando por el universomundo para alentar a la humanidad con sus cantos, con sus vuelos y sus colores.
Las gentes que iban en su carrera apenas se percataron de aquellas maravillas por el cielo. Sólo las niñas y los niños celebraron aquel sortilegio de trinos magníficos. Los niños, las niñas y los demás animalitos que sabían de qué se trataba todo. Pasó la bandada y con ella las estaciones.
Llegó el invierno y, un día, la tristeza se sentó en los bordes de la montaña más alta. Allí se puso a mirar a un lado y a otro de todas las desgracias, hasta que se convirtió en rumor que bajaba por los filos de los ríos. Desde aquel último tiro del mundo, se convirtió como en bola blanca de acero que se dio por rodar por todas partes hasta provocar un arrollamiento que empezó por llevarse lo que era frágil primero y lo que parecía más fuerte después.
Cuando no quedó piedra sobre piedra y todo se volvió desolación, la tristeza se puso a llorar y sus lágrimas bajaron por todas las cordilleras y las sierras y fue peor porque provocó deslaves incontables que entumecían los cuerpos y los dejaba solos como la una de los relojes que se pararon a aquella hora funesta.
Se salvaron los pájaros que pasaron días y noches volando y volando para no ser atropellados. Y fueron los mismos pájaros quienes se ocuparon de animar lo que vino después que pasó aquel temblor de las almas.
Pájaros que cantaron, pájaros que volaron, pájaros que levantaron a otros pájaros y pájaras. La comparsa había decidido un diálogo de pájaros.
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