Este es el título de una película norteamericana estrenada en 1985 de Sidney Pollack, interpretada por Robert Redford y Meryl Streep, la cual obtuvo siete Oscar de la Academia, entre ellos el de fotografía, además de muchos otros premios. Es del género romántico y resalta de la obra los espectaculares paisajes de la naturaleza en Kenia que se muestran gracias a la obra de David Watkin.
Por asociación la película me llevó a la diplomacia de nuestro país en el continente africano en los últimos veinte años del mal llamado “socialismo del siglo XXI”, motivo por el cual hago un recuento de la misma y un balance sobre sus resultados:
Las relaciones de Venezuela con África datan de 1950 con el establecimiento de relaciones diplomáticas con Etiopía y Egipto; posteriormente se reconocerán otros países bajo el impulso de los movimientos que reivindican derechos del Sur frente al Norte hegemónico, el foro de los No Alineados, los resultados de los trabajos de la Cuarta Comisión de las Naciones Unidas a través de la Resolución 1514 de la Asamblea General en favor de la descolonización, así como el surgimiento de países petroleros de los cuales seis de ellos actualmente son miembros de la OPEP. Venezuela fue un país promotor en favor de la independencia de los países africanos a través de las resoluciones sobre el Nuevo Orden Económico Internacional y el Diálogo Norte-Sur, copresidido por el embajador Manuel Pérez Guerrero, todas ellas políticas de buena fe en ese momento, sin dejar de recordar por supuesto nuestra decidida lucha contra el apartheid en Suráfrica. Sin embargo, a partir de 2005 y con otras intenciones, el difunto Hugo Chávez da un impulso inusitado al acercamiento con ese continente con la creación de un Viceministerio para África en el Ministerio de Relaciones Exteriores, la creación de una Comisión Ministerial para África, asi como un fondo de cooperación con los países de ese continente. Se decidió para ese entonces abrir embajadas en todas esas naciones –Venezuela es el único país del mundo que mantiene relaciones con los 55 estados en ese continente– manifestando que las alianzas que se buscaban eran para potenciar la pluripolaridad y conseguir un contundente apoyo en la lucha contra los centros imperiales.
La desmesurada política del gobierno en ese momento, respaldada por la petrochequera en pleno auge, llevó a la suscripción de más de 200 acuerdos en materia petrolera, desertificación, agrícolas, mineros, culturales y educativos, entre otros. Se abrieron embajadas donde no había, se empezaron a drenar recursos desde el Fondo África en casos de crisis humanitarias, se construyeron urbanismos, hospitales y escuelas con el respectivo pago de los docentes para la enseñanza del español. Producto de los acuerdos económicos, la cifra de transacciones desde 2002 hasta 2012 aumentó a 383 millones de dólares con una balanza comercial favorable básicamente sustentada en la exportación de aceites de petróleo y la importación de abonos en bruto, todo esto acompañado de innumerables visitas oficiales de lado y lado y eventos artísticos y culturales. A nivel político, se recibió en Margarita a Robert Mugabe, dictador de Zimbabue, en 2004 y 2015 y a Muamar Ghadaffi en 2009. Ambos fueron recibidos con honores y se les obsequió la réplica de la espada de Simón Bolívar. Se realizaron encuentros, donación en millones de dólares por medio, con otros mandatarios entre los cuales queda la anécdota de uno, con conocida fama de prácticas caníbales, que dijo en tono de chanza en el Palacio de Miraflores que él no se iba a comer a ningún venezolano, generando la complacencia de la obsecuente audiencia en estos eventos, así como otro que recibió 2 millones de dólares para un determinado proyecto social y luego se constató que lo había gastado en varios Mercedes Benz para su caravana que lo trasladaría del palacio presidencial al aeropuerto en la única vía asfaltada en ese país. Anecdótico también es que el viceministro para ese entonces, de apellido Bolívar, vistiera regularmente camisas con motivos de pinturas africanas
Como se desprende de la escueta información útil de la Memoria y Cuenta del Ministerio de Relaciones Exteriores, el llamado Libro Amarillo, la diplomacia se orientó hacia la difusión de la ideología del socialismo del siglo XXI y a la consecución de apoyos a nivel multilateral y en declaraciones de respaldo a Venezuela frente a Estados Unidos. Por otra parte, las actividades de las embajadas en ese continente, como están documentadas en la memoria oficial, han sido entre otras: promover movimientos de solidaridad con la revolución bolivariana, develar bustos de Chávez, difundir los logros del comandante supremo, celebrar el Día de la Lealtad y el Amor al Comandante Supremo, realizar una exposición de fotos de Hugo Chávez en diferentes momentos de su vida, etc. Por otro lado, vale la pena recordar el asesinato de la embajadora en Kenia, Olga Fonseca, en cuya investigación se mencionó el uso de la valija para el transporte de drogas y diamantes, no siendo seguramente ese país un caso aislado porque también reseñó la prensa recientemente un traslado de toneladas de oro a Uganda, aún sin aclaratoria oficial. De la idoneidad de los jefes de misión nombrados quedan muchas dudas, Por ejemplo, el embajador que ejerce en el Congo, ex miembro del Grupo Madera, originario de la zona de Barlovento, dedica sus mayores esfuerzos para promover la santería en ese país.
El balance de esas relaciones hasta ahora luce completamente desfavorable para Venezuela. A nivel económico se dilapidaron inmensos recursos con el único objetivo de expandir una seudoideología fracasada y endiosar la figura de Hugo Chávez y la revolución bolivariana a nivel mundial. La apertura de misiones, compra de vehículos, mobiliario, pago de funcionarios diplomáticos, personal local, eventos, regalos, donaciones, etc, no se compadece con la sensatez de una diplomacia que esté en función de los intereses del Estado, sino que más bien va en perjuicio del patrimonio nacional y por ende de la seguridad y el bienestar de los propios venezolanos. A nivel político ni siquiera el respaldo de la organización más importante de África, la Unión Africana, toda vez que delegados del vicepresidente de la Comisión de la Unión presentaron ante la Embajada de Venezuela en Etiopía una nota de protesta por la publicación de un mensaje, emitido por la Cancillería venezolana en su cuenta de Twitter, en el que agradecían un supuesto pronunciamiento de Thomas Kwesi Quartey en favor del gobierno de Nicolás Maduro, el cual sería falso. Actualmente ningún país de ese continente ha reconocido a Juan Guaidó, pero tampoco, salvo escasas excepciones, le han ratificado un respaldo a Maduro.
Queda en manos del futuro servicio exterior, dirigido por el gobierno interino, replantear y hacer un reacomodo de la relación de Venezuela con los países de ese continente, que permita que priven los intereses nacionales sobre otras consideraciones y para eso se deben buscar profesionales capacitados para ello, los cuales con toda seguridad aceptarían esa responsabilidad y compromiso con nuestro país.
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