¡Qué grandes! Sin duda que el gremio docente venezolano da cátedra dentro como fuera de las aulas de clase; nuevamente los educadores del país salieron a las calles a demostrar su coraje, su dignidad y su vocación.
Otra vez los maestros venezolanos demostraron que su rol es vital para la libertad del país; que no solo se limitan a sus enseñanzas en los salones de clase, sino que se exterioriza en el ejemplo que dan en momentos más álgidos de la sociedad.
Hoy, cuando Venezuela vive sus momentos más oscuros de la mano de una usurpación que no solo ejerce el poder de forma írrita sino que lo hace con el mayor encono en contra de la ciudadanía, los maestros se levantan como una reserva moral dentro de la nación.
Los docentes no solo luchan por sus reivindicaciones salariales, no solo luchan por mejores condiciones laborales y el rescate de los centros de educación, sino que ellos ejercen presión social y ciudadana para que Venezuela se libere de las ataduras que la aprisionan.
Siempre, ayer y hoy, la educación es la defensa más grande contra el oprobio y la indignidad. Sin embargo, en ocasiones muy puntuales -como la que se vive en el país en la actualidad- esta lucha trasciende las aulas y se tiene de librar en las calles, así como lo están haciendo los profesionales de la educación venezolanos en este momento.
Las calles del país se transformaron en una escuela donde los pizarrones se volvieron pancartas de protestas, las lecciones en consignas y los consejos en gestos de rebeldía contra un sistema de gobierno que solo ha generado hambre, miseria y desolación durante largos 21 años.
Los docentes están resteados, y toda Venezuela debe seguir su ejemplo. Ayer fueron Simón Rodríguez, Andrés Bello, Cecilio Acosta, Rómulo Gallegos y Pietro Figueroa, hoy son todos los aguerridos docentes que salen con tizas en mano, los libros debajo del brazo y la frente en alto a decirle a la usurpación: ¡Ya basta!
Tenemos que reconocer que los maestros están dando una cátedra de dignidad que todos debemos imitar, que debemos seguir y que no podemos obviar. ¡Sigamos el ejemplo que los educadores dan!
La presión interna se hace cada vez más necesaria, no podemos permitir que el régimen se salga con la suya; que bajo el argumento de la pandemia pretendan atarnos las manos, amordazarnos y amputarnos la consciencia como sociedad.
No solo se trata de los maestros, sino de los médicos -gremio abandonado a su suerte en medio de la contingencia de salud que vivimos-, los periodistas, los abogados y los obreros, todos debemos unirnos y lograr el cese de la usurpación, mientras seguimos solicitando el auxilio internacional, el cual sigue siendo indispensable para liberar al país.
Si todos salimos a la calle y si el mundo nos ayuda, entonces no existirá nada que evite que alcancemos la liberación. Así de simple.