COLUMNISTA

La agenda oculta del diálogo y la negociación que no sale en los medios

por Daniel Arias Alfonzo Daniel Arias Alfonzo

                                                                                                                            Daniel Arias

La batalla política que se libra en la isla de Barbados entre el oficialismo y la oposición tiene una serie de detalles ocultos que son difíciles de presentar en los medios de comunicación social, debido a lo polémico de estos ante los ojos de las masas que perciben esta guerra en blanco y negro como una lucha del bien contra el mal, en la que ángeles y demonios dependen de la perspectiva de cada bando en una lucha a muerte, sin cuartel ni retorno.

Según mi opinión, estos detalles ocultos son los siguientes:

  1. Defensa a ultranza de la narrativa y simbología: es un recuerdo imborrable en todo hombre de izquierda lo ocurrido con la perestroika cuando el gobierno soviético acabó con su propia fe religioso-política en la construcción de un mundo perfecto, en el momento en que admitió los errores cometidos durante décadas en la creación del hombre nuevo y la sociedad sin clases. Lo mismo ocurre con Maduro/Cabello, que se niegan a mencionar a Rafael Ramírez como destructor de Pdvsa y, mucho menos, serían capaces de aceptar públicamente el rosario enorme de errores y actos delictivos cometidos por diferentes funcionarios y contratistas. Ambos entienden el efecto catastrófico en la moral de sus filas de seguidores de tener que aceptar verdades evidentes y prefieren llegar hasta el final con las mentiras más absurdas.
  2. Imposibilidad de negociar las sanciones individuales sin rendición incondicional:  a pesar de toda la propaganda y sobre las sanciones, los dramáticos informes y anuncios de Francisco Rodríguez y Thomas Shannon acerca de los efectos destructivos de estas en la economía nacional, es un hecho innegable que son el arma estadounidense No Violenta más efectiva antes de pasar a la vía militar y por ello no se van a retirar si no se consigue el objetivo deseado de sacar a Nicolás Maduro del Palacio de Miraflores en forma pacífica.

Ante esta realidad, la discusión en Barbados se torna extremadamente difícil para llegar a un acuerdo en el que, en cualquier caso, el gobierno de Maduro aparezca cediendo ante la presión internacional y comience el descalabro político y emocional a todos los niveles operativos de gobierno y partido político.

En este sentido, se presentan los otros temas más espinosos que hacen casi imposible llegar a un acuerdo práctico:

  1. Manejo de la impunidad: con miles de muertos en ejecuciones extrajudiciales (véase el informe de Bachelet), centenares de miles de millones de dólares dilapidados o robados y millones de personas perjudicadas (recuérdese la lista Tascón o las expropiaciones de empresas privadas) es más que comprensible la preocupación de muchos en no entregar el poder  para no morir en la cárcel.  Por ello, es evidente la desesperación por no ceder un centímetro en cualquier tipo de negociación. Ya la comunidad internacional está tan montada en el caso Venezuela que no aceptaría con facilidad un acuerdo de no investigación e impunidad de todos los crímenes supuestos, ocurridos durante los últimos 20 años, a riesgo de caer como cómplices.
  2. Reconstrucción institucional: es una tarea cuesta arriba para el gobierno nacional ordenar al TSJ devolver sus poderes a la Asamblea Nacional, así como disolver a la asamblea nacional constituyente y desconocer todos sus decretos y leyes constituyentes, por lo cual la labor de volver a la normalidad constitucional no es tan simple como convocar a unas  elecciones generales y empezar de nuevo la historia. No olvidemos que nada de lo ocurrido desde 2016 hubiese sido posible sin el papel protagonista del TSJ, por lo que es ingenuo pensar que la oposición va por el Poder Electoral y va a dejar al Poder Judicial quieto. De más está decir que el Poder Ciudadano sufriría una meneada de mata o cambio de tal forma que a muchos los tiene sin dormir.
  3. El poder de la Fuerza Armada: es una situación inocultable para los países europeos y latinoamericanos el rechazo que genera en sus líderes políticos el papel protagonista de las Fuerzas Armadas Nacionales en la política venezolana y que es un ejemplo indeseable para sus países, donde el control civil de estas se considera tan normal como la esencia de un sistema político moderno. Por ello, en esta discusión de la nueva Venezuela que se desea construir es este, sin duda, el asunto más difícil de tratar no solo por su peso histórico, sino por la creencia acentuada por Hugo Chávez de que las Fuerzas Armadas son un ente rector de la vida nacional y no un instrumento gubernamental de políticas públicas. Es difícil conocer la posición de las Fuerzas Armadas ante una posibilidad de cambio de gobierno que no comparte sus creencias de este tipo y se requiere mucha madurez emocional y política para tratar este asunto con tacto e inteligencia.
  4. El papel de Colombia y Brasil: es una realidad tan obvia como la salida del sol cada día que los gobiernos de Bolsonaro y Duque consideran al gobierno de Nicolás Maduro INSOPORTABLE políticamente por su apoyo al Foro de Sao Paulo y grupos de la izquierda en Colombia, sean insurgentes o legales, además de la amenaza de  millones de desplazados actuales y futuros en sus fronteras y que se pueden terminar desplazando hacia sus principales ciudades. Es difícil imaginar a Maduro haciendo como el presidente Al Sadat, en Egipto, votando a los soviéticos por los estadounidenses y firmando la paz con Israel, ya que la reconciliación con estos países implica la ruptura total con sus líneas ideológicas de los últimos 20 años, cierre de Telesur y neutralidad política total en América Latina.
  5. El papel de Estados Unidos: como Sadam Husein en 1991 después de perder la guerra del golfo, la salvación del gobierno de Nicolás Maduro implicaría un costo político y económico muy alto, que seguramente conlleva su sacrificio político para salvar el PSUV, debido a la personalización de la crisis en su figura, además de entregar a muchos altos funcionarios a la justicia estadounidense. Negarse a ello llevará directamente a la crisis final que la inmensa mayoría del país tememos que ocurra, como podría ser la intervención militar.

Por ello, la verdadera agenda y discusión tienen que ser secretas, para facilitar la rendición de las posiciones de quienes se encuentran perdidos y evitar un baño de sangre como aconteció en Uganda hace 25 años.