La Venezuela profunda se alimenta de tradiciones locales, regionales y étnicas que fundamentan la cultura, la identidad y la sociedad venezolanas. Dichas tradiciones pueden entenderse como manantiales que nos enriquecen, empoderan y llenan de fuerza y diversidad sociocultural. Recientemente, a finales de febrero y principios de marzo de 2024, algunos miembros del equipo del Laboratorio de Etnohistoria y Oralidad del Centro de Antropología del Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas (Jenniffer Contreras Arévalo, Xavier Villegas Godoy y Horacio Biord Castillo) pudimos vivenciar expresiones auténticas de la Venezuela profunda en un viaje al estado Cojedes.
Fuimos invitados por el profesor Joel Manzanedo, historiador y cronista oficial del municipio San Carlos, presidente del capítulo regional de la Sociedad Bolivariana de Venezuela y miembro correspondiente de la Academia de la Historia del Estado Miranda. El profesor Manzanedo desarrolla provechosas actividades de investigación y divulgación del pasado regional. El objeto principal de la visita a San Carlos fue retomar el plan de una posible colaboración entre el IVIC, a través de nuestro laboratorio, y la Oficina del Cronista en materia de investigación etnohistórica y valoración, conservación y divulgación del patrimonio de origen indígena.
Recibidos por Joel y el profesor Juan Ignacio Herrera, el viaje se inició con una visita al antropólogo y amigo Argenis Agüero, en su casa de Tinaquillo, población cercana a San Carlos, para conversar sobre aspectos de la historia y la cultura del estado Cojedes y sus experiencias investigativas. Estuvieron presentes también Ricardo Latouche, presidente del Centro Unesco “Alegría de Vivir” en Tinaquillo, y José Daniel Chirinos, director del Archivo Histórico del Estado Cojedes.
Esa misma tarde fuimos también a la casa del señor Joaquín Velázquez Requena y su esposa, Juana Díaz de Velázquez, donde pudimos disfrutar de su hospitalidad y de venerar la cruz aparecida que sus custodios guardan en una pequeña y hermosa capilla en el patio de la casa. Se trata de una piedrecilla con una cruz incrustada, guardada con gran devoción y celo por la familia junto a numerosos exvotos. Fue conseguida en un río por la mamá del señor Velázquez cuando con otras mujeres hace muchos años lavaba la ropa. Las aguas insistentemente arrastraban la piedra a las manos de la mujer, quien por esa razón interpretó que debía llevarla consigo y conservarla.
En la capital del estado pudimos conversar con el señor Alexander Mirelles, alcalde del municipio San Carlos, quien amablemente nos atendió e intercambiamos ideas sobre una posible colaboración interinstitucional. Cumpliendo uno de los objetivos centrales del viaje, visitamos al señor Juan Demetrio Silva en su casa de Picure, en las montañas de La Sierra que forman parte del Parque Nacional “General Manuel Manrique” que protege las nacientes y curso serrano del río Tirgua, en la frontera entre los estados Cojedes y Yaracuy. El señor Silva es uno de esos personajes portentosos, a la vez pintor, escultor, maestro de la piedra y la madera, arquitecto, albañil, agricultor, baquiano de las montañas, experto en su historia y secretos, con amplios conocimientos sobre usos medicinales y prácticos de la flora local, un hombre extraordinario que vive junto al río Tirgua en una amplia y fresca casa de piedra diseñada por él y levantada hace más de medio siglo con sus propias manos. No en balde el señor Demetrio, rico en saberes y haceres, vive allí, junto a un río de grandes pozos y enormes remansos, de piedras por donde discurre la corriente entre frondosos árboles cuya sombra cobija las aguas y los peces y recuerda constantemente la importancia del entorno y su historia.
Gracias a la habilidades y amabilidad de Lohadigse Terán y Carlos Zapata, emprendedores en materia de ecoturismo, pudimos recorrer en tripa parte de ese hermoso río. Degustando la Venezuela profunda, saboreamos guácimos con los que luego preparamos un agua fresca y chupamos vainas de samán, que tienen una especie de melaza de alto proteico en sus entrañas.
Pudimos también visitar La Blanquera; la Casa Figueredo, sede la Sociedad Bolivariana del Estado Cojedes que guarda, entre otras colecciones, la biblioteca de don Rafael Fernández Heres, tinaquillero que fue ministro de Educación durante el gobierno de Luis Herrera Campins y luego individuo de número y director de la Academia Nacional de la Historia; las principales y más antiguas iglesias de San Carlos, como son las de Santo Domingo, San Juan y la catedral, dedicada a la Inmaculada Concepción, así como la Casa de los Gobernadores y sus hermosos murales. En La Blanquera fuimos atendidos por la infinita bondad de Sarita Medina, poetisa, artesana y una mujer que se ríe como los cielos del Llano. También fuimos entrevistados en el programa Sin protocolo por la Lic. Laussineth Blanco Jiménez en Pastoreña, la estación de radio de la diócesis de San Carlos. Allí, entre los hilos que atan los diversos fragmentos de la Venezuela profunda, pude enterarme de que el operador técnico era José Ángel Abreu, primo de mis primas, sobrino nieto del padrino de mi padre y bisnieto de unos compadres de mis abuelos (sus consuegros y padres de mi queridísima tía Ángela Abreu Velázquez de Biord). Son esos lazos que nos unen y nos reúnen a los venezolanos. Finalmente visitamos el antiguo pueblo de indios de San José de Mapuey, al cual fuimos conducidos y atendidos por el señor Daniel Herrera.
San Carlos, bisagra de la cordillera de la costa y el Llano, no solo le rinde homenaje al mango en sus monumentos sino a la Venezuela profunda, representada por los indios que lo sostienen en uno de ellos como símbolo de los orígenes venezolanos. Nuestro agradecimiento a Joel Manzanedo y a las personas que hicieron grato nuestro recorrido se expresa como un compromiso de colaboración y un voto por las tradiciones que deben sustentar un nuevo modelo de país, más inclusivo y respetuoso de la diversidad en todas sus manifestaciones.
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