“El yo frente al otro es infinitamente responsable”. Enmanuel Levinas
Tendremos elecciones el próximo 28 de julio del año 2024, si Dios quiere y, según lo anotado hasta ahora, se tratará de una escogencia u opción dilemática; de un lado Maduro y la continuidad de lo que hay y del otro, acometer el cambio partiendo de una transición que se cumplirá si elegimos a Edmundo González Urrutia, que enumeración meramente enunciativa comienza con el apoyo de la Plataforma Unitaria Democrática y de la ingeniero María Corina Machado.
Por si no lo vemos tan claro, repito que, nos jugamos en esos comicios, la posible redención de nuestro país y su reencuentro con la libertad, el pluralismo, el progreso y la republicanización o, un devenir depresivo, intrascendente y regresivo como el que ha generado una estampida de 8 millones de coterráneos que buscando la vida que acá no encuentran debieron marcharse a todos los confines del mundo.
Es un reto y como hemos dicho antes, un duelo de voluntades. La revolución de todos los fracasos dice su vocero, celebra un cuarto de siglo en el poder y con un resultado que sabemos catastrófico. La pobreza, la inerme condición de las mayorías, la morbilidad infantil, la postración de la educación, el misérrimo magisterio, la precariedad de nuestras universidades, la vulnerabilidad sanitaria, la inocultable crisis de los servicios de agua, electricidad, gas y gasolina constituyen la causa de la estrepitosa caída de nuestro nivel de vida, el salario mas bajo del continente y entre los mas menudos del mundo, se combinan con la mayor corrupción de nuestra historia, plagados de todos los saqueos.
Peor aún, el conculcamiento de los derechos políticos, la adulteración de la justicia con tribunales sin independencia ni respeto por la constitución ni por la ley, ni por la institucionalidad; la usurpación de todos los poderes públicos, el abandono de nuestra soberanía a manos de socios extranjeros o a la merced de todos los ilícitos, es el balance irrefragable que presenta el chavomadurismomilitarismocastrismoideologismo que por cierto, nunca rindió cuenta del millón de millones de dólares recibidos y dispensados, a los destinatarios del poder, los conciudadanos. La kakistocracia pues, en su más destilada y concentrada expresión.
Empero, ya sabemos que lo escrito es verdad, con los números al apoyo; pero, mejor aún, nuestra exigida vivencia lo confirma y entendemos que con esa gente allí nada sería distinto. Sin embargo, lo que hoy trataré de evidenciar es que cada uno tiene la clave de bóveda para abrir y echar a andar la liberación del yugo que nos ha postrado por veinticinco años ya. No es un secreto, no es un asunto esotérico, es sencillo, pero nos pone a prueba a todos.
En la ciudadanía y en la unidad está la fórmula para vencer al régimen. En efecto, si vamos a votar y lo hacemos, no solo como un acto personal sino más bien del colectivo ciudadano, vamos a duplicarlos, a triplicarlos y se les hará difícil burlar ese veredicto, hacer fraude, engañarse ellos mismos y utilizar a la fuerza armada nacional como cómplice necesario para “por las malas” querer imponer un resultado distinto al que exprese la soberanía popular en las urnas de votación.
Cada uno debe asumir que su accionar correcto, se lo debe a su familia, a sus amigos, a sus compatriotas. Cada cual debe llevar a votar los suyos y citarse con los mismos para votar, donde le toque y comunicarse y controlar al que se demora o titubea. El 28 de julio debe votar para cambiar nuestra situación Venezuela entera y, esa mención no es otra que convocarnos y asegurarnos, todos y a todos que no le fallaremos a nuestra gente, a nosotros mismos. Es un episodio de todos y de cada uno.
El asunto es pues de consciencia nacional. Cada conciudadano nos interesa y debemos vernos en ellos y desde luego, la cruzada consiste en acercarnos y comunicarnos. Se trata entonces y finalmente de una responsabilidad histórica, la que como pueblo es menester asumir. La vida de la patria, no exagero, depende de eso. Juntos seremos invencibles.