Los dos países son una misma nación contenida en dos repúblicas. Tenemos la misma historia originaria, el mismo idioma, la misma religión, tradiciones similares. Para bien o para mal, lo que sucede en Colombia nos afecta directamente y viceversa.
La situación venezolana en algo más de veinte años ha sido motivo de preocupación y ocupación permanente para la dirigencia colombiana. El desastre ocasionado por el llamado “socialismo del siglo XXI” y su posibilidad de expansión, por cualquier vía, la mantiene en estado de permanente alerta. Saben que Colombia es un objetivo fundamental para la expansión de lo que esa política ideologizada significa. Nosotros, por nuestra parte, tenemos plena consciencia de lo que significaría un triunfo del candidato Gustavo Petro en las elecciones presidenciales próximas a realizarse. Por eso y muchas cosas más, nuestro llamado a todos los colombianos residentes en Venezuela con derecho a voto, a que ejerzan ese derecho a conciencia de lo que significa para todos.
Las noticias de las últimas semanas concretan la gravedad de la situación planteada en la frontera de ambos países. Disidentes de los grupos guerrilleros colombianos de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, el Ejército de Liberación Nacional y otras estructuras criminales operan con libertad en territorio venezolano. El expresidente Andrés Pastrana acaba de denunciar que lo hacen con el apoyo y la complicidad de las cabezas del régimen venezolano, mencionando a Nicolás Maduro en concreto. La situación es muy delicada en algunos estados como Zulia, Táchira, Apure, Barinas y Guárico en los cuales parecieran aparecer esquemas similares al de las autodefensas colombianas para protección de los productores y campesinos de las zonas afectadas.
Además de lo señalado, informaciones serias y confiables de ambos países denuncian la participación de Venezuela en las actividades generales del narcotráfico ya no solamente como puente para la exportación, también como productor acelerado de cocaína y marihuana. De confirmarse esta denuncia, no tendríamos palabras para describir la gravedad del panorama para Venezuela en general.
El régimen venezolano ni niega ni aclara lo señalado. Es muy grave. Pero la llamada oposición democrática tampoco aborda el tema. Un extraño silencio rodea todo lo relativo a las actuaciones del crimen organizado vinculadas al narcotráfico y al terrorismo. Parece mentira, pero el electoralismo y las ambiciones personales y de grupo, abiertas y encubiertas, concentran la atención de esa gente. El llamado es también para esta dirigencia. La hora es dramática y la destrucción del país avanza aceleradamente.
Cada día estoy más convencido de que mientras el régimen venezolano exista no habrá solución para ninguno de los problemas reales. El cambio tiene que ser radical y profundo. Venezuela tiene como, con que y con quienes salir adelante y superar lo malo del presente.
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