OPINIÓN

Cojear

por César Tinoco César Tinoco

Las opiniones de los demás tienen una influencia significativa en nuestro proceso diario de toma de decisiones. Estas decisiones van desde la compra de un producto como un teléfono inteligente pasando por la elección de una escuela para nuestros hijos, hasta la realización de inversiones. Siempre ha sido así y antes de la existencia de Internet, la gente buscaba opiniones en fuentes como parientes, vecinos y amigos.

Sin embargo, en la era de Internet, es mucho más fácil recopilar diversas opiniones de diferentes personas de todo el mundo. Las personas buscan sitios de noticias y reseñas (por ejemplo, El Nacional, El País, etc.), sitios de comercio electrónico (por ejemplo, Amazon, eBay), sitios de opinión en línea (por ejemplo, TripAdvisor, Rotten Tomatoes, etc.) y redes sociales (por ejemplo, Facebook, Twitter e Instagram) para obtener información sobre cómo es percibido en el mercado un producto, un servicio o una inversión especulativa como es el caso de la bitcoin.

Sabemos, por los trabajos de los premios Nobel Daniel Kahneman (2002) y Richard Thaler (2017), que nos comportamos como seres irracionales cuando tomamos decisiones. También se ha demostrado que los cambios en el sentimiento de las opiniones recogidas en los medios de opinión y en las redes sociales se corresponden a cambios en el mercado de valores (Noel Harding y Wen He, 2015, «Investor mood and the determinants of stock prices: an experimental analysis», Accounting & Finance, Volume 56, Issue 2, p. 454-478). Más aún, los participantes del mercado de criptomonedas parecen comportarse de manera irracionall (Arash Aloosh y Samuel Ouzan, 2019, «The Psychology of Criptocurrency Prices», Finance Research Letters, Volume 33, March 2020, p. 101-192). Desde luego, cuando lo racional no tiene espacio entonces lo emocional prepondera, razón por la cual el análisis de sentimiento es útil para abordar dicho comportamiento al recoger –e interpretar– las emociones que subyacen.

El análisis de sentimiento es un método

para medir el tono emocional que hay detrás de las opiniones de individuos o grupos. Los algoritmos de este tipo de análisis monitorean las conversaciones y evalúan las características del lenguaje y el texto para cuantificar las actitudes y emociones que subyacen en las opiniones vertidas relacionadas, en este caso, con la inversión. Por tal razón, el análisis de sentimiento a veces también se conoce como minería de opiniones, aunque más exactamente tendría que ser llamado “minería de emociones”.

Para llevarlo a cabo, los algoritmos se apoyan en «Librerías de sentimientos» que no son otra cosa sino grandes colecciones de adjetivos calificativos y frases cuyos sentimientos ya han sido «clasificados» a mano por codificadores (programadores) humanos.

De acuerdo con Paul Ekman, “Las emociones son un proceso, un tipo particular de evaluación automática influenciada por nuestro pasado evolutivo y personal, en el que sentimos que está ocurriendo algo importante para nuestro bienestar y un conjunto de cambios psicológicos y comportamientos emocionales comienza a lidiar con la situación”.

Paul Ekman, nacido el 15 de febrero de 1934, es un psicólogo PhD pionero en el estudio de las emociones y su expresión facial (la serie de TV llamada Lie to me está basada en sus trabajos).​ Ha sido considerado uno de los 100 psicólogos más destacados del siglo XX (Haggbloom, S. J. et al. (2002), «The 100 Most Eminent Psychologists of the 20th Century», Review of General Psychology. 6(2) 139–145).

Durante la década de 1970, Ekman identificó seis emociones básicas que sugirió que se experimentaban universalmente en todas las culturas humanas: felicidad, tristeza, disgusto, miedo, sorpresa e ira. Más tarde amplió su lista de emociones básicas para incluir elementos como orgullo, vergüenza y entusiasmo. Sin embargo, en un estudio publicado en 2017, los investigadores identificaron 27 categorías diferentes de emociones (Cowen, Alan & Keltner, Dacher, (2017), Self-report captures 27 distinct categories of emotion bridged by continuous gradients, Proceedings of the National Academy of Sciences of the United States of America).

Con relación al caso de la bitcoin, Augmento, empresa alemana con sede en Berlín, ha creado un índice para medir el sentimiento que subyace tras su trading y utiliza 93 elementos entre sentimientos y tópicos. El índice de Augmento mide pesimismo y optimismo, dos sentimientos con los que se puede caracterizar la trayectoria de precios de la bitcoin.

Por ejemplo y para cuando la bitcoin alcanzó su máximo valor de 63.503 dólares, el 12 de abril de 2021, el índice de sentimiento de Augmento, llamado Bull & Bear Index (BBI), se ubicó en un valor de 0,60. El índice se suministra en una escala que va de 0 a 1. De 0,0 a 0,5 es bear market o mercado pesimista en precio y de 0,5 a 1 es bull market o mercado optimista en precio. Cuando Elon Musk cometió la estupidez en contra del valor de la posición de bitcoins de su propia empresa, el 12 de mayo, el índice tenía un valor de 0,32 y luego de su comentario se hundió aún más en un pesimismo cuantificado por el BBI Index con el valor 0,13. Para el domingo 30 de mayo a las 11:00 am, fecha en que escribo este artículo, el BBI Index de Augmento tiene un valor de 0,034, mientras que el precio de la bitcoin ronda en los 35.300 dólares, lo que significa una variación igual -43% (negativa) con relación a su valor máximo 63.503 dólares.

¿Y cuál es la utilidad del análisis de sentimiento?

El análisis de los mercados de valores se sienta sobre un taburete que tiene tres patas: el análisis fundamental, el análisis técnico y el análisis de sentimiento.

El tema con la bitcoin, y el resto de las criptomonedas, es que no admite análisis fundamental pues no tiene valor intrínseco. Adicionalmente, el análisis técnico resulta indigerible y “esotérico” para los no iniciados. Al final y para los no iniciados, tan solo queda el análisis de sentimiento que resulta, de algún modo, digerible pero, en cualquier caso, es un taburete de una sola pata.

¿Y que hace un pato con una pata? Pues “cojear”, ¿Pensó usted, acaso, algo distinto?

El caso es que la naturaleza de las criptomonedas, así como nuestro comportamiento irracional, los innumerables sesgos que lo rigen y el hecho de ser “no iniciados”, son elementos todos que nos ponen a “cojear” a la hora de tomar decisiones de inversión en cualquier activo pero particularmente en las criptomonedas.

Y cojeando, a una altura de más de 60.000 dólares por bitcoin, la caída es mortal.