«Debemos usar el tiempo sabiamente y darnos cuenta de que siempre es el momento oportuno para hacer las cosas bien». Nelson Mandela
A menudo, escribimos cartas abiertas o privadas a los líderes del mundo por la crisis política de alguna región o parte del mundo, sin obtener ninguna respuesta, solo el silencio y la agonía que nos invade. Por eso, me llama la atención la maravillosa obra de Gabriel García Márquez El coronel no tiene quien le escriba (http://goo.gl/xcK4Jh). Un hombre de buena fe y bastante ingenuo, que vive en su pueblo esperando 15 años para recibir su carta de jubilación, es decir, la pensión que le cambiará la fortuna. Su inconformidad con un sistema gubernamental de la época que no le da respuestas ni soluciones a su vida cotidiana, hace que el coronel sienta temor, miedo o insatisfacción, que se reflejan más tarde en la novela en la resignación y la pérdida de la esperanza. Eso lo veo en la carta que envían desde la cárcel de mujeres de Miraflores, en La Paz, Bolivia.
La indiferencia ante la injusticia es una actitud que nos indigna y nos duele. Así lo refleja la historia del pianista Guillermo Castillo Bustamante, quien sufrió la cárcel en Ciudad Bolívar por resistirse a la dictadura de Marcos Pérez Jiménez, pero que no dejó de escribir su poemario Escríbeme. Castillo Bustamante fue expulsado del país en 1957 y se exilió en Costa Rica con su amigo Alfredo Sadel. El tenor venezolano, cautivado por la música y la letra de este poema, lo hizo famoso en toda Venezuela. Sadel cantó «Escríbeme» por primera vez en El Show de las Doce, que se emitía por Radio Caracas Televisión. Con el paso del tiempo, varios artistas interpretaron esta canción, como Lucho Gatica, Javier Solís, Simón Díaz e Ilan Chester. En relación con esto, se ha denunciado en las redes sociales una injusticia que se cometió en Bolivia, en el llamado «golpe de Estado II» de la expresidenta Jeanine Áñez. Un tribunal de Bolivia confirmó la condena de 10 años de prisión para Áñez por la forma en que asumió la Presidencia interina del país en 2019. La defensa de Áñez ha solicitado aclaraciones sobre esta sentencia por las contradicciones que presenta.
El proceso se relaciona con la asunción de Áñez a la Presidencia en 2019, en medio de una grave crisis política en Bolivia, y fue iniciado por la Fiscalía, el Ministerio del Interior y la Procuraduría General del Estado. El TSJ condenó inicialmente a la exmandataria interina en junio de 2022, argumentando que accedió al poder de forma irregular después de que Evo Morales renunciara tras un estallido social que causó 37 muertes en casi un mes de protestas callejeras, luego de unas elecciones que observadores internacionales calificaron de fraudulentas. Más tarde, Áñez convocó a elecciones en las que el partido de Morales volvió al gobierno con el actual presidente Luis Arce.
Me indigna conocer esta noticia por el abogado Luis Guillén, uno de los defensores de Áñez. Según un documento de 351 páginas, «los elementos que han sido apelados» no merecían revisión jurídica y se «ratifica la resolución emitida en primera instancia», es decir, «los 10 años contra la exmandataria por el delito de resoluciones contrarias a la Constitución» e “Incumplimiento de deberes”. Sin embargo, no se consideró que ambos delitos fueron modificados por el Art. 2 de la Ley N° 1390, de 27 de agosto de 2021, dos meses antes de la acusación formal. Áñez ha sido injustamente señalada como la autora del Golpe de Estado ll. Es vergonzoso que, por esta injerencia política, la población boliviana y el mundo ignoren las arbitrariedades de este proceso penal.
La acusación formal contiene preceptos legales que quedaron sin efecto por la Ley 1390, en su página 9. Es inaceptable que el Ministerio Público y los acusadores particulares se crean dueños de la administración de justicia y que usen textos legales caducos para acusar a personas, solo para exhibir su poder político sobre una administración imparcial e independiente. Según algunos juristas bolivianos, el Ministerio Público debía reevaluar los hechos relacionados con la supuesta comisión de los delitos imputados, compararlos con la nueva tipificación penal (Art. 153 y 154 del Código Penal modificados por el Art. 2 de la Ley 1390) y probar, con base en los nuevos preceptos legales, que efectivamente se cometieron los dos delitos, que se atribuyen injustamente a la ex mandataria y otros acusados.
Este asunto huele a venganza. En Bolivia parece que el oponente político es el enemigo y que, cuando se tiene el poder, se puede vengar de él. Pero podemos decir con seguridad que Áñez no hizo eso durante su gobierno interino. Cuando Evo Morales dejó Bolivia, no tuvo ningún impedimento y se respetaron sus garantías constitucionales. Fue él quien renunció y nadie quiso asumir el cargo. Áñez era la segunda vicepresidenta del Senado de Bolivia y tomó la Presidencia siguiendo la sucesión, después de que Morales, su vicepresidente y los presidentes del Senado y de la Cámara de Diputados, todos del partido gobernante Movimiento al Socialismo (MAS), dimitieran. Tras casi un año en el poder, y por las elecciones, el MAS volvió al gobierno con Luis Arce. Nadie fue inhabilitado para participar en las elecciones y Áñez no se presentó como candidata presidencial, solo buscó asegurar la estabilidad democrática en la tierra de Bolívar. Quienes conocemos esa región sabemos que se declaró independiente el 6 de agosto de 1825 mediante la Asamblea General de Diputados de las Provincias del Alto Perú con el nombre de República de Bolívar en honor al libertador Simón Bolívar, que luego se cambió por República de Bolivia al separarse de Perú. El mariscal Andrés de Santa Cruz, héroe nacional y séptimo presidente de Bolivia, fue uno de los artífices de esa gesta. Por eso, Bolivia está vinculada con Venezuela, la tierra de libertadores, y como dijo el expresidente de la República de Venezuela Rómulo Betancourt a los comunistas trasnochados: «Dígale a Fidel Castro que cuando Venezuela necesitó libertadores, no los importó, los parió…» Lo único que puedo decir en este momento es que liberen a la expresidenta Jeanine Áñez, en nombre de Dios Todopoderoso, y por eso ¡claman justicia y libertad desde Miraflores!
@robertveraz