Después de la entrada triunfal de Juan Guaidó el lunes por Maiquetía, ¿alguien tiene dudas de quién es el presidente de Venezuela? El respaldo unánime que ha recibido dentro y fuera del país se consolida en cada paso que da. Hasta hoy la estrategia concebida a su alrededor ha sido impecable, como impecable también su verbo suave pero contundente, alejado de las arengas y estridencias de quienes han ocupado la escena política durante los últimos 20 años.
El que tenga ojos que vea. Desde el lunes comenzó a escribirse una nueva historia de esta novela venezolana. Nicolás Maduro comenzó la semana más disminuido de lo que ya estaba. Su guapetonería y la de su grupito ya no intimida a nadie. Cada día que pasa pierden más espacios de poder, característica que se profundizará con el transcurrir de los días por el impacto que generará el cierre del flujo de caja petrolero. Sin dinero todo y todos se le voltean. Cuando se le quitan los recursos al poder se produce la parálisis general y crecen su impotencia y tendencia a equivocarse en las decisiones. Y eso le está ocurriendo a Maduro desde hace rato: se equivoca una y otra vez en las jugadas, situación que se torna más evidente porque ahora, después de 20 años, sí tiene contrapeso político.
Vamos bien, vamos muy bien, que no se nos olvide. La vorágine informativa y el desespero colectivo porque todo esto acabe de una buena vez a veces nos puede jugar en contra. En medio de este vaivén de emociones a veces sentimos que no podemos más. Por momentos nos gana la desesperanza y queremos abandonar la lucha. Pasamos de la euforia a la tristeza en cuestión de segundos; pasamos de la risa al llanto en un abrir y cerrar de ojos.
Pero ¡cuidado! Hoy todo, absolutamente todo, está a nuestro favor. Desde el lunes estamos repotenciados. La llegada de Guaidó por Maiquetía, como lo había prometido, y además escoltado por todo el cuerpo diplomático que hace vida en el país, fue un golpe al hígado que dejó claros y sin vista a quienes se aferran al poder en Miraflores. Es un hecho sin precedentes que nos demuestra que no estamos solos en esta lucha y que el mundo está resteado para recuperar la democracia y el cese de la usurpación en Venezuela.
Pero no conforme con la derrota política y moral que sufrió el chavismo el lunes, ayer martes debieron tragar grueso otra vez y aceptar una nueva derrota, muy dura por demás. La cúpula roja, encabezada por Maduro, le rindió cuentas al intergaláctico en el Cuartel de la Montaña. No debe ser fácil tener que decirle, en el homenaje por los 6 años de su muerte, que fracasaron, que no pudieron, que la gente se cansó de ellos y que no los quieren ver ni en pintura. No debe ser fácil tener que despedirse del jefe y aceptar que Venezuela les quedó grande, muy grande.
La pulseada está a nuestro favor. La agenda la ponemos nosotros. Atrás quedaron esos años cuando la oposición siempre estaba detrás de la ambulancia. Hoy podemos decir, sin temor a equivocarnos, que Guaidó los tiene locos. Nunca imaginaron que un muchacho de Vargas, con apenas 35 años de edad, los retara de la manera que lo ha hecho, lograra aglutinar en mes y medio a todos los sectores del país, unificara a la oposición en un solo objetivo, y sobre todo, despertara la esperanza en un pueblo que decidió ser libre, cueste lo que le cueste. Ajá, ¿y ahora cómo vamos? Vamos bien, vamos muy bien.
@gladyssocorro
gsocorro.wordpress.com
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