Una profunda radiografía del preocupante sistema electoral venezolano refleja cómo el régimen diseña sus actuaciones para destruir las instituciones más sensibles del sistema democrático.
Importantes investigaciones periodísticas han demostrado los pasos de sucesivos fraudes, que alcanzó su cenit el 28 de julio, en el cual fueron descubiertos plenamente, para sorpresa de los mismos capitostes, que todavía no han conseguido respuesta para justificar el robo gigantesco de la voluntad mayoritaria de los venezolanos.
Desde el año 2004 se gestó en el país un grupo para el pillaje de los votos en los comicios, mediante el control de los procesos mecanizados. Esta tarea se hizo con paciencia, paso a paso, hasta lograr el manejo total de las elecciones.
La operación fue orquestada por Jorge Rodríguez, quien captó para sus fechorías a un grupo argentino cuya cabeza visible es Guillermo San Agustín, acusado no solo por fraudes electorales, sino por lavado de dinero perteneciente al Cartel de los Soles y a todo el saqueo del erario. Además, en Argentina es testaferro de los Kirchner y la organización terrorista denominada “la Cámpora”. También participó en el comité financiero del Foro de Sao Paulo y el Grupo de Puebla.
La unidad antilavado de Argentina investiga a la empresa denominada Ex-Clé, de la cual también son socios los hermanos Rodríguez, desde donde triangulan fondos a terceros países, juntando los capitales de los soles, las guerrillas y más de 100 organismos venezolanos, pasando por el Banco Central, Pdvsa y el oro del Arco Minero. Allí figura en primera línea el robavotos del CNE, Carlos Quintero, un mafioso que a su vez está en la directiva de la empresa del Cono Sur. La justicia de este país pronto concluirá su investigación.
Este entramado es el brazo financiero del socialismo del siglo XXI, que además de movilizar montañas de dinero, aportan las máquinas de votaciones y los softwares de los escrutinios electorales trucados; toda una estructura para mantener y extender las tiranías y sus plataformas criminales.
El CNE y su filial Ex-Clé constituyen un reducto del hampa mundial; definidas las elecciones, como un ejercicio práctico de derechos humanos, debe plantearse que los organismos multilaterales y Estados democráticos ejerzan todo el peso legal y el proceso penal contra los delincuentes electorales, atrincherados en Venezuela, como sede principal, pero con poderosas ramificaciones en distintos países del hemisferio.
De allí se desprende que en estos momentos la principal tarea corresponde al Estado argentino, donde ya están investigados el CNE y su filial Ex-Clé por lavado de dinero, producto del narcotráfico y la corrupción.
El CNE y Ex-Clé son socios en la muerte, tortura, detenciones arbitrarias y la zozobra y violencia generada principalmente de América Latina, delitos de lesa humanidad en los que deben incluirse el TSJ -brazo armado de la pillería chavista- y los representantes del Foro de Sao Paulo y el Grupo de Puebla, que utilizan para sus actividades desestabilizadoras dinero mal habido, proveniente del hampa mundial electoral, que tiene como meta “ganar elecciones perdiéndolas”.
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