Hay un fin que preservado para todo desde el principio, reconocemos cuando el corazón salta de alegría en el pecho por emoción, aunque la desilusión venga justo después. Divisamos el final de un discurso a medida que escuchamos su contenido y advertimos el fin de una historia cuando sus acontecimientos se visten de finitud.
Días van y vienen renovándose en descanso con cada puesta de sol. Se hace cada vez más claro lo poco que podemos controlar de la inmensidad que nos rodea. Personas de lejanas tierras vienen como convocados por el cielo, y establecen fundamentos, que en teoría un lugareño puede poner, pero su corazón está muy lejos de tales propósitos. Por lo cual, se levantan insólitos valientes que eventualmente desaparecerán para continuar su asignación.
Elucubrar acerca de tales cosas limpia el lente por el cual se miran y entorpece la automatización del pensamiento, dando espacio fértil para la producción de ideas y manifestando el diseño que se posee, mientras el mismo se pule o perfecciona. Entonces, estar en espacios con el rol de colaborador requiere un ojo afinado a las sazones de los tiempos y asignaciones personales, porque de lo contrario se pierde el enfoque adoptado.
Prometedoras son las mentes y los corazones de personas dispuestas, pero su tendencia a corrupción les hace dependientes de la gracia y el favor de Dios para gestar y manifestar los propósitos que son concebidos para desenlace desde los inicios. No sea que la infertilidad someta el potencial por falta de valentía, y refuerce minusvalias personales que tienden a mentir frente al espejo.
Ignominia al espíritu humano es considerar a otros infalibles, porque en tal concepción, menospreciamos nuestra porción ante el Creador, y desarrollamos dependencias que impiden despegar con firmeza vuelos en renovadas altitudes, solo para retrasar el proceso de lo que si o si se cumplirá, puesto que desde el principio el Padre anunció el fin de todas las cosas y nos constituyó sus colaboradores.
Ser uno de estos coparticipes requerirá semillas de amabilidad que puedan ser exparcidas, firmeza de carácter no como quien resulta antipático, sino con entendimiento sólido y principios inconmovibles. Los tales, muchas veces dirán si, pero otras tantas podrán decir no con fundamento y la libertad que solo Su Espíritu puede proporcionar.
Si tienes el rol de colaborador en cualquier espacio y conoces con claridad los objetivos, considera tu porción con sabiduría, lo cual, te habilitará para ser efectivo y guardará tu mente de ser sorbida en dinámicas que solo acaecen castrantes y agotadoras.
@alelinssey20