OPINIÓN

Colombia en la encrucijada: libertad o totalitarismo

por Boris Santos Gómez Úzqueda Boris Santos Gómez Úzqueda

El 29 de mayo Colombia va a las urnas a elegir presidente y vicepresidente para periodo 2022-2026.

La economía colombiana está en un momento aceptable, más que razonable con proyecciones de crecimiento durante 2022 superiores a 5,8% (fuente de análisis: Fondo Monetario Internacional, FMI). Tras la pandemia se notó un liderazgo del presidente Duque en llevar a buen puerto la reactivación  de toda la cadena de los segmentos empresariales.

El FMI recalcó la fórmula exitosa de Colombia en recuperar tras el golpe que supuso a la economía global por la pandemia: “La recuperación económica de Colombia en 2021 fue una de las más dinámicas en la región y se prevé que mantenga su ímpetu en 2022, impulsada por un firme consumo de los hogares y la continua recuperación de la inversión y las exportaciones”.

Durante la pandemia, el gobierno democrático (centro derecha) del presidente Duque logró contener la pandemia con políticas de vanguardia en  salud, generando redes de protección social, prevención y vacunación y principalmente promoviendo la reactivación económica, mediante un plan estatal denominado «Compromiso por Colombia» (implementado en julio 2020) y que tuvo como principales pilares construcción e infraestructura, impulso a proyectos de energías renovables, masiva construcción de vivienda e impulso a los negocios del agro.

Algunos datos coinciden en que esas acciones generaron inversiones superiores superiores a 50.000 millones de dólares.

En ese contexto económico es que casi 40 millones de electores están en la encrucijada de continuar con el crecimiento y libertad y con democracia o girar a la izquierda autoritaria, de la mano del exalcalde de Bogotá Gustavo Petro (1960, conocido como “comandante Aureliano” en la jerga de los grupos irregulares de los que fue parte, según las biografías que se pueden encontrar en todo Google) , cuya “oferta” electoral no es más que una copia a lo implementado por regímenes socialistas de la región. No se puede esperar nada nuevo de esa propuesta.

Hasta hoy ningún candidato tiene asegurado 50%, mínimo para evitar el balotaje que podría ser en junio próximo, de ninguno alcanzar el mínimo indicado.

La contienda polarizada se está dando entre Petro (candidato del Pacto Histórico), versus el candidato de derecha Federico «Fico» Gutiérrez (1974, exalcalde de Medellín).

Algunos expertos electorales y de análisis económico de Colombia, que no quieren cambios irracionales como ocurrió en Chile, indican que en una hipotética segunda vuelta, Fico llegaría al porcentaje mínimo para acceder a Palacio de Gobierno (Casa de Nariño, sede presidencial).

Por supuesto, hay otros candidatos que, de momento, están sin relevancia electoral: Rodolfo Hernández (Liga de Gobernantes Anticorrupción), John Milton Rodríguez (Colombia Justa Libres), Sergio Fajardo (Centro Esperanza), Enrique Gómez Martínez (Salvación Nacional), Luis Pérez (Colombia Piensa en Grande), inclusive la ex secuestrada por la guerrilla Ingrid Betancourt (Partido Verde Oxígeno).

Los expresidentes Andrés Pastrana y de César Gaviria apoyan abiertamente a Fico.

Petro no es recomendable para Colombia. Es un comunista recalcitrante, rescatamos aquí un párrafo de un análisis sobre Petro: “…aunque el M-19 no fue exactamente un partido de izquierda convencional, la formación teórica de Petro sí lo fue. Sus lecturas fueron el Libro rojo de Mao Zedong, Los conceptos elementales del materialismo histórico de Marta Harnecker y, como no podía ser de otro modo, Las venas abiertas de América Latina de Eduardo Galeano. A ese marxismo rudimentario, Petro añadió posteriormente Imperio de Michael Hardt y Antonio Negri e investigaciones relacionadas con las ‘nuevas sensibilidades’ de la izquierda —el medioambiente, el animalismo, las luchas feministas, los derechos de las minorías raciales y sexuales—, todo lo cual ha terminado por darle un perfil de político inesperado aunque contradictorio…” (columna de The New York Times, de Mario Jursich Durán, 17 de mayo de 2018).

En todo caso, el pensamiento político del exalcalde de Medellín es mucho más claro, más abierto, sin tantos odios de por medio, como el otro.

Hay más certezas con Fico que con Petro. Colombia no se puede dar el lujo de destruir todo lo que con tanto esfuerzo se logró los últimos tiempos.

Aquí recogemos un breve análisis que hizo de sí mismo el candidato Fico Gutierrez: “…Mientras él (Gustavo Petro) plantea expropiar, yo defiendo la propiedad privada; mientras él plantea imprimir billetes como mecanismo para superar la pobreza, yo planteo fortalecer la economía, que llegue a las personas más vulnerables y garantizar el empleo. Su discurso es de odio y lucha de clases. Yo represento todo lo contrario a lo que él representa…”

Colombia está, entonces, en la encrucijada, tiene dos caminos, el de la libre economía, democracia y respeto a los valores de una sociedad moderna o el de incluir a Colombia en la vía errada de Venezuela, en ese socialismo que, definitivamente, nunca funcionó.

@BorisSGomezU