La elección presidencial de 2024 puede ser el inicio del fin de la crisis venezolana. Para llegar a esa meta debemos activar un nuevo mecanismo de diálogo con dos firmes objetivos: aliviar las demandas sociales y construir un acuerdo político que garantice el proceso electoral, resultados y gobernabilidad.
Venezuela cuenta en su haber con numerosos procesos de diálogo, ninguno ha logrado conseguir la solución definitiva a la crisis. A pesar de ello, la comunidad internacional y los venezolanos, seguimos intentándolo ya que es la vía correcta, pero existe un detalle, el país no aguanta más y estamos obligados a acelerar el paso, analizar los procesos anteriores, entender las fallas de fondo y presentar ideas innovadoras para alcanzar un acuerdo definitivo.
En 2019 cuando la oposición y Estados Unidos avizoraban que el “Plan Guaidó” estaba tomando más tiempo del esperado, decidieron aceptar la mediación del Reino de Noruega. Fue así como en mayo de 2019 gobierno y oposición se sentaron en la mesa de Oslo, la cual se movió a Barbados en julio de 2019 y posteriormente a México en agosto de 2021. El primer error ha estado en cambiarnos de mesa, de zona geográfica, sin profundizar en las fallas.
Es tiempo de asumir que México no será el proceso mediante el cual Venezuela recuperará la paz política y social. En este sentido presento al lector una lista de debilidades y recomendaciones.
1. Objetivos
El mecanismo de México nace con un problema de fondo que justifica su fracaso. El sector de oposición aglutinado en la Plataforma Unitaria asiste a la mesa de negociación buscando un acuerdo político que les permita volver al terreno para continuar en su plan de desalojar al chavismo del poder, y el gobierno asiste buscando levantamiento de sanciones para continuar en el poder, es decir, los intereses son totalmente contrapuestos.
Debemos sincerar el mecanismo, el cual podría ayudar a establecer condiciones claras para atender las demandas sociales (todos ganan) y el acuerdo político para la elección de 2024, asumiendo que el diálogo per se no pondrá fin a la confrontación chavismo-PUD/MUD pues son fuerzas irreconciliables pero pudieran, a partir del 2024-2025, adentrarse en un proceso de reconocimiento, respeto, coexistencia política y gobernabilidad.
2. Las partes
Oposición. Con el fin del gobierno interino y la nueva “administración” bajo la AN 2015, es necesario replantearse el mecanismo, pues los alcances varían según esta nueva figura. El sector opositor no puede seguir subrepresentado porque la Plataforma Unitaria es sólo una facción. En el plano real existen tres oposiciones: Los que se agrupan en la PUD/MUD, la Alianza Democrática e independientes. El mecanismo también requiere la presencia activa de la sociedad civil orgánica, la cual podría estar representada por la Iglesia, entendiendo que los intereses de los ciudadanos deben estar allí.
Facilitador. Después de cinco años, quizás es hora de anexar un nuevo facilitador que potencie el papel del Reino de Noruega, quien no ha podido alcanzar el duro objetivo de mantener un proceso consistente con resultados efectivos. Propongo un país de la región con mayor poder de incidencia como Colombia, el cual podría reforzar el trabajo de los noruegos.
Acompañantes. Uno de los acompañantes es la Federación Rusa que, sabemos, atraviesa por momentos complejos, por tanto, es válido plantear la posibilidad de que en su lugar pueda entrar China o Cuba.
Estados Unidos. No puede seguir operando como un tercero encubierto, es fundamental que se siente en la mesa y se comprometa como un stakeholder. No existe una solución a la crisis venezolana sin la participación de los norteamericanos, por diversos motivos, pero comencemos y terminemos por el principal: las sanciones. Imposible olvidar que después de haber sancionado y colocado precio a la cabeza de los principales jerarcas del chavismo, el garante fundamental en un acuerdo político es precisamente Estados Unidos.
3. La confianza se fracturó
El gobierno de la República Bolivariana de Venezuela ha manifestado su desconfianza en el mecanismo, debido a la incompetencia de la PUD, la ONU y Estados Unidos para lograr una rápida recuperación de más de 3.000 millones de dólares acordados bajo la figura del fondo social. Esto deja en evidencia la incapacidad de la PUD para responder y la falta de compromiso de los stakeholder, quienes deberían tener un papel mucho más activo.
4. La sede ha dejado de ser efectiva
Después de diecinueve meses sin resultados tangibles y un primer acuerdo incumplido, en el subconsciente de los venezolanos, México se ha convertido en sinónimo de “fracaso”, por ello, trasladar el proceso a Bogotá no sólo traería elementos históricos efectivos para la paz en Venezuela, sino que refrescaría el desgastado mecanismo.
5. Un cese al fuego
Aunque no se trata de una guerra convencional, es necesario que mientras se desarrolla la negociación tanto las partes como los stakeholders se abstengan de tomar medidas hostiles que puedan implosionar el proceso. En este sentido, también es necesario el compromiso de Estados Unidos, pues situaciones como: la captura y deportación de Alex Saab, la detención en Argentina de un avión perteneciente al gobierno venezolano, la ley Bolívar, la renovación del decreto Obama, el cual declara a Venezuela una amenaza inusual y extraordinaria, entre otros, han sido combustible para detonar la continuidad del diálogo.
Petro: la luz en medio del túnel
La posición conciliadora y mediadora de Colombia, a partir de la llegada del presidente Gustavo Petro, tiene un papel estratégico para poner fin a la crisis venezolana.
El gobierno de Petro ha demostrado interés genuino, no sólo en prestar la casa sino en comprometerse para ayudar a solventar la crisis venezolana. Ha abogado por la reinserción de Venezuela en el concierto internacional y la región, en todos los espacios internacionales donde ha tenido oportunidad de levantar su voz ha defendido la necesidad de que Venezuela abandone su crisis, también ha sido un defensor del desbloqueo a la economía venezolana como parte de una medida humanitaria.
En conclusión, Colombia sería un beneficiario directo si Venezuela supera la crisis. Gustavo Petro no sería el anfitrión pasivo, sino un actor que moverá sus influencias, levantará teléfonos y hará lo necesario para alcanzar el objetivo final: que gobierno y oposición acuerden un proceso electoral aceptable a todos; se rescate la mayor cantidad de recursos posibles en beneficio del pueblo venezolano, al tiempo que conversa con Estados Unidos para un cese en las hostilidades y facilitar el camino de una solución definitiva.
Como siempre digo en esta materia, la solución final sigue estando en el 1600 Pennsylvania Avenue NW y en la Av. Norte 10, Caracas 1012, con un aliado en la Cra. 8 #7 – 26, La Candelaria, Bogotá, Cundinamarca, Colombia.