En el número de julio, la revista Nexos publica un notable ensayo de Jorge Buendía y Javier Márquez titulado «¿2018: Por qué el tsunami?». Los dos expertos le dan sustento estadístico y demoscópico a las tesis que muchos hemos sostenido con mera argumentación o intuición desde febrero de 2018. Su conclusión es lapidaria: AMLO probablemente hubiera ganado en cualquier caso, pero la embestida del gobierno contra Anaya distorsionó las cifras de manera significativa. Voy a citar ampliamente el estudio, intercalando algunos comentarios y concluyendo con otros.
Según los autores y la ley, el proceso electoral se dividió en tres partes: “El primer período… incluye parte de la llamada “precampaña” (14 de diciembre de 2017 al 11 de febrero de 2018). El segundo, incluye el tiempo de la llamada “intercampaña” (12 de febrero al 29 de marzo) y el tercero la llamada propiamente “campaña presidencial” (que inicia formalmente el 30 de marzo y termina el día de la elección, el 1 de julio)… Las cifras del cambio son como sigue: al empezar febrero de 2018, AMLO tenía una ventaja de 9 puntos sobre Anaya (41% vs 32%). Al terminar marzo, la ventaja de AMLO ya era del doble: 18 puntos (46% vs 28%). El salto en las tendencias está asociado a la acusación por lavado de dinero que difundió la Procuraduría de la República en esos días… La acusación recibió una gran cobertura mediática. El análisis realizado por Central de Inteligencia Política, y publicado en El Financiero (6 de marzo de 2018), encontró que durante febrero de 2018 las noticias sobre Anaya fueron mayoritariamente negativas (56%). Solo un tercio de las noticias sobre él fueron positivas… La acusación contra Anaya se dio en el llamado período de “intercampaña”, durante el cual están prohibidos los actos proselitistas, así como spots con la imagen de los candidatos. Ello pudo haber magnificado el impacto electoral de la denuncia. El episodio de la acusación probablemente tuvo un efecto de largo plazo porque afectó un atributo fundamental para muchos ciudadanos: la honestidad”. La boleta real quedó así: tres candidatos corruptos –Peña Nieto, Meade y Anaya– y un candidato honesto.
Existe la confusión en la mente de muchas personas de buena fe sobre la secuencia de los hechos. Piensan que primero vino la amenaza formulada por Anaya de encarcelar a Peña Nieto, y después el revire del mismo contra Barreiro, Anaya, su suegro, etc., y la acusación de lavado de dinero. Nada más falso. La PGR reconoce en público la apertura de una investigación sobre Anaya el 21 de febrero; la conferencia de prensa del par de títeres del gobierno acusando a Anaya se celebra el 20 de febrero; y la respuesta de Anaya, cuando acudió a la PGR a entregar un escrito al respecto, fue el 3 de marzo.
Siguen los autores, ya con conclusiones más abstractas: “Quien ideó la estrategia de desplazar a Anaya para fortalecer a Meade se equivocó rotundamente… La intención de voto por Meade prácticamente no se movió después de que se dieran a conocer las acusaciones de lavado de dinero… Desde el día 1, AMLO siempre estuvo en primer lugar con una clara ventaja sobre Anaya y este siempre aventajó a Meade por un margen considerable. A pesar de la narrativa oficial, Meade nunca creció en la campaña por lo que tampoco estuvo cerca del segundo lugar. El rechazo al PRI y a Peña fue un lastre que lo paralizó”.
No les corresponde formular una pregunta evidente: Si Peña Nieto disponía de la misma información que Buendía y Márquez –en realidad mucha más– en materia de encuestas, mítines, menciones en prensa, financiamiento, etc., ¿por qué se equivocó tan “rotundamente”? ¿En verdad montó la campaña contra Anaya para desplazarlo y favorecer a Meade? ¿Podía ser tan ingenuo, en vista de los números aportados por los dos expertos? Sigo convencido de que no. Peña Nieto intervino en el proceso electoral, no a favor de Meade, sino de AMLO, en un pacto de impunidad que hasta la fecha no ha sido refutado por los hechos.
Concluyen Buendía y Márquez: “Siempre es complicado argumentar en forma contrafactual, pero incluso si la denuncia contra Anaya no hubiera existido, AMLO probablemente se hubiera llevado la victoria”.