Vivir juntos sin estar casados se ha vuelto común en la sociedad actual. Por razones financieras o para probar la convivencia, y, si fuere el caso, construir familia sin necesidad de una ceremonia nupcial.
Mitos y prejuicios asociados. Es sustituto del matrimonio y conduce a una relación infeliz o al divorcio. Y plantea desafíos, como establecer roles y responsabilidades en el hogar, lidiando con los conflictos económicos al compartir domicilio. Además, enfrentan presiones sociales o familiares, lo que genera tensión en la relación.
Sin embargo, puede ser valiosa para construir enamoramientos saludables, porque permite evaluar la compatibilidad antes del matrimonio y establecer un trato sólido y comprometido. Una práctica que redefinirá lo que pensamos sobre las relaciones sentimentales.
La cohabitación política. Son grupos que comparten un gobierno. Un fenómeno que se presenta de diferentes formas, un presidente de un partido y un primer ministro de otro, o un parlamento con mayoría distinta a un gobierno encabezado por otro.
Los acuerdos son frecuentes en países europeos, donde sistemas parlamentarios complejos requieren coaliciones para formar gobierno. Igualmente, se ha vuelto una realidad en América Latina.
Con opiniones radicalizadas, mantener el poder se vuelve difícil. El entendimiento se considera una forma de garantizar estabilidad y fomentar la cooperación entre rivales; representa una amplia gama de sentires políticos en una administración pública. Y, al compartirlo, se demuestra disposición a trabajar e indica compromiso en la búsqueda de soluciones.
Hay desafíos. Los partidos suelen enfrentar tensiones internas debido a diferencias políticas fundamentales; y puede ser difícil tomar decisiones transcendentales, que aseguren satisfacción de las partes. Los retos son reales y en lugar de verse como debilidad, se considera una oportunidad para fomentar la cooperación y responsabilidad. Y, si se hace de manera efectiva, es una forma de garantizar estabilidad.
Cohabitación política en dictaduras y tiranías. En regímenes autoritarios, la cohabitación se propone como solución a la inestabilidad, desequilibrio y violencia política. Sin embargo, es una ilusión peligrosa. Compartir el poder es justificar la aceptación. Se argumenta reducción de la tirantez y violencia, abriendo camino hacia la democracia. En realidad, perpetúa la opresión y violación de los derechos humanos.
La cohabitación solo es posible cuando el mandamás permite la participación de quienes acepten su autoridad. Y los que se oponen, son reprimidos, hostigados y perseguidos. No hay garantías para la protección de los derechos humanos y las libertades.
Cohabitar, es convertirse en cómplices de la dominación e intimidación. En lugar de luchar por la democracia y respeto a la ley, se legitima un régimen que viola derechos fundamentales. Se refuerza, prolonga su existencia. Y, al permitir participación condicionada, el régimen se presenta como gobierno de unidad nacional disfrazando su catadura autoritaria. En consecuencia, no se promueve un cambio hacia la democracia y obediencia de los derechos humanos. La cohabitación política perpetúa el statu quo y sufrimiento de la población.
Participar es aceptar la autoridad y legitimar su presencia. Quienes aceptan convivir renuncian a la lucha por la democracia y al respeto de los derechos humanos. No se debe admitir como solución, se impone luchar por la democracia como valor fundamental para la protección y bienestar de la sociedad.
Ventajas y desventajas. La cohabitación política en poderíos y absolutismos es un tema polémico. En teoría, puede haber ventajas, como moderación del poder que limite el control absoluto del régimen y el miramiento de los derechos humanos. Además, permite escuchar diferentes voces para tomar decisiones informadas y consensuadas.
Las desventajas son significativas. El régimen mantiene control absoluto y puede tomar medidas represivas. Los políticos disidentes consiguen ser arrestados o eliminados si se vuelven demasiado vocales o intentan tomar el control. Además, al trabajar con un régimen autoritario se legitiman sus acciones opresivas.
Es importante considerar que la cohabitación política es solo una ilusión y no logra cambio real. El régimen la utiliza para dar la impresión de que están haciendo cambios, mientras que, en realidad, no modifican nada significativo. Por tanto, es una táctica para ganar tiempo y aplacar a los grupos disidentes.
Otro riesgo, genera divisiones. Al colaborar con el autoritarismo desmedido, algunos sienten que están sacrificando valores y principios, mientras otros creen que están haciendo lo correcto para lograr cambios. El fraccionamiento debilita la capacidad de actuar y es contraproducente.
Aunque la cohabitación política puede tener algunas ventajas teóricas en dictaduras y tiranías, los riesgos y desventajas superan con creces cualquier beneficio potencial. Asistir con regímenes autoritarios es peligroso. Es mejor mantener la presión y resistencia, hasta que se produzcan verdaderos cambios hacia la democracia y el respeto de los derechos humanos.
@ArmandoMartini
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