La frase pan y circo se remonta a la Roma de 100 a. D., pero sigue vigente en el mundo. Quienes manejan el poder utilizan el factor de distracción como una cortina de humo para que los grandes medios de comunicación difundan la imagen del espectáculo y el entretenimiento cuando muchas veces lo que se cuece por debajo es un drama social en el que son afectados millones de seres humanos. Esa es la realidad de lo que está pasando en Venezuela, uno de los países cuyos ciudadanos padecen una economía devastada y aun así nombres muy conocidos de la música están yendo a cantar al país con contratos de grandes cifras en los que supuestamente todos los presentes han pagado en divisas. Sin embargo, lo que realmente ocurre ahí es materia de estudio.
Quienes pagan importantes cantidades de dinero para ver a los cantantes en Venezuela no son la mayoría de los ciudadanos de a pie. En algunos casos las entradas alcanzan los 500 dólares. El lleno total en los grandes escenarios nacionales que vemos en las redes sociales no siempre está integrado por gente que compra realmente sus entradas. El régimen tiene como aliados a algunos empresarios a quienes les interesa vender la imagen de una nación que se “arregló” y para ello de cualquier cosa se valdrían muchos de ellos, presuntamente para obtener beneficios.
Venezuela no se arregló por más que vayan los artistas que sean a cantar a casa llena. La realidad es que hay un pueblo que lo está pasando mal y lucha por salir adelante y visibilizar su situación.
Este fin de semana se realizó un concierto en Venezuela que tuvo mucha publicidad y aunque buena parte de los artistas finalmente no se presentaron, la polémica está servida y muchos nos preguntamos si los cantantes internacionales que se presentan en los grandes escenarios nacionales son conscientes del favor que le hacen al régimen de Maduro al proyectar una imagen de país muy distinta a la que sufre casi toda la población.
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